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Aldeanismo político

La cosa es más difícil que elegir entre dos opciones, dejemos que la indeterminación democrática se resuelva el día después de la elección, no antes

Un ademán escéptico dibuja en el aire el hombre libre que se prepara para votar el 28 A. No quiere refugiarse en el seguro retiro de la contemplación y las formas. Rehuye la estética de la retirada, pero de ningún modo quiere entregarse a ese correr loco de la política española. El buen ciudadano español camina por la vida pública con impaciencia desdeñosa. Carece del vigor de quienes están consagrados a mostrar las contradicciones íntimas de la España de Felipe VI, pero de vez en cuando eleva el tono de voz y dice: ¡Basta, ya, señores de la prensa, de darle lecciones a la sociedad española! Es molesto, sí, para el votante español el "aldeanismo" político de algunos periodistas que aleccionan a Vox y PP para que vayan juntos a las elecciones del 28A. Aún es es más ridículo y pueblerino tratar de entender a Cs al margen de Vox y PP. Y aún es más destortolado cuestionar que el partido de Rivera no quiera saber nada con Pedro Sánchez.

Exhibiendo un pragmatismo ridículo, que está lejos de tener alguna verosimilitud, incluso concediéndoles que el sistema d´Hont, o sea, de asignación de escaños en función de los votos, pudiera darles la razón en las circunscripciones electorales más pequeñas, esos periodistas no están dispuestos a respetar lo real. Lo obvio. Tratan de negar la realidad política. Reducen la rica y compleja vida política española a técnicas electorales. Conforman o imaginan mayorías antes de someterse al proceso de votación. Aparte de ingenuidad o ideología perversa, esa actitud refleja un afán cuasi totalitario para transformar la complejidad del proceso democrático, que nos lleva a la elección, a un acto mecánico que está lejos del espíritu moral de la política. Si la política no incluye la moral, entonces desaparece la ética y la política…

Tiendo a pensar que esos periodistas están tan interesados por reducir lo complejo, el espíritu democrático, a una mera técnica aritmética para formar mayorías, que a veces caen en la mera mercadería periodística. No parecen dispuestos a aceptar el riesgo que implica la aparición de tres partidos políticos en un mismo "espectro" o franja del mapa político. Riesgo, en verdad, corren todas las formaciones políticas que no se mueven por los rulos ideológicos, por las fórmulas perversas, que tratan de aplicarles los periodistas que sólo ven derecha-izquierda, buenos-malos y, en fin, blancos o rojos. Porque la cosa, en efecto, este 28 A es más complicada, muchísimo más difícil, que elegir entre dos opciones, dejemos que la indeterminación democrática se resuelva el día después de la elección y no antes. No arruinemos el espíritu público democrático que ha surgido, sin duda alguna, de forma difícil y arriesgada en los últimos años por unos cuantos miles de votos… ¿O acaso piensa alguien que si hubieran concurrido en coalición esos partidos, habrían conseguido conformar esas "sugerentes" listas de candidatos al Congreso y al Senado?

Porque la sociedad española más avanzada, exactamente la misma sociedad que está a años luz del siglo XIX y del aldeanismo político de los analistas de provincia en la capital, ha demandado más y mejor democracia, el 28 A concurrirán tres partidos políticos que de modo claro y distinto no juegan con la base de la democracia: la Nación española. Los españoles quieren tres partidos nacionales para que sus líderes no mercadeen con lo fundamental: España. El resto no cuenta.

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