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Emilio Campmany

España, entre Argelia y Marruecos

A lo mejor hay un español al que le interese conocer cómo va a defender el Gobierno nuestros intereses energéticos en el Magreb.

hdaniel - Flick

Mientras lágrimas afganas velan la mirada de la ministra de Defensa, muy cerca de nuestras fronteras se ha desatado otra crisis que apenas ha interesado a nuestros medios, distraídos en el interés humano que despierta la huida de Kabul. Argelia ha roto relaciones diplomáticas con Marruecos. "Bueno ¿y qué?", pensarán muchos. El asunto afecta a nuestros intereses como nación, si es que eso significa todavía algo en esta España que quiere que todo el mundo sea bueno y que piensa que lo conseguirá a base de quererlo mucho.

Las razones que da el Gobierno argelino no son convincentes. Acusa al reino alauí de respaldar a separatistas cabileños e islamistas radicales que a su vez son sospechosos de haber provocado los incendios que asolaron recientemente el país. También le acusa de haber mejorado sus relaciones con Israel, anatema de todo país árabe, a cambio de haber Estados Unidos reconocido su anexión del Sáhara Occidental. La conexión de Rabat con el partido independentista de la región de la Cabilia y de los islamistas del Rachad no está clara, aunque recientemente el Gobierno marroquí expresó su simpatía por el movimiento autonomista cabileño. Luego está lo de siempre, el Sahara. Argelia apoya al Frente Polisario en su ambición de dominar este territorio que, entre otras cosas, daría a Argel una salida al Atlántico. A finales de 2019 el Polisario anunció el fin del alto el fuego acordado en 1991, pero esto no se ha traducido en acciones violentas significativas.

Cabe sin embargo la posibilidad de que Argelia tenga otras razones para escenificar una escalada en sus tensas relaciones con Marruecos. El 31 de octubre próximo finaliza el contrato en virtud del cual el gas que Argelia vende a España y a Europa ha de pasar por territorio marroquí a través del llamado GME. Hoy, tras la construcción de otro gasoducto, el Medgaz, que transporta el gas directamente desde Argelia a Almería y que por ahora tan sólo es un complemento del GME, la compañía argelina Sonatrach, que explota los hidrocarburos del país, ha declarado que Medgaz tendría capacidad suficiente para transportar todo el gas que hoy día compran España y Europa a Argelia.

En su día ya generó cierto escándalo que España se empeñara en que el gas argelino pasara por Marruecos, para encarecerlo en beneficio del monarca marroquí. Hoy podrían ser los argelinos los que quieran golpear al reino alauita privándole de este pingüe ingreso aprovechando que el contrato vence dentro de un par de meses. O quizá Mohamed VI sea capaz en este plazo de satisfacer las exigencias argelinas, estén éstas relacionadas con la Cabilia o con el Sáhara o con ambas, y continuar cobrando el peaje por el paso del gas por su país mediante una renovación del referido contrato.

El caso es que ésta es una cuestión en la que España debería tener una opinión y defender del mejor modo posible sus intereses, bien para mediar y apoyar a nuestro vecino a cambio de por ejemplo controlar la inmigración ilegal a España, bien liberándonos de la tasa marroquí al gas argelino para que Rabat pague así los muchos desdenes que nos lleva últimamente hechos. Esto último quizá sea lo que merezca, para que así la próxima vez Mohamed VI se lo piense un poco antes de actuar contra nosotros. A lo mejor hay un español al que, además de saber cuántos afganos vamos a traer, le interese conocer cómo va a defender el Gobierno nuestros intereses energéticos en el Magreb.

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