El giro a la derecha de Occidente nos va a costar un potosí
España no puede depender de que un anciano tome la decisión correcta para definir su futuro ni desligarnos de los principios de la democracia liberal.
La defensa de España descansa en la OTAN y en la Unión Europea, y estos dos grandes baluartes de Occidente están a punto de sufrir una revolución de tal calibre que, sea cual sea nuestra posición, nos debe abrir los ojos sobre cómo seguir garantizando nuestra seguridad. Con esto no quiero significarme sobre si la dirección de los cambios es buena o mala, solo afirmo que para España, con independencia de que gobierne Vox o Podemos, estos cambios van a tener grandes implicaciones en nuestro posicionamiento internacional y en nuestra política de Defensa.
Esta nueva derecha, por llamarla de alguna manera, carece de uniformidad y resulta difícil encontrar puntos de vista comunes, pero en algo coinciden todas: en un nacionalismo más acentuado frente al internacionalismo y la globalización y en un cabreo exacerbado ante los acontecimientos que no entendemos o nos superan. Nunca ha habido menos miseria, guerras y pobreza en el mundo, y muchos no ven más que problemas porque el éxito del mundo es su extinción.
En esto coinciden desde MAGA a Putin, Xi Jinping, Bukele, Meloni, Orban, Le Pen, Maduro y todos los movimientos nacionalistas que incrementan su peso político en Europa y también en América Latina. A partir de ahí, todo resulta disperso: religión, derechos, inmigración, liberalismo, intervencionismo etc. pero todos estos movimientos acentúan algo que no nos es ajeno a los españoles: los problemas vienen de fuera, y por tanto no somos nosotros los que tenemos que corregir nada sino simplemente cerrar nuestras fronteras y volver a nuestro tradicional modo de vida de hace cincuenta, cien o doscientos años, como si eso fuera posible.
La Defensa de España siempre ha mirado hacia fuera, primero con los primos de las dinastías europeas, luego con nuestro ferviente anticomunismo con los pactos con Estados Unidos, que cada vez que se produjo un conflicto no sirvieron de. mucho. De hecho, perdimos un tercio del territorio español frente a una, entonces pequeña potencia militar como Marruecos. Nadie como Franco para saber lo peligroso que era tener un ejército bien armado y moderno. Con la entrada en la OTAN y en la Unión Europea se culminó esta dejación o externalización de nuestra seguridad.
España pudo disfrutar de un bajo gasto en Defensa en el supuesto de que nuestros aliados siempre estarían dispuestos a dar la cara por nosotros. En este entorno, nuestra industria de Defensa, cada vez más competitiva, buscaba en sus alianzas en Europa, su progreso natural. No puedo asegurar que con el Frente Nacional como fuerza mayoritaria en Francia, y Trump en la Casa Blanca, este modelo pueda ser válido por más tiempo. Entre nuestra política con Israel y los cambios en nuestros aliados, nos quedamos en una situación muy debilitada, tanto industrial como tecnológicamente. Como siempre que Francia se vuelve fuerte y mira a Italia, Reino Unido y Alemania, que serán socialdemócratas en pocos días, buscarán un reequilibrio, pero los ingleses siempre serán ingleses y ahora fuera de la UE, más, así que solo nos queda Alemania, aunque no puedo asegurar que pronto no pudiera producirse una enorme convulsión política en el gigante europeo, y ahí sí que apaga y vámonos.
Más allá de que vayamos tejiendo alianzas con los gobiernos social demócratas o liberales que van quedando, que cada vez son menos, con Francia y Estados Unidos a lo suyo, quedamos más huérfanos que Oliver Twist.
España debe ser autónoma al 100% en su política de Defensa y tener plena libertad de acción para garantizar nuestros intereses en aquellas zonas de conflicto que nos afectan, y esto pasa por un fortalecimiento de nuestras fuerzas armadas, con más efectivos y mejor preparados y con una inversión en Defensa mucho más significativa que este 1,1% del PIB en el que nos estamos moviendo. Soy consciente que algunos dirán que esto no es necesario, pero si no lo era, ¿por qué hemos puesto tanto ahínco en las alianzas militares internacionales?
El nacionalismo en Francia siempre le ha ido mal a Europa, y nosotros somos el país con más frontera e intereses con nuestro vecino del norte, y todo lo que pasa allí nos concierne y mucho. Los agricultores empoderados boicotearán nuestros productos, algunos comenzarán a tratarnos una vez más como norteafricanos, y los intereses industriales franceses primarán sobre la cooperación y la globalización. Francia y su grandeur aparecen unidas cada cierto tiempo y nos pasan la factura a todos.
España no puede depender de que un anciano tome la decisión correcta o no para definir su futuro, ni tampoco podemos desligarnos de los principios de la democracia liberal porque, ojito, que los extremos se unen y Le Pen está tan cerca de Putin como Maduro y como el gobierno de España de Maduro. Todas las apuestas por debilitar el modelo constitucional y el consenso básico van en la misma dirección, acentuar una mayor dependencia del autoritarismo, que a algunos que van de demócratas les resulta atractivo, ¡quién pudiera gobernar sin oposición solo teniendo que pactar con los que están dispuestos a vender su voto por unos arreglillos que no amenazan la estabilidad en Palacio!
Total, que la broma nos va a suponer una factura adicional de unos 10.000 millones de euros anuales, es decir, llegar al 2% del PIB en 2025, y comenzar a construir una Defensa con su industria autónoma, potente y moderna, lo que tardará muchos años. No es cuestión de orgullo nacional sino de responsabilidad; es como nuestro seguro de vida, si no lo hacemos vamos a sufrir y mucho en los próximos años. No se trata de ser autónomos para ser independientes que sería básicamente defender lo mismo que defiende esta nueva derecha nacionalista, sino de tener una posición más sólida a la hora de establecer alianzas inevitables.
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