Albania y el hipócrita escándalo humanitario
Me preocupa que los humanitarios no se acuerden del socialdemócrata Rama, que lleva once años de primer ministro, cuando hablan estremecidos de los centros italianos.
Los humanitarios han ido a Albania en misión de emergencia para denunciar que Italia envíe allí a inmigrantes ilegales con el objetivo de desincentivar los flujos migratorios que recibe. Los humanitarios se han apresurado a censurar el proyecto seguramente porque la iniciativa parte de la señora Meloni, a la que definen como ultraderechista peligrosa. Todo lo que haga Meloni tiene que ser malo por esa razón. Yo echo de menos, sin embargo, algún comentario sobre la otra parte contratante. A fin de cuentas, esos centros de retención de inmigrantes se instalan en virtud de un acuerdo entre el Gobierno de Meloni, la ultra, y el Gobierno de Edi Rama, el socialdemócrata primer ministro albanés, exbaloncestista y buen amigo de Pedro Sánchez, tanto que le visitó en su día para que apoyara su candidatura a la presidencia de la Internacional Socialista y le recibió este enero en Moncloa sin reprocharle que hubiera dado su okey a la "burbuja italiana donde los inmigrantes son invisibles" (titular de El País).
Me preocupa que los humanitarios no se acuerden del socialdemócrata Rama, que lleva once años de primer ministro, cuando hablan estremecidos de los centros italianos, pero me preocupa más que estén dejando a Albania a la altura del betún. Por cargar contra el plan de Meloni, dan de Albania la imagen de un país tercermundista y de un país donde no se respetan los derechos humanos y en el que se puede montar tranquilamente algo que describen como cárceles o campos de concentración. Esta imagen negra choca, por ejemplo, con el espaldarazo que dio Sánchez al ingreso de Albania en la Unión Europea cuando estuvo aquí su amigo Rama. Pero no hay incoherencia ni incongruencia en la que nuestros humanitarios no se metan a fondo. La causa es quizá que su humanitarismo pesa menos que su interés por exhibirse como humanitarios.
Mientras los equipos humanitarios de emergencia se llevan las manos a la cabeza por lo de Albania, pasa desapercibido que hay desde hace años dos acuerdos de la UE para retener a migrantes con países mucho más problemáticos, como Libia y Turquía. Lo de Turquía, que acoge a más de 3 millones y recibe miles de millones a cambio, salió hace poco en los papeles por haberse detectado abusos, pero de Libia apenas se habla. Hay, sí, una reciente auditoría del Tribunal de Cuentas de la UE del fondo de emergencia europeo destinado responder "a las causas profundas de la migración, la inestabilidad y los desplazamientos internos en África" que revela que sus enviados no tuvieron permiso de las autoridades libias para entrar en los centros de retención o detención que financia Europa. El porqué de la prohibición no lo explicita. Pero este y otros interesantes detalles de la auditoría no han sido del interés de nuestros humanitarios ni de nadie.
Entre los proyectos de la UE en Turquía y en Libia y el de Italia en Albania hay, a primera vista, una diferencia importante. Los centros de retención construidos en Albania se consideran territorio italiano, por lo que allí rige la ley italiana. Mientras los humanitarios no demuestren que Italia se ha pasado al lado oscuro, tenemos que pensar que en esos centros se van a respetar los derechos de los migrantes. Se van a respetar, en todo caso, mucho más que en los centros y campamentos de Turquía y Libia que pagan todos los europeos. Claro que la diferencia que importa a los humanitarios es de otra naturaleza. Es la diferencia política y se llama Meloni.
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