O Europa salva a Grecia o aquí no se salva nadie. O Europa, o sea, todos los europeos, hacen un esfuerzo tremendo por rescatar a Europa o nos hundiremos todos. Obama lo sabe y, además, sabe que, mientras el euro no sea una moneda frágil, EEUU no podrá competir con China. Las declaraciones sobre la situación límite de España no tienen otro objetivo que "fragilizar" al máximo al euro, como moneda de referencia del comercio mundial, para que en su lugar se alce el dólar-USA. El mensaje de Obama es claro y, por desgracia, tiene toda la razón sobre la situación de España. Quizá, por eso, por mostrar con nitidez lo límites de Europa, Obama, a pesar de lo que mantengan algunos analistas políticos, no es un Zapatero en EEUU. Por el contrario, con estas declaraciones ha vuelto, una vez más, a distinguirse del oportunismo de la casta política española.
Obama aprovecha la ocasión para su país, pero está lejos de ser un mero oportunista como los representantes de la casta política española. Obama, como en la muerte de Bin Lade, vuelve sobre la noble fregona de la Fortuna política. La Ocasión, dice la filosofía popular española, la pintan calva. Se equivoca nuestro refranero, aunque por poco, porque los griegos siempre la pintaron con unos pocos y largos pelos que apenas dibujaban las crines de un equino. Sin embargo, esta Sansona femenina, que siempre fue la ilustre criada de la Fortuna, tiene su fuerza en esos pocos cabellos. Quien a ellos sabe asirse, como dijera nuestro gran Quevedo, sabe defenderse de los corcovos de su ama la Fortuna. Pues eso es, exactamente, lo que ha vuelto a hacer Obama, cuando menos le sonreía la Fortuna política, es decir, cuando su popularidad y prestigio presidencial está por los suelos, quiere hallar en el ofrecimiento de la Ocasión, de una Europa que camina a la deriva, una forma de salvar a su país.
A pesar del absoluto desconcierto de Europa, no creo que Obama sea capaz de darle la puntilla ni a España ni a Europa. Pero, al menos, sus declaraciones nos han mostrado que no es lo mismo prestar atención a la ocasión que ser un oportunista. En efecto, Zapatero, representante máximo de la casta política española, es un oportunista: jamás tuvo un criterio firme sobre cómo gobernar el país, y ha cambiado sus "políticas" no tanto en función de la circunstancias como de las órdenes recibidas de Europa. Sus dos inmediatos seguidores en la lista de la casta política tampoco se distinguen por tener criterios serios para sacar este país de la ruina: por un lado, Rubalcaba no deja pasar un sólo día sin señalarnos una "propuesta" que, en el mejor de los casos, es contradictoria respecto de lo que venía haciendo cuando era miembro del Gobierno; por otro lado, Rajoy sigue guardando silencio sobre las grandes propuestas que hará para sacar a la nación de la ruina, incluso elude problemas fundamentales como el del idioma español en Cataluña. Puede que el oportunismo de Rubalcaba sea peor y más dañino que el de Rajoy, pero, nadie en su sano juicio, dirá que Rajoy es un hombre comprometido con unos principios, serios e inamovibles para sacarnos del marasmo; el silencio de Rajoy es, a veces, estremecedor, aunque diga que apoya todas las medidas de María Dolores de Cospedal, altamente estimulantes, en Castilla-La Mancha.