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Anna Grau

Boicobardes

Sobre la mentira y la hipocresía sistemática nunca se ha construido ninguna paz ni nada bueno.

Dos pancartas que pedían boicot por un lado y por otro llamaban nazi a Israel. | C.Jordá

Muy subiditos están los que piden el boicot por tierra, mar, aire y todo lo imaginable contra Israel. Escribí hace tiempo (décadas antes del 7 de Octubre) que en este país había dos temas de los que no se podía debatir sosegada ni equitativamente. Uno era el procés catalán. Otro, la cuestión palestina. En cualquiera de estos dos temas, si ibas en contra de la opinión dominante, te la estabas jugando. Civilmente, profesionalmente y hasta humanamente.

Otro día si quieren analizamos en qué punto estamos respecto al procés. Obviamente, respecto a lo de Israel estamos peor que nunca. A veces tengo la impresión de que nuestra sociedad necesita evacuar cómo sea determinada masa crítica de intolerancia y hasta de odio. El que antes andaba repartido entre los dos polos mencionados, parece concentrarse ahora casi en exclusiva sobre cualquiera que ose hablar con normalidad de lo que está pasando en y con Israel.

La Universidad de Barcelona es una universidad pública, quizás la más importante de Cataluña. Se la suele llamar la "Central". El pasado 8 de mayo, un claustro extraordinario de esta institución —pública, insisto— aprobó la Moción de Apoyo a Palestina en los Claustros de las Universidades Públicas, que para empezar a hablar exige "romper toda relación institucional o académica con universidades, institutos de investigación, empresas y otras instituciones israelíes como mecanismo de presión sobre el Estado de Israel hasta que detenga el genocidio contra el pueblo palestino y acabe con el sistema de apartheid, tal y como se hizo con el boicot a Sudáfrica durante la época del apartheid" (sic).

No sé a ustedes, pero a mí me llama la atención la maniquea contundencia de semejante toma de posición, que deja poco o ningún margen a la discrepancia sobre conceptos tan delicados como "genocidio" y "apartheid". Haciendo un sobrehumano esfuerzo de empatía —cualidad que en este tema yo veo muy mal repartida…—, puedo entender que activistas antisemitas hagan suyo este feroz discurso y lo expresen en un campus. Menos normal me parece que ese campus les pertenezca en propiedad y no deje hablar a nadie más.

Esta universidad, insisto, pública, es decir, que se financia con los impuestos de todos, exige romper el acuerdo marco de colaboración con la Universidad de Tel Aviv y, atención, cancelar todos los acuerdos y convenios por ejemplo para hacer prácticas en "cualquier empresa vinculada al conflicto". Para ello se remiten a una lista de empresas señaladas que circula ya. Conscientes de su propio y tajante apresuramiento, admiten ellos mismos que esta lista habrá que verificarla con cuidado. Pero, a la espera de ese engorroso trámite, optan por cortar por lo sano y romper "cautelarmente". Si se equivocan con alguna empresa, ya la repescarán.

¿Qué empresas figuran en esa lista, y por qué? Como buenamente hemos podido, hemos recopilado algunos ejemplos y algunos datos:

Espero haber ayudado (gratis) a la Universidad de Barcelona en sus tareas de depuración y reparto de estrellas amarillas empresariales. Si me llegan más inputs, ya los comunicaré.

Saben, alguna vez me ha intrigado la prudencia, por no decir timidez, de la comunidad judía de Barcelona (no sólo, pero sobre todo) ante el actual estado de cosas. Que implica por ejemplo que no se pueda celebrar ni un festival de cine israelí sin cambiar la ubicación a última hora y sin los Mossos a la puerta, armados con toda la parafernalia antidisturbios. Pero el boicot a empresas es asunto delicado, pérfidamente delicado. Me imagino que cuando sabes que hay en juego tantas cosas, vete a saber cuántas inversiones, puestos de trabajo, etc, tienes que hilar muy fino y contar hasta diez antes de reaccionar.

Hasta los de la Universidad de Barcelona lo saben… cuando les conviene. Porque atención a algún detalle exquisitamente pragmático de su dichosa Moción de Apoyo. Después de presumir, ufanos ellos, de que la UB no tiene ningún proveedor israelí "y así seguirá", admiten que sí tiene "convenios con la Unión Europea como participante en consorcios para el desarrollo de proyectos europeos de investigación e innovación" que de algún modo involucran a Israel. Normal, no van a investigar e innovar nada si se asocian con Hamás o con Hezbolá. Esto hasta el más espeso lo sabe.

¿Van a romper fulminantemente estos convenios con la UE, como sería lo suyo, visto lo ardiente de sus soflamas? Pues parece que eso no, porque, ojo al dato: "Detener la participación de la Universidad en estos proyectos no sería en ningún caso un mecanismo de presión sobre el Estado de Israel. Los proyectos seguirían adelante, pero sin la UB. Por tanto, las personas perjudicadas serían únicamente los investigadores y las investigadoras de la Universidad de Barcelona y los trabajadores y trabajadoras contratados para estos proyectos, ya que verían frenada su tarea y su financiación. Tal medida, en definitiva, sólo comportaría la vulneración de la libertad académica de las personas implicadas en estos proyectos". En lugar de boicotearlos ellos, entonces, van a pedir que sea la UE la que amablemente "eche" a Israel de los mismos.

No está mal. Aparte de lo incongruente que resulta hablar de "libertad académica" en este sofocante contexto, da hasta risa —o podría darla en otras circunstancias— ver cómo, en casa del boicoteador, boicot de mentirijillas cuando puede afectar a sus propios intereses. A chollos a los que está claro que no les apetece nada renunciar.

¿Boicot, boicobardía o tomadura de pelo? Ahí va un mensaje que espero que aproveche hasta a los antisionistasy antisemitas más encantados de haberse conocido: se os ve el plumero, criaturas. Sobre la mentira y la hipocresía sistemática nunca se ha construido ninguna paz ni nada bueno. Por si quedaba alguien que no se hubiera dado cuenta aún.

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