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José García Domínguez

¿Alguien ha visto un obrero en Podemos?

Los obreros no quieren saber nada de Podemos y, en justa reciprocidad, Podemos tampoco semeja que quiera saber nada de los obreros.

Yolanda Díaz durante el Congreso confederal del sindicato Comisiones Obreras. | EFE

En España, los obreros, y desde siempre, votan mucho al PSOE y algo, bastante menos, al PP. Además, también comienza a haberlos, aunque de momento no demasiados, que votan a Vox. Fuera de eso, los obreros no votan a nadie. Así, los obreros no han votado nunca a Ciudadanos, y mucho menos aún al PDeCAT, a la Esquerra o al PNV. Pero, sobre todo, a quien no votan los obreros es a Podemos. Pase lo que pase, atraviese el país una crisis severa o comience a resurgir tímida la prosperidad, llueva o haga sol, los obreros han demostrado en todas las convocatorias electorales que no quieren saber nada de Podemos. Nada de nada.

Los obreros no quieren saber nada de Podemos y, en justa reciprocidad, Podemos tampoco semeja que quiera saber nada de los obreros. De ahí que resulte mucho más fácil ver pasar un camello por el ojo de una aguja que toparse con un obrero en la dirección de Podemos. Ni en la dirección, ni en el grupo parlamentario. Como tampoco ocupando cargos públicos en los ayuntamientos y demás administraciones donde Podemos dispone de presencia. Podemos es un partido que no tiene absolutamente nada que ver con la clase obrera en sí, ni con los barrios de las periferias urbanas donde habita de forma prioritaria la clase obrera, ni con el estilo de vida y la subcultura de grupo de la clase obrera, ni con las ramas sectoriales de actividad económica propias de la clase obrera.

Tampoco con los gustos y hábitos sociales característicos de la clase obrera, ni con las maneras de socialización o el hábito indumentario de la clase obrera. Podemos nació, creció, se desarrolló - y algún día morirá - siempre lejos, muy lejos de la clase obrera. Y por eso lo definitivamente errado de interpretar que Podemos se juega mucho en su forcejeo con la proba funcionaria Calviño a cuenta del alcance último de la contrarreforma laboral. Bien al contrario, Podemos no se juega casi nada en ese terreno, que no es el suyo. Quien se juega mucho ante su base electoral en esa negociación es el PSOE. O sea, justo al revés.

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