Ha llegado la hora de terminar con la satrapía de Maduro

La capacidad de resiliencia y de ilusión del pueblo venezolano merece toda la admiración del mundo civilizado, de aquel que cree que las libertades son sagradas, que la separación de poderes es la esencia de la democracia y que confía en el estado de derecho. Lo que está pasando en Venezuela no sorprende, ¿acaso conocen alguna dictadura comunista que haya perdido un referéndum?, ¿que haya dejado el poder voluntariamente?

Todo lo que viene pasando en Venezuela desde la llegada de Chávez al poder es inimaginable si no se ha estado allí, si no se han visto cómo se hacen los negocios, cómo se comportan los sindicatos, como se reparten las prebendas y como se arman a milicias que hacen de policía religiosa del régimen. Nadie es capaz de cuantificar los miles de muertos que tiene a su espalda esta dictadura. Quizás algún día conoceremos cómo en Argentina y Chile lo que fue un régimen de terror alimentado por todas las potencias totalitarias del mundo y con la complicidad de muchos progresistas.

No duden de que María Corina será detenida y exiliada, en el mejor de los casos. Maduro tiene un buen maestro en el manejo de la tortura y del polonio para eliminar a la oposición y lo va a seguir haciendo mientras su hijo se pasea en su deportivo de oro por los casinos de Europa, mientras las hijas de Chávez viven del saqueo del país y sus acólitos adquieren viviendas millonarias en Miami, ese asqueroso refugio del capitalismo. El expolio que se ha hecho a uno de los países más ricos del mundo no tiene comparación en la historia moderna, habría que remontarse al absolutismo para encontrar un régimen tan represor y ladrón.

El régimen de Maduro tiene tanto dinero y maneja contratos con tanta arbitrariedad que todos los lobistas sin escrúpulos se dejan ver por los barrios buenos de Caracas de la mano de empresas internacionales que hacen su agosto siempre que abonen las correspondientes comisiones en Suiza, y acompañados y escoltados por altos oficiales del régimen, que son el verdadero salvavidas de Maduro. Es esta red de negocios que involucra a tantos la muralla contra la que chocan los demócratas.

La lista de regímenes que apoyan a Maduro acumulan millones de muertos políticos a sus espaldas: Siria, Rusia, China, Nicaragua, lo mejorcito de cada casa. De Occidente, solo España, que tanto podría hacer por la democratización del país, pero cuyo gobierno aboga por la continuidad del régimen se pone como el gran Chiquito que no sabemos si va o viene, ¿sabremos algún día porque luchamos contra Putin y luego apoyamos al instrumento que exporta el autoritarismo y el terrorismo a Latinoamérica de la mano de Putin?

¿Qué hace la flota rusa en La Habana durante estas elecciones? Proteger a Maduro, en Cuba, ese otro destino añorado por una izquierda trasnochada que confundía la libertad con el libertinaje al que se abrazaban durante sus visitas a La Habana, algo asqueroso y repugnante. La Rusia contra la que mueren nuestros aliados ucranianos es el salvavidas de Maduro, y todavía no sabemos llamar a las cosas por su nombre, ponernos sin fisuras en el lado correcto.

¿Por qué existe una corriente de simpatía en la izquierda radical hacia los regímenes autoritarios? Porque mientras que la derecha y la izquierda tradicional estaban dispuestos a renunciar a sus principios para salvar la democracia, veamos el caso de Macron en Francia, esta izquierda radical, al igual que la extrema derecha, están dispuestos a renunciar a la democracia para salvar sus principios. Es lo que debemos entender y por eso es tan importante que el PSOE se desenganche de esta teoría de que todo vale para sacar adelante una política supuestamente progresista, olvidando que la base fundamental del progreso y la justicia social es la democracia representativa y la separación de poderes.

Lamentablemente, nadie hará nada, una vez más, por el pueblo venezolano, que a pesar de las persecuciones, de los secuestros políticos, volverá a la calle a manifestarse mientras que Masduro se carcajea como Nerón viendo el incendio de Roma.

Decía Thomas Jefferson que el árbol de la libertad debe ser regado de vez en cuando con la sangre de patriotas y de tiranos, de los primeros ya llevamos demasiada, es hora de que les llegue a los segundos. Ha llegado la hora de salir a las calles, de ocupar los cuarteles, de salir de una vez a terminar con esta satrapía y devolver la voz al pueblo. La pantomima de estas elecciones y el ridículo del manejo de los datos recuerda a aquellas mesas del referéndum franquista donde había más votos que censados.

La comunidad internacional ya reconoció a un presidente ganador y no sirvió de nada, ahora toca dar una vuelta de tuerca e investir al candidato opositor como presidente, su reconocimiento internacional y emitir una orden de busca y captura contra los dirigentes chavistas y detenerlos y ponerlos a disposición de la justicia. No tengo ninguna duda que eliminada la cabeza, todo irá mucho mejor y el pueblo venezolano volverá a la prosperidad que nunca debió perder.

Así que frente al tenebroso "patria o muerte, venceremos" de Fidel, pasemos al "Patria y Vida" y pongámonos todos de una vez manos a la obra para meter entre rejas al chavismo y devolver el poder al pueblo soberano, al que se quedó y al que se exilió. Una izquierda que sufrió como pocos el exilio, ¿no es capaz de compadecerse de un país que han abandonado más de siete millones compatriotas huyendo del régimen y de su miseria?, ¿tan bajo hemos caído? Si Machado levantara la cabeza, se avergonzaría de los que bailan al son de un régimen que ha expulsado a la quinta parte de su población. Pero en el fondo ya nada nos sorprende, ¿verdad?