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Federico Jiménez Losantos

Semana roja en Iberoamérica: se crean dos, tres, muchos 'narcovietnams'

Como enfrente, desde la caída del Muro y la actual implosión cultural en Occidente no hay nada, la letal y ruinosa doctrina comunista ha vuelto.

Un grupo de constituyentes e indigenistas protestan contra el Estado de Excepción declarado en varias provincias de las regiones del Biobío y la Araucanía, en Chile. | EFE

En Enero de 1965, Ernesto "El Che" Guevara envió a la Conferencia Tricontinental de La Habana un pomposo "Mensaje a los pueblos del Mundo", del que sólo se recuerda una frase: "crear dos, tres, muchos vietnam", a la que, en realidad, seguía esta otra: "esa es la consigna". En Memoria del Comunismo (v. "El Che Guevara o el buitre fénix") cuento cómo el Che había sido ya condenado a muerte por Fidel tras dos años de secuestro en La Habana, una vez fracasadas sus aventuras guerrilleras en África y convertido en un incómodo terrorista sin empleo que buscaba padrinos en Moscú o en Pekín. Y mientras el Che daba tumbos por Bolivia camino de una muerte segura, Fidel, convertido en el sicario más fiel del Kremlin, reunía en Tropicana a la flor y nata del terrorismo mundial. El Che quedaba para mandar testamentos que captaran la imaginación de terroristas jóvenes, mientras los adultos intercambiaban armas y proyectos. Al poco murió el Che, que para eso lo mandaron a los Andes, y su foto ha sido la mejor propaganda de la causa más abyecta y criminal de la Historia.

Un enemigo, muchos frentes

Como en La Habana estaban todos los grupos terroristas del mundo, aquella frase del Che dio lugar a la escolástica habitual del leninismo, sobre todo tras la ruptura entre Moscú y Pekín que dividió el comunismo mundial hasta 1989. Incluso los trotskistas, condenados por las dos mecas rojas, la utilizaron para legitimar la "revolución permanente" de Trotski, gemela de la "revolución cultural" de Mao, que Moscú condenó por "aventurerismo". El desarrollo más coherente de la frase de Guevara fue el "foquismo" de Regis Debray, que peregrinó hasta encontrar al Che, jugó a matar chilenos y sobrevivió de milagro.

En realidad, la "vietnamización" del Che es, como todo lo suyo, un lugar común. Se trata de la ancestral táctica guerrillera de atacar con poca gente en varios lugares para inmovilizar una fuerza mayor pero estática y que se mueve en un entorno hostil. Mao la teorizó en "La guerra popular prolongada" y Sendero Luminoso la adaptó con terrorífico éxito en Perú. Pero es que Abimael Guzmán era mucho mejor estratega que el Che.

La existencia de muchos frentes necesita, para ser eficaz, que haya un solo enemigo. En La Tricontinental estaba claro: el capitalismo occidental. Por eso estaban ahí todos los grupos islamistas, empezando por la OLP de Arafat, que a través de Argelia o el Líbano entrenaba la URSS. Mientras, el Instituto Lumumba adoctrinaba en Moscú a jóvenes del Tercer Mundo, que se unían a cualquier guerrilla con la teoría puesta y la práctica por aprender. Pero a matar y a morir se aprende rápido. Centenares de miles de vidas se han perdido en la América galvanizada por el Che desde aquel lejano 1965. Pero como enfrente, desde la caída del Muro y la actual implosión cultural en Occidente no hay nada, la letal y ruinosa doctrina comunista ha vuelto.

Escenario de la subversión continental

Esta misma semana, en un teatro selvático de la Araucanía chilena, donde hace medio siglo anduvieron Debray y otros seguidores del Che, un grupo vagamente mapuche ha declarado la guerra al Estado Chileno, a su Ejército, enviado por Piñeira a patrullar zonas inaccesibles para la policía, y al sistema democrático, que contra lo esperado en las elecciones de este mes, podría no facilitar el proyecto bolivariano de una nueva Constitución asamblearia y plurinacional pero en la que no existe la división de poderes propia de la democracia parlamentaria occidental sino lo que el franquismo llamó "democracia orgánica", un régimen de corte mussoliniano y entraña comunista, en la que en vez de representantes de la Familia, el Municipio y el Sindicato encontramos a los Pueblos Originarios, los Sindicatos de clase y el Pueblo, eufemismo legitimador del frente único y el partido comunista.

Ese mismo día, el presidente argentino Alberto Fernández se reunía en Buenos Aires, en la Embajada del Méjico de AMLO y con la excusa de un libro que le han escrito a Evo Morales, con el expresidente boliviano y gran caudillo cocalero, padrino del gobierno de Sombrero Luminoso, y con Rafael Correa, expresidente de Ecuador y prófugo de la justicia de su país. Poco antes, el gobierno Fernández-Kirchner envió a su embajador en Chile que se ocupase de la defensa de Facundo Jones Huala, imputado por varios delitos de terrorismo y cabecilla mapuche. Este indigenismo comunista está respaldado por líderes históricos del terrorismo montonero, como Roberto "El pelado" Perdía, Eduardo "El negro" Soares, y su Asociación Gremial de Abogados de la República Argentina, que, junto a la mapuche María Nahual, que agredió físicamente a un fiscal, defiende a Elena Yparaguirre, histórica Nº2 de Sendero Luminoso y reciente viuda de Abimael Guzmán.

