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Agapito Maestre

Entre totalitarios, cobardes e imbéciles

España no tiene Gobierno; esta realidad es tan indiscutible como que las mentes más preclaras de este país demandan urgentemente la formación de un Gobierno de Unidad Nacional.

La apariencia de Gobierno, la desesperación intelectual y la jindama de las fuerzas liberales nos llevan al abismo. Hacerse cargo de esos tres asuntos es prioritario para organizar colectivamente la concordia, la fuerza nacional, que se enfrente a la pandemia del coronavirus con entereza, firmeza y cuajo moral. Reconozcámonos con dignidad e inteligencia en esas tres claves de la tragedia para arrostrarla. España no tiene Gobierno; esta realidad es tan indiscutible como que las mentes más preclaras de este país demandan urgentemente la formación de un Gobierno de Unidad Nacional. Pero esta última petición, un grito desesperado, contra la tragedia será acallada, suavizada y oscurecida por unas fuerzas liberales atribuladas, que mostrarán pronto su rostro más feo, el de la cobardía; una vez más, como en el 31, el 34 y el 36 del siglo pasado, harán ostentación pública de que son incapaces de organizar una reacción colectiva, decisiva y enérgica frente a lo evidente: la apariencia del Gobierno de España, apariencia, sí, sombra terrible de un Gobierno, porque solo se preocupa de mantenerse en el poder.

El Gobierno de España ha sido sustituido por un conglomerado de intereses partidistas con un único objetivo: mantenerse en el poder contra la Nación, es decir, matando la concordia en España. El asesinato de la unión, de la paz social entre los ciudadanos, se lleva a cabo con una perfecta organización intelectual del odio entre los españoles. La discordia es atizada sin límite alguno. Todos los aparatos ideológicos del Estado, junto con las grandes cadenas de televisión privadas y casi todos los medios de comunicación, no tienen otro objetivo que romper la unidad de los españoles bajo el cínico titular de que no es la hora de la crítica al Gobierno. Pasado este trágala por los estómagos de la oposición, todo vale para salvar al conglomerado de socialistas y comunistas en la Moncloa. Culpabilizar de todos los males de España, empezando por la pandemia del Covid-19, a la oposición es la prioridad de los partidos en el poder.

Por esos derroteros, muy pronto, comenzará a ser una obviedad de que las fuerzas liberales españolas no sólo no tienen cuajo moral para reaccionar colectivamente contra la tragedia, sino que son ellas las culpables indirectas o directas de la pandemia. La propaganda totalitaria de Sánchez-Iglesias ha empezado a calar en la población. Quiere acabar por la vía rápida con la oposición. De hecho, el Congreso de los Diputados, centro clave de la vida política, está bajo mínimos, salvo para votar decretos de corte totalitario. Y lo grave es que esa temible organización colectiva del odio está calando más rápidamente de lo que algunos creen en el ovejuno pueblo español. Éste empieza a olvidarse de las manifestaciones del 8-M, las responsabilidades criminales de todos los ministros y la ocultación de información decisiva para defendernos de la pandemia.

La gente olvida rápidamente en un ambiente de propaganda de guerra las tropelías más graves del Gobierno: el último acto de violencia contra la población borra el anterior, y así sucesivamente… Por brutales e irracionales que sean las medidas de este Ejecutivo, la mayoría de la población mirará para otro lado, o peor, serán justificadas por los votantes del amasijo de partidos que conforman el Gobierno. Así somos los españoles. No creo que los millones de votantes de esa amalgama separatista-socialista-comunista, sin otro oficio que vivir del poder, hayan cambiado su intención de voto ante tanta tropelía gubernamental. Al contrario, están aplaudiendo que sus líderes transformen el dolor humano en un asunto clave para mantenerse en el poder. Sus votantes son cómplices de la politización, utilización e instrumentación a que este Gobierno ha sometido el dolor, el sufrimiento y la muerte de miles de españoles. Sí, serán millones los individuos que se servirán de esa "organización", repito, "colectiva del odio" para justificar su lealtad a los partidos que votaron hace unos meses para liquidar España. El dato de la encuesta de GAD3 para ABC es demoledor: el 53% de los votantes socialistas y el 57% de los de Podemos consideran que el Gobierno no oculta información sobre la pandemia. Aquí nadie es inocente. No veo salida.

Me hubiera gustado escribir sobre la viabilidad de un Gobierno de unidad nacional para empezar a salir de esta ruina, pero renuncié al instante, porque es un sinsentido, una ilusión, un engaño, un placebo que inventamos algunos intelectuales españoles para darnos ánimos ante la inevitable muerte de la inteligencia en España. El pueblo español y, lo que es peor, sus elites científicas están al mismo subnivel, o mejor, subsuelo que sus políticos. Los millones de individuos que han votado a Sánchez son como él; y, peor aún, nuestros científicos, nuestros sabios, que están tan calladitos como los periodistas que comen de la olla de Sánchez-Iglesias, son mucho peor que los monstruos de la Moncloa. Por desgracia, el dolor de mundo, la España en duelo de hoy no será acicate futuro para construir un país con menos criminales, cobardes y tontos.

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