Al fin, bendito sea Dios, alguien del PP habla con cierta cordura de las desigualdades. FAES reconoce lo evidente. La realidad acaba imponiéndose a la ideología. Hay desigualdades serias, graves y terribles en España. La injusticia social ha crecido de modo terrible. No exagero. Es real. Está a la vista de todos. Los salarios son muy bajos, mientras que los beneficios de algunos empresarios son peor que desmesurados, son ganancias injustas para una sociedad cada vez más empobrecida. Hay beneficios empresariales susceptibles de pena de prisión. Sí, sí, a la cárcel tendrían que ir determinados empresarios que pagan miserias por trabajos inhumanos. Sí, hombre, hay personas en España que trabajan en casi régimen de esclavitud, mientras que sus empleadores, a veces vinculados a partidos políticos, sindicatos y órdenes religiosas de carácter educativo, están haciendo su agosto. Sí, hombre, en épocas de crisis hay empresarios sin escrúpulos morales que explotan a sus trabajadores sin que los gobiernos pongan limitación y sin que los sindicatos muevan un dedo. Por no decir nada de cientos de periodistas, gente preparada y con magníficos currícula, que solo trabajan en verano por unos cuantos euros…
La ocultación ideológica de esas terribles circunstancias, bajo el pretexto de la crisis económica, ha sido la mejor manera de que siguieran creciendo las desigualdades. ¡Cuántos mamarrachos se están forrando a costa de la crisis! Y, además, no tienen mala conciencia por el régimen de explotación que han impuesto en sus empresas o chiringuitos para forrarse. La ocultación ideológica de esas desigualdades ha corrido a cargo de todo tipo de instituciones y, a veces, no ha sido la del Gobierno la más falsificadora de la realidad. Me parece que hay medios de comunicación, periódicos, instituciones educativas y culturales que solo han tenido un impulso: negar las desigualdades que crecían por toda España. Más aún, cuando aparecía algún informe desagradable sobre la pobreza en España, por ejemplo, los de Cáritas, no se comentaban, o peor, se adoptaba una posición de desprecio…
Como si el asunto de las desigualdades no fuera con nosotros, hablábamos de países aún más pobres que España, por ejemplo, Grecia; como si hablar de la brecha entre ricos y pobres fuera de mal gusto, hablábamos de lo bien que se lo pasan los españolitos haciendo vacaciones con los suegros en el pueblo. Es de risa, en efecto, si no fuera una cuestión trágica. Terrible. Los salarios miserables de los trabajadores españoles eran inimaginables hace 15 años, pero se niega por todas partes el discurso sobre las desigualdades…
La ocultación de un problema es el peor remedio para solucionarlo. Ahora, por suerte, parece que se le prestará cierta atención, entre otros motivos, porque es un asunto vital para reactivar la economía. Eso es lo que se ha puesto sobre la mesa en un seminario de FAES sobre las desigualdades sociales en España…