Las FARC y los falsos mapuches

El círculo de complicidades se cierra con un dato al que en su día no se prestó atención y que ha sido rescatado por periodistas de La nación: en el famoso ordenador de Raúl Reyes, cabecilla de las FARC, se encontraron correos del entonces líder de la guerrilla narcotraficante con Jones Huala. Y como las FARC y el régimen chavista, ahora madurista, de Venezuela, son uña y carne, no sorprende que el súbito y electoral alzamiento mapuche se financie desde Caracas, junto al narcotráfico y al clásico robo de maderas.

Retengamos este dato: en suelo mejicano, el presidente argentino agasaja a los ex-presidentes de Bolivia y Ecuador y pronuncia un discurso ferozmente anticapitalista y típicamente bolivariano, preludio del camino que puede emprender la Argentina si los peronistas pierden las elecciones y la impunidad judicial que para eludir gravísimos casos de corrupción tenía hasta ahora Cristina Kirchner en el Senado. Con dos años por delante y un futuro de prisión, pocos dudan que su país va a tomar un rumbo comunista. La pésima situación económica, que con el gobierno Fernández-Kirchner sólo puede ir a peor, dibuja un horizonte de violencia y desestabilización institucional, justo el caldo de cultivo de la subversión iberoamericana hoy.

El Gobierno peruano, con el terrorismo

Al mismo tiempo, en esta semana roja, se producían en Perú dos hechos que lo acercan a la dictadura comunista: de forma incomprensible, el Parlamento dio su confianza al Gobierno de Mirtha Vásquez, comunista menos zafia que Guido Bellido pero igualmente partidaria de liquidar el actual régimen constitucional y, como prueba del desastre parlamentario, la primera ministra defendía a un grupo terrorista que acaba de perpetrar el mayor atentado en la historia del Perú contra una instalación minera.

Eso sucedía al mismo tiempo que su gobierno sacaba al Ejército a las calles de Lima para combatir, en teoría, la delincuencia generalizada, en la práctica, para frenar las movilizaciones callejeras contra el desastre de la gestión de Castillo, que en sólo cien días ha conseguido arruinar el país, el de mejores resultados económicos de la región en las últimas tres décadas. Y perpetraba dos cambios sucesivos e inexplicados, seguramente ilegales, en la cúpula de las Fuerzas Armadas, rechazados en una durísima carta por generales en el retiro, con Chiabra al frente, que apunta a figura de futuro.

Esto demuestra, por si hiciera falta, que sin solidez institucional no hay tranquilidad ni prosperidad duraderas. Y Perú es un país gobernado por los que siempre han querido acabar con lo que le daba prosperidad. No nos sorprenda que Sendero Luminoso tenga ya un ministerio de la Coca en el VRAEM y que grupos terroristas perpetren espectaculares atentados contra las empresas mineras, ahuyentando la inversión extranjera. La cocaína es el único negocio respetable para los comunistas, de la Camarada Vilma en la selva al ex-premier Bellido o los Dinámicos del Centro, la banda de Cerrón que, presuntamente, aportó el dinero del narco para la campaña de Castillo. Se cree que por ahí esta pillado Castillo y nunca podrá romper con Cerrón.

El indigenismo contra la propiedad

El terrorismo mapuche simultáneo en Chile y Argentina, la absurda reivindicación de un Estado Mapuche desde el Pacífico al Atlántico, que nada tiene que ver con la historia real de los mapuches antes o después del descubrimiento y civilización españolas, ni siquiera con la independencia, prueban que, como en el indigenismo peruano aprovechado por Castillo, el antiespañolismo de López (C)obrador o las fabulaciones andinas de Evo, lo que se ha colado insidiosamente en la legalidad, especialmente argentina, es una legitimidad perdida en la bruma de una historia mítica por encima de la civilización liberal y del sistema republicano democrático impuesto, tras la independencia, en los antiguos virreinatos de la Corona de España.

Victoria Villarruel lo ha explicado perfectamente -pueden verse sus argumentos en YouTube- a propósito de las invasiones de tierras en el norte y el sur de Argentina, a partir de una reforma constitucional bastante absurda sobre los derechos de los "pueblos originarios", que nadie sabe ni quienes, ni cuántos son, indefinición que permite proclamarse indígena y apropiarse de las tierras, de propiedad privada o pública, con el único aval de unas organizaciones, las ONG en que se refugió el terrorismo de los 70, que dispensan títulos de propiedad sin capacidad legal para hacerlo, pero que aprovechan la mala conciencia del blanco supuestamente depredador. En realidad, para lo que sirven es para que los comunistas, disfrazados de indios, roben a sus anchas y destruyan toda forma de Estado de Derecho. El indigenismo es sólo la máscara pintarrajeada del comunismo del siglo XXI.

Corrupción y subversión

¿Y a qué conduce el establecimiento de tantas "zonas liberadas" por fuerzas comunistas aindiadas o no en toda Iberoamérica? Lo podemos ver en Bolivia y Perú, lo hemos visto en Colombia con las FARC y el ELN: a la extensión generalizada de cultivos de coca y a la producción masiva de cocaína, convertida en la divisa de la revolución. Los "dos, tres, muchos vietnams" del Che, convertidos en "dos, tres, muchos narcovietnams". El narcotráfico tiene además la enorme ventaja de que permite, casi obliga, a la corrupción de comunistas y burgueses, de la democracia y la dictadura. A esta semana roja iberoamericana le sucederán muchos meses, muchos años de narco-subversión, un arma para la que no están preparadas ni las democracias fuertes. Menos aún las débiles, las populistas, prácticamente todas las demás.

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