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José García Domínguez

Colau y el tocomocho de la Copa América

Semejante cuento, el de que una regata de pijos anglosajones en aguas del puerto de Barcelona iba a cosechar audiencias similares al Mundial de fútbol se lo colaron también a la Moncloa.

Ada Colau. | Lorena Sopêna / Europa Press

¿Quién hubiera podido ser lo bastante pardillo como para tragarse que el tercer evento deportivo más seguido por los espectadores de televisión en todo el planeta —desde los de América y Oceanía hasta los de África, Europa y Asia— resultaba ser uno ignorado por la mayoría del público español? Bueno, pues solo podía tratarse de alguien como Ada Colau, la anterior alcaldesa de Barcelona. Fue ella, la pretendida antisistema Colau, sí, quien compró semejante moto al clan ambulante de pícaros y buscavidas neozelandeses que un día se plantó en su despacho para venderle el gran "chollo" de organizar la Copa América de Vela.

Y sólo a cambio de una pequeña subvención a fondo perdido (y bien perdido) de cuatro perras. Nada, apenas 59 millones de euros, a apoquinar entre el Ayuntamiento, la Diputación, la Generalitat y el Gobierno de España. Un auténtico regalo. Porque semejante cuento, el de que una regata de pijos anglosajones en aguas del puerto de Barcelona iba a cosechar audiencias similares al Mundial de fútbol, se lo colaron también a la Moncloa. Naturalmente, lo del enorme impacto mediático del asunto, con su parejo rédito publicitario para Barcelona, una urbe muy necesitada de darse a conocer puesto que sólo recibe 17 millones de visitantes anuales, se ha demostrado que era una trola.

Así, aquellos 941 millones de telespectadores que les prometieron a los membrillos del Ayuntamiento, al final, se han quedado en 68 muy raspados. Cualquier partido entre el Barça y el Madrid consigue más del triple de esa audiencia. En fin, a falta de la liquidación de cuentas oficial, la certeza generalizada es que ese pretencioso circo no ha dejado ni un duro en la ciudad. Incluso han tenido que falsificar la cifra de visitantes para maquillar el fiasco (en los 2,5 millones de supuestos "visitantes" han incluído a las decenas de miles de vecinos del barrio y otros barceloneses que sencillamente transitaron a diario por las calles próximas a la zona del evento para atender a sus asuntos). Qué magnífico guión para una comedia de Berlanga.

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