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Agapito Maestre

Espíritu rebelde o mentalidad esclava

Ningún ucraniano quiere ser ruso. El deseo de libertad se lleva mal con la Rusia de Putin.

Entrenamiento de civiles en Ucrania | EFE

Claro que Ucrania tiene una historia ligada a Rusia. Y claro que los rusos están dentro de Ucrania, pero no desde 2014, como presumen algunos comentaristas políticos, sino desde los propios fundamentos de Rusia como nación y como imperio; desde la Rusia de Kiev hasta la Rusia moscovita, desde la Rusia soviética de la tiranía de Lenin y Stalin hasta la Rusia neosoviética de Putin, los rusos nunca faltaron de Ucrania. Siempre, sí, estuvieron los rusos en Ucrania. Pero, desde los orígenes de los tiempos, o sea también desde siempre, es claro que Ucrania y los ucranianos tuvieron terribles roces, tensiones y peleas contra los rusos a los que llamaban despectivamente moskali. Los ucranianos jamás dejaron de considerar a los rusos como opresores y explotadores de Ucrania. Nunca desaprovecharon ocasión alguna para luchar por sus libertades y el reconocimiento de sus peculiaridades nacionales y culturales. Todas las circunstancias históricas eran buenas para escapar del yugo "moscovita". En ese combate permanente contra los rusos forjaron su espíritu rebelde. Es el gran legado de los ucranianos para las próximas generaciones. Su voluntad de rebeldía contra el opresor sigue intacta. En esto se parecen a los polacos que también formaron parte del Imperio de los zares. Junto con los polacos, y contando con el beneplácito del entonces anti-imperialista Lenin, los ucranianos se rebelaron con determinación y valentía durante la Revolución Bolchevique, cuando el régimen zarista se desintegraba; se separaron del viejo imperio y, además, consiguieron su propia autonomía dentro del nuevo "imperio" soviético. Fueron más lejos, sí, los polacos y los finlandeses que los ucranianos al separarse y crear estados independientes, pero el espíritu de rebeldía de Ucrania permaneció intacto. Este deseo de libertad volvió a manifestarse, cuando el régimen estalinista se tambaleaba ante el empuje del ejército nazi, porque los ucranianos recibían al invasor alemán como un libertador del yugo soviético (ruso). Y también Ucrania, cuando la URSS de Gorbachov estaba tambaleándose, me insiste el gran cronista político de la Rusia del siglo XX que es Boris Cimorra (La caída del Imperio Soviético, 2021), fue la República que más contribuyó al descalabro y derribo de la Unión Soviética y una de las primeras en separarse de la URSS. Al fin, Ucrania proclamó su independencia gracias a su espíritu de combate por la libertad. Y siendo ya independiente, fue también una de las primeras que decidió salirse por completo de la zona de influencia de Rusia para integrarse en la Europa democrática. El origen del conflicto actual entre Ucrania y Rusia no es otro que el odio de Putin, el ex teniente coronel de la KGB, al hombre rebelde que lleva todo ucraniano en su corazón. El déspota querría extirparlo y sustituirlo por la mentalidad "esclavista" del ruso de todos los tiempos. Un imposible. La libertad nunca soporta a los lacayos. La plebeyez es lo contrario de la rebeldía. No será fácil doblegar a los ucranianos por mucha quinta columna de los rusos en la franja de Donbass. Calle, pues la derechona de comparar a Ucrania con Cataluña. Y, sobre todo, revisen conjuntamente la izquierdona y la derechona su común prejuicio: los ucranianos tienen el "corazón partío". Falso. Ningún ucraniano quiere ser ruso. El deseo de libertad se lleva mal con la Rusia de Putin.

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