¿Hay algo que no quiera nacionalizar Iglesias?
La demagogia nunca es inofensiva, y hacerla con las vacunas del coronavirus es un colosal dislate.
El vicepresidente Iglesias ha logrado, una vez más, su cuota de titulares por unas declaraciones de las que se desprendía que, si tuviera “el poder político necesario”, nacionalizaría empresas farmacéuticas para asegurar que hubiera vacunas contra el coronavirus. Hay que congratularse de que Iglesias no tenga ese gran poder político, en cualquier caso. Pero en el caso de las vacunas disponibles, daría igual que lo tuviera. Ni siquiera con un súper poder político podría nacionalizar Iglesias las empresas que han desarrollado las vacunas de las que disponemos en la UE. Ni Pfizer ni BioNtech ni Moderna ni AstraZeneca ni ninguna de las restantes con las que ha firmado acuerdos la Comisión Europea son empresas españolas. El desarrollo de vacunas del coronavirus en España, lamentablemente, va más lento y con carencia de medios y personal. De eso sí que tenía que decir algo Iglesias, pero no lo dice. Lo suyo es la boutade demagógica.
La demagogia nunca es inofensiva, y hacerla con las vacunas del coronavirus es un colosal dislate. Decir, como dice Iglesias, que las farmacéuticas sólo pretenden “hacer negocios y grandes beneficios a costa de la salud pública” no hace más que sembrar desconfianza en las vacunas que se están poniendo. Si la desconfianza que alimenta el vicepresidente se tradujera en una mayor renuencia a vacunarse entre la población, eso sí que sería un atentado contra la salud pública. Iglesias es vicepresidente de un Gobierno que quiere que la mayoría de la población acepte vacunarse de forma voluntaria, y lo que acaba de hacer va en dirección contraria a ese objetivo. ¿Qué pretende? No vamos a pensar que no sabe lo que dice y cómo se va a interpretar. Está aprovechando el recelo ante las vacunas que todavía existe, aunque menguante, en parte de la población. Sus palabras dan alas a quienes dicen que las farmacéuticas, con tal de hacer negocio, las han sacado sin ensayos suficientes y vaya usted a saber qué efectos secundarios tienen.
Es la segunda vez en pocas semanas que Iglesias nos nacionaliza algo. Primero fue el amago con las eléctricas. Ahora es el turno de las farmacéuticas cuyas vacunas se han autorizado en la UE y que no podría nacionalizar, aunque tuviera súper poderes, porque no son españolas. Pronto le podrán hacer un libro que se titule El hombre que quería ser Hugo Chávez. Falta, no obstante, una pregunta obligada: ¿hay algo que no quiera nacionalizar Iglesias? Resulta que sí lo hay. La nación, la nación española, en concreto, a ésa la quiere desnacionalizar. Mucho habla de nacionalizaciones, pero para que las haya tiene que haber una nación. Iglesias, si mal no recordamos, está por una cosa plurinacional.
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