El debate sobre la selección de candidatos en el PP para las municipales y autonómicas es complicado. Primero, porque el presidente del Gobierno y responsable último de su partido tiene unos tiempos que, la mayoría de las veces, no corresponden con el sentir mayoritario de los militantes del PP. Aunque no me gusta ese manejo de los tiempos, no seré yo quien lo critique; al contrario, hay que respetar las formas y, sobre todo, la peculiar táctica de Rajoy para hacer política con la temporalidad. Además, a veces, la elección de los tiempos para anunciar a los candidatos le ha salido bien. En segundo lugar, la selección de algunos candidatos es objetivamente muy complicada, porque afectará no sólo a la posibilidad de ganar o perder una elección, sino que también puede verse afectado el mismo futuro de Rajoy.
Imaginemos la selección del candidato, aunque mejor sería decir candidata, para la Alcaldía de Madrid. ¿Por qué se tarda tanto en anunciar a Esperanza Aguirre? Ella ya se ha postulado para ese puesto y, seguramente, es la mejor candidata que tiene el PP. Nadie duda de que sea la más cualificada del PP para ser alcaldesa. Nadie duda de que ganaría con relativa facilidad la elección. Pero son muchos los que dudan, entre ellos Rajoy, de que Esperanza Aguirre consiga la mayoría absoluta. ¿Significa eso que habría alguna otra candidata que conseguiría la deseada mayoría absoluta en Madrid? No lo creo. Hoy por hoy, Esperanza Aguirre sacaría mayor número de votos que cualquier otro candidato de su partido. Más aún, el bipartidismo también se hundirá en el Ayuntamiento de Madrid, pero Esperanza Aguirre conseguirá mantener muy alta la bandera del PP.
¿Por qué se resiste entonces Rajoy a nombrarla? En primer lugar, porque serían pocos los partidos de la oposición que apoyarían una posible coalición con el PP, si la alcaldesa es Esperanza Aguirre. Quizá con otra candidata más pactista, pónganle el nombre y la cara que deseen, el PSOE llegaría a un acuerdo, pero con la determinación y el carisma de Esperanza Aguirre pocos se atreven a pactar con ella. Hay, sin embargo, otro motivo más poderoso, más político y, sobre todo, más personal, que hace que Rajoy se muestre cauto y remiso para nombrarla candidata. En efecto, puede que Esperanza Aguirre gane, pero si no es por mayoría absoluta, parece que tendría que pasar a la oposición. ¿Se imagina alguien a estas alturas que Esperanza Aguirre se conformaría con ser solo la responsable del grupo del PP en la oposición del Ayuntamiento de Madrid? Yo no me la imagino. Sospecho que tampoco Rajoy la ve en la oposición del Ayuntamiento.
Es demasiado importante la figura de Aguirre en el PP como para dejarla relegada a una simple concejala de Madrid. Ni ella se dejaría relegar a ese puesto ni el PP se puede permitir prescindir de una figura tan sobresaliente y querida por los españoles en una situación tan dramática para todos los partidos tradicionales. Por aquí, sin duda alguna, se abre un debate serio. Tanto Esperanza Aguirre, como presidenta del PP de Madrid, como el propio PP en el ámbito nacional, tendrían que hablar muy en serio sobre quién sería el mejor candidato a la Presidencia del Gobierno en las elecciones generales de finales de año. Naturalmente, el propio Rajoy ya se ha postulado para esa candidatura, pero el PP podría evaluar otras posibilidades, sobre todo estando Aguirre casi infrautilizada haciendo oposición en el Ayuntamiento de Madrid. La cosa, pues, para Rajoy es difícil: si no la nombra candidata a la alcaldía de Madrid, malo; pero si la nombra y no sale elegida por mayoría absoluta, podría competir con él para ser candidata a la presidencia del Gobierno, entre otros motivos, porque Rajoy sabe muy bien que Esperanza Aguirre está mejor valorada que él en todas las encuestas sobre liderazgo y reconocimiento de los ciudadanos sobre sus políticos. He ahí uno de los grandes problemas de Rajoy para descifrar su futuro.
El drama de Esperanza Aguirre, o sea que nadie quiera pactar con ella para ser alcaldesa-presidenta de Madrid, puede convertirse en una tragedia para Rajoy. Le sale una competidora muy seria y con respaldo popular. Por eso, precisamente, la dirección del PP da manotazos sin sentido a la hora de hablar de los candidatos y demora, casi hasta el límite, los nombramientos, cuando el resto de los partidos ya están en precampaña electoral con sus respectivos candidatos al frente.