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Santiago Navajas

Una ministra andaluza, de rodillas ante Pujol

No deja de ser lógico que María Jesús Montero haya traicionado sus raíces culturales y políticas andaluzas porque ¿es posible traicionar lo que se desconoce?

La ministra de Hacienda, María Jesús Montero, en el Congreso. | Fernando Sánchez / Europa Press

En la investidura como Honorable de la Generalidad de Salvador Illa, vimos a la ministra Montero, socialista y sevillana, riéndole las gracias al padre de la casta corrupta catalana, independencia fiscal mediante. Alguien debería explicar a la sevillana que cuando Pujol decía que el andaluz es un "hombre poco hecho" se refería también a las andaluzas.

También cabría explicarle a la ministra sevillana quién fue el ministro andaluz Clavero Arévalo. Originario de Sevilla, dio clases de Derecho en la Universidad de Salamanca a Adolfo Suárez y en Sevilla a Felipe González. Fundó el Partido Liberal Andaluz que se integró en la Unión de Centro Democrático, en cuyo nombre fue el primer Ministerio para las Regiones y, posteriormente, del ministro de Cultura. Entonces fue cuando Clavero Arévalo realizó un gesto que no cabe en la cabeza de un ministro actual: dimitió. Y no por ningún escándalo de corrupción, como sería el caso hoy, sino, todavía más incomprensible para los que cambian de opinión cada vez que necesitan un voto ajeno, por principios: mostraba así su rechazo a la negativa del gobierno de Suárez de reconocer a Andalucía un régimen autonómico al mismo nivel que las denominadas "nacionalidades" (un invento lingüístico de Pujol). Además, fue uno de los líderes a favor del "sí" en el referéndum autonómico del 28 de febrero de 1980.

Cuarenta y cuatro años después, María Jesús Montero es uno de tantos exponentes de la degradación política española en general y de la debacle social y cultural andaluza en particular, que tras décadas de socialismo muestra datos preocupantes de haber perdido la dignidad intelectual, el coraje cívico y la lucidez política que llevó a Clavero Arévalo y la mayoría de los andaluces a alzarse contra los señoritos de ocho apellidos nacionalistas que pretendían una asimetría en libertad e igualdad entre españoles. Que Montero se postre ante las exigencias de los amos de Sánchez era previsible, ya que es el reverso mediocre de lo que fue el excelente ministro de Suárez: soberbia y gritona con los ciudadanos de a pie desde su cargo de ministra de Hacienda, sumisa y sonriente con los que manejan la masía catalana al estilo de los terratenientes antiguos en los cortijos andaluces.

Clavero Arévalo dimitió para "demostrar al resto de España que lo que se consiguió en Andalucía no lo habían hecho catalanes ni gallegos" y consagró una metáfora famosa para mostrar su visión de España como una y plural desde la igualdad liberal: "Café para todos". Lo que significa que, mal que les pesase a Pujol y Tarradellas, los ciudadanos catalanes son iguales en derechos constitucionales a los andaluces, extremeños y murcianos. Fue capaz de enfrentarse a su Gobierno porque quiso una Autonomía plena por el 151 para Andalucía. En la editorial Almuzara, Clavero Arévalo reeditó El ser andaluz, donde evidencia que el patriotismo puede ser el último refugio de los canallas, como decía Samuel Johnson, pero también el primer escalón de un patriotismo virtuoso hacia el cosmopolitismo ilustrado. Como se canta en el himno andaluz ¡Sean por Andalucía libre, España y la humanidad! Pedía a los jóvenes que valorasen su herencia específica andaluza, del flamenco a la tauromaquia pasando por la gastronomía y la arquitectura, los modos de hablar y las peculiaridades de las costumbres, pero sin caer jamás en la insolidaridad económica, el supremacismo cultural y la xenofobia étnica, las auténticas señas de identidad del PNV a Junts pasando por Bildu y ERC.

No deja de ser lógico que María Jesús Montero haya traicionado sus raíces culturales y políticas andaluzas porque ¿es posible traicionar lo que se desconoce? Además de "destruido", también Jordi Pujol describía al hombre andaluz como incoherente, anárquico, poco hecho e ignorante. Curiosamente, una retahíla de insultos que se pueden aplicar perfectamente al corrupto expresidente catalán de la Generalidad y a la incompetente ministra andaluza de Hacienda. Pero no por catalán ni por andaluza, sino porque comparten como individuos la misma miseria cultural, mental y espiritual. A Clavero Arévalo le concedieron el título de Hijo Predilecto de Andalucía y hoy, no me cabe ninguna duda, sería el primero en salir a defender de nuevo el ideal humanista y la solidaridad económica del Estado de las Autonomías porque, decía en 2015, "sigo pensando lo mismo. Mejor café para todos que para uno solo. España está mejor conjuntada si el derecho a la autonomía lo pueden disfrutar todos y no se reserva sólo para algunos". Y subrayaba que a los catalanes no les roban los españoles, sino su propia casta extractiva que presume de butifarra y barretina para esquilmar los dineros de los catalanes. Una casta extractiva ante la que se arrodilla la ministra socialista y andaluza de Hacienda. Podemos imaginar al cínico Pujol pensando mientras veía arrastrarse ante él a la alelada Montero: "Una de los nuestros".

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