San Lorenzo de El Escorial, entre el 28 y 31 de mayo de 2020.
Nadie negará una cierta efectividad de Vox, PP y Ciudadanos en la sesión de control al Gobierno del día 27 de mayo. Se trasladó al Parlamento la gran sospecha de la calle: el Gobierno de Sánchez ha perdido su poco crédito y legitimidad para gestionar la crisis de la Covid-19. Pareció y fue una genuina sesión de denuncia y control político. Pero, pasadas unas horas, uno tiene la sensación de que Vox sigue demonizado, el PP ridiculizado y C´s devorado por el Gobierno. Aunque no soy partidario de proyectar sensaciones personales sobre el espacio público-político, hoy mis bajas pasiones han ganado mi mente y capacidad distanciamiento. Mi espíritu de objetividad ha sido arrebatado por la simpleza de la emoción. Toco con mis palabras las exageraciones tabernarias del español medio y expongo sin rigor la cólera del español sentado.
Y digo: todo el espacio político se reduce al matonismo verbal del vicepresidente del Gobierno y al implacable autoritarismo de Sánchez. Ha sido destruida la Oposición. La democracia en España es solo una palabra carente de sentido y significado. Mala retórica para rellenar las páginas de los periódicos. Solo hay una cosa cierta. El Gobierno de España está dirigido por el carácter destructivo de Sánchez. Parece un político de diseño para España. Es el hombre modelo para dirigir una sociedad encerrada sin cadenas. Es la española una sociedad lobotomizada por una derecha estulta, especialmente en términos intelectuales y políticos, y una izquierdona ridícula y anacrónica, apoyada por una universidad de boquilla y unos medios de comunicación al servicio del poder. En este contexto histórico y social tengo la sensación de que Pedro Sánchez aún durará mucho. Su carácter destructivo lo hace cada día más fuerte. Siempre tiene a la vista algo para destruir. Donde otros ven grandes obstáculos, él ve vías para seguir en el poder. Destruye y destruye todo lo que se le opone para abrirse caminos. A salir a campo a campo abierto para seguir destruyendo. Eso le hace más juvenil y jaranero.
Y, además, Sánchez no quiere que nadie le entienda. Cuanto más malentendidos, que él provoca constantemente, más reforzado sale. Sánchez es, sí, el tipo ideal, en términos weberianos, para adoctrinar y amaestrar una sociedad poblada de cobardes y malandrines sin otros objetivos mejores que llenar la andorga y recibir un subsidio sin trabajar. Estas son las condiciones reales en las que trabaja para sí mismo el Gobierno de España. Vagancia y comida, hedonismo barato y valores degradados, pillaje y corrupción, sociedad sin elites y gentío sin cabeza son las condiciones reales donde hunde sus raíces el proceso de aniquilación que ha impuesto el gobierno social-comunista no sólo sobre la Oposición democrática, sino también sobre cualquier intento de mejora y excelencia intelectual que proceda de algún ámbito de la llamada "sociedad civil".
Ese proceso de destrucción de la democracia pluralista, dicho sea de paso, que no tiene parangón en Europa, no ha sido enfrentado por la Oposición con determinación. Más bien, los profesionales políticos de la Oposición se han encontrado cómodos disfrutando de las mamandurrias retributivas del sistema. Yo diría que los dirigentes del PP no harán nada serio en términos políticos. Solo esperarán… Creen que el poder lo heredarán de modo parecido a como Rajoy lo "recibió" de Rodríguez Zapatero. No darán batalla cultural alguna y menos ideológica. No responderán a los tópicos políticos e ideológicos, casi todos falsos, del Gobierno, ni utilizarán con decisión los mecanismos del poder legislativo que tiene la Oposición. Y, sobre todo, seguirán dando palos de ciego, cuando se refieren a que la izquierda quiere destruir el Estado. Falso. Hablan como pollos sin cabeza. El Gobierno está acabando sencillamente con la Oposición, porque esta no comparece o lo hace con cobardía. El gobierno no destruyen el Estado sino las instituciones democráticas, porque la Oposición no tiene cabeza ni corazón para defenderlas.
Y qué dicen los medios de comunicación de la derecha sobre el liderazgo de Sánchez al frente del Gobierno. Nada, o peor, coinciden con los de izquierda diciendo generalidades vacías. Nunca hablarán del carácter destructivo del personaje. Tomo dos cronistas del domingo, Pedro García, de ABC, y Anabel Díez, de El País, y dicen más o menos lo mismo: la pandemia ha desgastado políticamente al Gobierno, que ha cometido numerosos errores en la gestión de la crisis. Las relaciones con la oposición se han tensado hasta llegar a un grado de crispación que superan todo lo visto desde la Transición. Ni siquiera los medios de derecha se atreve a calificar a Sánchez de político cercano al autoritarismo, por ejemplo, el citado Pedro García, dice que "no faltan quienes acusan a Sánchez de haber sucumbido a la tentación autoritaria y al menosprecio de las libertades". Y los de El Mundo, en un editorial antológico por melifluo, después de mostrar algunas trampas y engaños del Ejecutivo para desmotar totalitariamente instituciones públicas, y después de poner en evidencia las presiones del Ejecutivo contra la justicia y un alto mando de la Guardia Civil, escriben que hay una "deriva iliberal(sic) del Ejecutivo socialcomunista". ¡Deriva iliberal! Gracioso lenguaje.
Después de dos años al frente del Gobierno, este Sánchez se mantiene en el poder como el primer día que insultó a Rajoy en un debate televisivo. Mucha gente le tiene pánico. Porque tiene, por desgracia, arrestos. Le sobra osadía y carácter para saber que la derecha está acobardada y dividida. El resto son mandangas.