Escrivá y la abolición de la prostitución
Si de verdad desde el PSOE quieren abolir una práctica repugnante y dañina podrían empezar por acabar con estos dedazos denigrantes.
Que Pedro Sánchez entiende la democracia y las instituciones como una gran mucama a su servicio personal es algo que ya sabíamos, allí donde puede colocar a un esbirro que le sirva lo coloca, si tiene que usar una empresa pública para pagar un favor lo paga, si necesita CIScarse en un centro, una institución o un organismo público no duda, lo hace sin pestañear un segundo, sin que se le mueva un milímetro la comisura de los labios.
Así, ha venido colocando a una tonelada de lacayos en cargos para los que no estaban preparados –ahí tienen cómo han dejado Correos– o desde los que hacen más por el PSOE que el portero de Ferraz, hasta hundirse ellos y la misma institución que representan en un descrédito total. Ejemplos de esto los tenemos todos en mente: Tezanos y sus ridiencuestas, el fiscal general casi imputado, los ministros que pasaban de la cartera al Constitucional… Alarguen ustedes la lista que a mí me da pereza.
Sí, estoy de acuerdo con ustedes en que el principal culpable de esto es el propio Sánchez con sus maneras de dictadorcito y su desprecio total por las formas y la democracia misma. Pero no es el único.
Por ejemplo, esta infamia no sería posible sin contar con la complicidad de una parte muy importante de la prensa y las televisiones que, de haber hecho Rajoy o Aznar cosas parecidas, habrían llamado a la revolución desde el minuto uno, pedido dimisiones y fusilamientos y, como mínimo, llenado Génova de antorchas. Ahora, en cambio, callan o tiran del ridículo argumentario de Ferraz, que regurgitan en editoriales o tertulias como papagayos y sin ningún sentido del decoro.
Y, sobre todo, tienen la culpa los que se prestan a esos actos de prostitución democrática, ya sea por el cargo que no merecen, por obediencia sectaria, por el dinero, por el poder aunque sea prestado por el amo, por vanidad…
Escrivá, sin ir más lejos, sabe que él no debería ser gobernador del Banco de España, que ni lo merece ni tiene la cualificación, que no se puede pasar del Consejo de Ministros a una institución presuntamente independiente sin enmierdarla hasta el techo. Pero acepta y, lo que es mucho peor, ejercerá el cargo como correa de transmisión de los deseos del sátrapa.
En los últimos años el PSOE ha hablado mucho de la abolición de la prostitución, un negocio privado en el que cuando las dos partes consienten libremente de verdad no se hace daño a nadie. Si de verdad quieren abolir una práctica repugnante y dañina podrían empezar por acabar con estos dedazos denigrantes, que rebajan a los agraciados a la condición de fulanas y fulanos de la política y las instituciones al rango de lupanares.
Y que me perdonen las trabajadoras sexuales la injusta comparación, porque la meretriz politoxicómana más arrastrada de Calcuta es mucho más digna profesionalmente que Escrivá: ella al menos no engaña a nadie, seguramente no ha tenido muchas más oportunidades y, sobre todo, solo prostituye su cuerpo, que es muchísimo menos malo que prostituir la Democracia.
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