Colabora
David Vinuesa

¿Conocen la leyenda del Atlético y los 2.000 de Oporto?

El conjunto rojiblanco brindó el pase a octavos a 2.000 seguidores que no dudaron en viajar para animar a su equipo.

El Atlético en octavos. | EFE

Comentaba en mi columna anterior, la que corresponde a la resaca de la victoria del Mallorca en el Wanda Metropolitano, que dentro de una gran familia, sea la que sea, están los que se bajan del autobús cuando la cosa va mal y los que se suben a uno en dirección a Oporto cuando todo hace indicar que lo mejor es quedarte en casa. Y respetando a los primeros, porque no soy nadie para quitarle el carné de atlético a ningún aficionado, siempre me quedaré con los segundos. Siempre.

Ahora, después de la victoria del Atlético en Oporto, me rindo aún más ante esos 2.000 aficionados que fueron a Do Dragao a creer cuando no todos creían. A exigir animando, no a exigir abandonando. Porque sí, señoras y señores, se puede exigir sin bajar y subir del barco constantemente. Aunque los seres superiores de la victoria digan lo contrario, se puede exigir de otra manera. Ser ambicioso en la victoria es muy sencillo, pero serlo en las derrotas es mucho más complicado. Y ahora, que le digan a esos 2.000 tíos y tías que son conformistas con su equipo cuando se han hecho kilómetros y kilómetros para ganar. Que les digan que son irracionales por apoyar a Simeone. Que les digan que celebrar unos octavos es demasiado. Que se lo digan desde el sofá y con un vasito de leche en la mano antes de irse a dormir. Ellos, mientras tanto, son y serán los 2.000 de Oporto. Ni trescientos ni trescientas. 2.000 rojiblancos y rojiblancas convirtieron la Termópilas portuguesas en una película de Disney Pixar para todos los públicos. A ellos, mi reconocimiento.

Reconocidos los de fuera, ahora toca hablar de los que estuvieron dentro del terreno de juego. Lo dije tras el duelo ante el Milan y lo mantengo ahora. La fase de grupos del Atlético ha sido muy mala. Decepcionante. De hecho, si de un estudiante se tratase, lo más justo hubiese sido quedarse fuera para darse cuenta de que los deberes no se dejan para el último día. No se estudia a última hora después de no coger los libros durante semanas. Tampoco se hace una primera parte tan acomplejada como la que se vio anoche. Sin embargo, la realidad es la que es y, guste o no, el Atlético está en octavos de final porque en el cómputo global ha sido mejor que Oporto y Milan. A los portugueses les sacó cuatro puntos de seis y a los italianos tres. "Es lo que hay", como diría Koeman.

Eso sí, al Atlético, ese estudiante que a última hora se miró el último tema de los seis que entraban, le tocó precisamente esa ‘pregunta’ en la segunda parte y logró aprobar gracias al gol salvador de Griezmann. Ese 0-1 del redimido Antoine lo cambió todo. Fue tan importante que hubo un momento en el que la gente olvidó que Luis Suárez se había lesionado, que Oblak había vuelto a ser el salvador de su equipo y que en defensa estaban jugando de centrales Kondogbia y Vrsaljko junto a Mario Hermoso. También desapareció del cerebro después la falta de inteligencia emocional de Carrasco con su expulsión. Todo eso se olvidó. Y encima, para rematar la faena, Cunha se sacó de la manga otra expulsión rigurosa, Klopp le pasó una buena ‘chuleta’ a Simeone desde San Siro y la pareja Correa-De Paul finiquitó el encuentro y el pase a octavos. Casi nada, ¿verdad? Pues así son los exámenes de 90 minutos para el Atlético, de infarto.

Cerrado el pase, lo de Oporto tiene debe ser un punto de inflexión esta temporada. Sin excusas. Sin regates a la exigencia. Basta ya de ver al Atlético acomplejado. Basta ya de ver al Simeone dudoso. Se acabó estudiar a última hora. Toca ver al Atlético que tiene personalidad y que no tiene miedo a perder, porque sigo manteniendo que esto no va ni de sistemas ni de forma de jugar sino de sensaciones. Los rojiblancos, cuando se desatan, vuelan y cuando dudan tiemblan. Eso no lo hace un equipo que simplemente esta mal trabajado. Lo hace un equipo mal mentalizado y por lo tanto con menos mala leche de la que se le exige. Oporto debe matar esa bipolaridad. Basta de Doctor Jekyll y Mr Hyde. Atlético, no lo dudes más y sé Hyde de una vez por todas, que es el que nos gusta. ¡Desátate!

Por cierto, dos pinceladas más para terminar si me lo permiten. En el vestuario solo lloraba Vrsaljko. ¿Por qué? Porque tuvo una pierna destrozada por las lesiones y ayer, con media cara rota, juega como titular en una posición que no es la suya, sufre, gana y encima pasa de último de grupo a clasificarse. Traducción: el Atlético no llora por pasar a octavos, lloran otros porque pasa el Atlético. Además, Simeone suma ocho de nueve en clasificaciones para octavos de Champions. Supera a todo lo que había conseguido el Atlético antes en su historia. Siete veces pasó a octavos antes de 2011. A partir de 2013, ocho de nueve. Quizá haya motivos aún para creer en él. Quizá. Puede que hasta 2.000 motivos. ¡Nos vemos en febrero Champions! ¡Cuídate!

Temas

Ver los comentarios Ocultar los comentarios

Portada

Suscríbete a nuestro boletín diario