El marco de la "invasión" de Ceuta: Lo visible y lo invisible
Lo único inexplicable es la miopía de la estrategia nacional de España ante el avance, ya evidente, de la ofensiva marroquí.
La Delegación del Gobierno en Andalucía reconoce ya que son más de 5.000 los marroquíes que han "invadido" irregularmente Ceuta ayer mismo salvando los espigones del Tarajal y Benzú. De ellos, 1.500 afirman ser menores de edad con lo cual no podrán ser expulsados de España de manera inmediata. Sin embargo, se advierte que la cantidad general de los marroquíes entrados en Ceuta puede llegar a los 9.000, más del 10 por ciento de la población total de la ciudad.
Lo visible es que Marruecos desde hace décadas suele usar a los inmigrantes, marroquíes o subsaharianos, como ariete de sus intereses inmediatos o estratégicos, ya sea la presión demográfica, electoral en el futuro, sobre las ciudades de Ceuta y Melilla; ya sea la consecución de acuerdos favorables a sus productos y empresas en la Unión Europea, ya sea el amparo de sus industrias de materias primas o turística perjudicando los destinos europeos y otros cabos.
Ya en abril más de cien marroquíes ensayaron esta vía de penetración en territorio español y en Canarias ya se ha visto cómo se ha usado una flota de cayucos para desviar la presión de la emigración procedentes del África subsahariana en plena pandemia de Covid.
Evidente parece para todo el mundo, salvo para la ministra de Asuntos Exteriores del reino de España, Arancha González Laya, que lo ocurrido ayer guarda una relación directa con la decisión del gobierno de Pedro Sánchez de dejar entrar en España de manera irregular a al jefe del Frente Polisario, Brahim Gali, para ser tratado de Covid, se ha dicho, en Logroño con nombre falso a petición del gobierno argelino.
Claro está, los servicios secretos marroquíes, más que adiestrados desde hace décadas y expertos en todo tipo de acciones, violentas incluidas, tardaron bien poco en adivinar el destino de quien es considerado por el gobierno marroquí un enemigo total y al que acusan de diversos delitos, asesinatos y violaciones incluidos. Lo ocurrido es la cara visible de una crisis que ya se alarga. Recuérdese que el gobierno español toma la decisión de socorrer por razones "humanitarias" a Gali tras la suspensión de una cumbre hispano-marroquí el pasado mes de diciembre.
Pero hay una cara menos visible, esto es, estratégica, en esta situación que ha puesto de manifiesto recientemente el Instituto de Seguridad y Cultura en su publicación sobre la nueva etapa de las relaciones entre España y Marruecos que sucede a la declaración del ex presidente Donald Trump del pasado 10 de diciembre "que reconocía la soberanía del Reino de Marruecos sobre el Sáhara Occidental" anunciaba que Estados Unidos abriría un consulado en el Sáhara y que negoció la normalización de relaciones entre Marruecos e Israel, nada fácil por la oposición de los marroquíes a la decisión. El nuevo gobierno Biden no ha corregido este rumbo, por ahora, ni parece que vaya a hacerlo.
El reconocimiento de la marroquinidad del Sahara Occidental ya ha tenido consecuencias que perjudican, sobre todo, a España. Desde siempre, Marruecos ha reclamado las ciudades de Ceuta y Melilla como propias, contra toda verdad histórica porque ya eran españolas siglos antes de la constitución del actual reino alauita.
El reconocimiento de Estados Unidos de la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental ha conllevado el trato militar preferente en lo que se refiere a la carrera de armamentos siempre existente entre Marruecos y Argelia. Esto es, Marruecos se está rearmando (22.000 millones de dólares han empleado en nuevas adquisiciones de armamento) y está fomentando la propia industria de defensa con ayuda de Arabia Saudí. Y e olvida que Marruecos ha reintroducido completamente el servicio militar obligatorio en 2020.
Las conclusiones del estudio del Instituto tras la firma en octubre de 2020 "Hoja de ruta para la cooperación en defensa 2020-2030 entre el Reino de Marruecos y los Estados Unidos de América", eran, antes de que se produjera la "invasión" de Ceuta, las siguientes:
1.- Hay un desafío para la seguridad nacional española "en una doble vertiente: por un lado, el conflicto entre Marruecos y Argelia podría alcanzar altos niveles de hostilidad, con efectos que se proyectarían por toda la región del Estrecho de Gibraltar. Por otro lado, el rearme marroquí y la consolidación de su control sobre el Sáhara Occidental podría, a más largo plazo, significar un desafío para la integridad territorial de España".
2.- En la estrategia marroquí se quiere seguir una agenda de expansión territorial acorde con el viejo concepto del "Gran Marruecos". Entre otras derivaciones, ello implica controlar las plazas de Ceuta y Melilla, piezas permanentes de esta estrategia.
3.-Como ya anunció incluso el primer ministro marroquí, Saad Eddine El Othmani, una vez controlado plenamente el Sáhara Occidental, deberían entrar en la agenda las plazas de Ceuta y Melilla. Es más, el premier marroquí afirmó que España apoya la postura de Rabat en el Sáhara a cambio de que Marruecos no plantee problemas en las dos plazas de soberanía española. Pero una vez quede consolidado el dominio marroquí sobre el Sáhara, ¿qué baza de negociación le quedará a España?
Ya sea visible o invisible, lo único inexplicable es la miopía de la estrategia nacional de España ante el avance, ya evidente, de la ofensiva marroquí. Del infame destino de la población hispano-saharaui, abandonada a su suerte por España, ya ni hablamos.
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