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Emilio Campmany

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¿En qué estarían metidos para que el grueso portero de discoteca temiera que la Guardia Civil hubiera pinchado el móvil del presidente del Gobierno?

Pedro Sánchez. | Europa Press

El caso de Pedro Sánchez es extraordinario. Sólo en el Giulio Andreotti aliado de la mafia y asesino por omisión de Aldo Moro puede encontrarse algo parecido. Y, sin embargo, tiene lógica pues, si por mantenerse en el poder es capaz el tío de liberar al asesino de Miguel Ángel Blanco, que se dice pronto, no será sólo para disfrutar de las vistas desde el Falcon.

Aunque todavía no haya pruebas susceptibles de ser empleadas para obtener una condena penal, a nadie se le escapa que los millones robados por la trama Koldo-Aldama jamás habrían podido afanarse sin la complicidad del 1. No es casualidad que Koldo, además de preguntar en su momento si estaba intervenido el teléfono de su jefe inmediato, Ábalos, preguntara también por el del patrón, Pedro Sánchez. ¿En qué estarían metidos para que el grueso portero de discoteca temiera que la Guardia Civil hubiera pinchado el móvil del presidente del Gobierno?

Koldo García no es por tanto el hombre de confianza de Ábalos en la trama corrupta de la que hoy empieza a atisbarse su volumen. Es el de Pedro Sánchez. Por eso fue Santos Cerdán, el verdadero introductor de Koldo en la banda, quien sustituyó a Ábalos en la secretaría de organización del PSOE. La pregunta sale sola: ¿por qué Sánchez, cuando se entera de las trapisondas de Koldo, fulmina a Ábalos y encumbra a Cerdán, siendo los dos responsables del ascenso del exescolta?

Sólo hay una respuesta. Mientras Cerdán sólo puso a Koldo al servicio de los intereses de Sánchez, Ábalos se tomó la libertad de emplearlo también para sus industrias. No sólo, sino que encima lo hizo sin tomar las necesarias precauciones. Esto ha permitido a la UCO dar con las andanzas de Koldo y, al investigar las trapisondas de Ábalos, está a punto de dar con los tejemanejes del presidente. Ábalos podía haber querido compartir con él a su mujer y Sánchez se lo habría perdonado, pero utilizar para sus chanchullos el mismo testaferro que él, le resultó algo digno de la mayor de las penas, el cese.

El otro imprescindible del sainete es Aldama. Si hubo una pila de millones de euros para él, ¿qué no habría para Ábalos y Sánchez? O a lo mejor, esos millones no son suyos y él se limita a custodiarlos para otro.

Y, finalmente, están las casualidades. Que Aldama quisiera implicar en sus negocios al hijo del presidente de Portugal y oculte parte del dinero en ese país, que es donde ha fijado su residencia el hermano de Sánchez, puede ser una casualidad, pero huele peor que la colonia de Bolaños. Y que el mismo Aldama, junto con Manuel Hidalgo, coincidiera con Begoña Gómez en un hotel en San Petersburgo tiene también su aquél. Para hacer todo eso es para lo que necesita Sánchez los votos de Txapote y Puigdemont, el muy infame.

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