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Javier Somalo

Ni los barones ni Felipe González

No hay otro PSOE que el que está en el poder y las sucesiones lo van empeorando. Hubo otros socialistas, eso sí. Pero la tradición de callarlos a tiempo acabó con la especie. 

Felipe González, en la Universidad Europea de Madrid | EFE

Dicen los que quieren rescatar a Pedro Sánchez que, una vez que consiga aprobar los Presupuestos le va a cantar las verdades del barquero a Pablo Iglesias. La tesis es que el pobre presidente se está tragando todos los sapos que le hacen posible gobernar para después mostrarse tal como es: un español convencido que presume de bandera, que odia a Bildu y a Otegi, que cree que Torra es un racista consumado y que, como prometió, sigue sin dormir por culpa de Podemos.

O sea que cuando ya tenga las cuentas aprobadas, el país arruinado, al Ejército expulsado de los feudos de sus socios, a los etarras en casa, a los okupas con subvención y a los periodistas críticos en Soto, podrá presumir de toda la hemeroteca, fonoteca y videoteca que se le cae encima, quitarse el disfraz negociador, echar a Iglesias, darle un Ministerio a Arrimadas y respirar tranquilo. Menudo sacrificio personal por España. Hay gente que lo cree y no son sólo del PSOE.

Pero si la tesis del travestismo heroico fallara, la siguiente boya para reflotar al "otro PSOE" es la de los barones socialistas, los tres mosqueteros, siempre vigilantes. Y, ¿cómo va la cosa después de las tremendas arcadas que dijeron padecer por el pacto del Gobierno Sánchez-Iglesias con Otegi y ERC? Pues como era de esperar.

Guillermo Fernández Vara dice ahora que no es lo que "más feliz" le hace pero que "no hay otra (alternativa) porque hay gente que se ha quitado del medio respecto a la responsabilidad sobre el futuro de este país". Pobre Arrimadas. ¿Lo dirá por el PP? ¿O por él mismo? Pelillos a la mar. Si el día 11 de noviembre, el pacto significaba "un fracaso como país" que le hizo salir "a la farmacia a por un antiemético", un par de semanitas después las náuseas quedan en esto: "Aquí se trata de tener Presupuestos Generales del Estado, los cuales son además excelentes para España y Extremadura". Viva el Orden y la Ley.

Emiliano García Page no ha tenido mucha agenda debido a unos problemas de salud de los que espero que se recupere pronto. Además de ser reelegido como presidente de las regiones europeas vitivinícolas que no pueden servir vino en los bares cerrados, el presidente castellano-manchego ha buscado su refugio en Alfredo Pérez Rubalcaba con motivo de la presentación del libro de Antonio Caño a la que no acudió ni un solo representante de Prisa.

Dice Page: "En esta jornada recuerdo de una manera especial a mi amigo Alfredo. La biografía Rubalcaba, un político de verdad de Antonio Caño, no puede llevar mejor título. Porque su forma de entender la política y su actitud incluyente no pasarán nunca de moda. Ni en el PSOE ni en España". A mí su forma de entender —y ejercer— la política siempre me pareció de las más peligrosas pero tengo muy claro que de Franco nadie se olvidará para intentar que nos olvidemos de ETA y del 11-M y del papel que el simpático socialista, que eso sí lo era, desempeñó en la negociación íntima y claudicante con la banda terrorista y en la grosera manipulación política en los tres días que nos llevaron a votar después del peor atentado de nuestra historia. De la vaselina con ERC y de aquel "no tiene un pase" con Bildu, ni un pasito más.

Javier Lambán opta por la autocensura de su ya natural escaso arrojo: "Hay tanto ruido y tanta bronca en la política española que los que apostamos por el acuerdo, por la centralidad y por la búsqueda de una buena gobernanza para el país tenemos que empezar a ser comedidos en nuestras declaraciones". Pues nada, tres negritos menos, como era de esperar.

No estará todo perdido. Si los barones callan, escuchemos a Felipe González, que dice tener un "sentimiento de orfandad representativa". En cuanto a los pactos de Pedro Sánchez sostiene que "ni ERC ni Bildu están interesados en un proyecto que fortalezca a España (…) yo no les reprocho falta de coherencia, tienen coherencia y estrategia, como también Pablo Iglesias tiene su estrategia de llevarnos a un Estado plurinacional con derechos de autodeterminación y en eso, naturalmente, converge con Bildu y con ERC".

Qué bien habla, así da gusto. Pero cuando Carlos Alsina le pregunta si el PSOE tiene acaso una estrategia, a González le sale la tesis del travestismo: "Yo no soy capaz de juzgarlo pero ya veremos, una vez que pasen los presupuestos, cómo se define ese proyecto de España". Pues hombre, con esos presupuestos poco proyecto de España queda. Después dijo que él no habría aceptado una interlocución con Bildu por ser contrarios a los intereses nacionales y porque "quieren acabar con España como espacio público compartido" pero, "más allá de los problemas que hay del terrorismo, que ya está en el pasado y que yo no quiero utilizar". Pues el único defectillo que le veo yo a Bildu es que debería ser ilegal precisamente por esos "problemas" de terrorismo que no están en el pasado; en el pasado están las vidas que se llevaron por delante y en el presente, los atentados que quedan por resolver.  

Pues ya está. Eso es todo. Aun así, por si las palabras de Felipe González tuvieran algún efecto balsámico, el PSOE no tarda en salir a mostrar su especial cariño por el abuelito que, si evitara subordinadas, les daría mil vueltas.

Adriana Lastra ya había dicho antes: "Yo siempre escucho atentamente a nuestros mayores, pero ahora nos toca a nosotros. Somos una nueva generación a la que le toca dirigir el país y la dirección del Partido Socialista Obrero Español". Claro, se refiere a Celaá, Robles, Calvo, Ábalos… promesas del socialismo. O a Iglesias y Montero, mucho más próximos a ella en edad, ideas y experiencia. El propio González, parsimonioso, recomendó a la joven que se cuidara de mandarle callar. Creo que, en cualquier caso, debería suceder siempre al contrario.

Carmen Calvo cree firmemente que "la España que toca gobernar ahora es diferente a la de hace 20 años" y que la política de ahora es "mucho más compleja por muchas razones, por ejemplo porque el sistema de partidos es mucho más plural" y que lo que hay que tener es "claridad de objetivos", como lo son, dice, los presupuestos. "Es así de complejo y de simple al mismo tiempo", concluye Calvo, como cuando de pronto, en plena pandemia, se dio cuenta de que "Nueva York, Madrid, Teherán y Pekín están casi en línea recta, no exactamente pero en línea recta, en horizontal" porque es de suponer que en vertical, como ve a Madrid y Dublín, las líneas son algo más curvas. El caso es que aquello podía explicar la transmisión del virus. Qué se puede esperar…

¿De verdad le puede hablar Calvo a González de complejidad política cuando en el 77 se hizo famosa la "sopa de letras", llamada así por tanta sigla política? Bien es verdad que luego la cosa quedó en UCD, PSOE y AP pero alguna que otra complejidad sí tuvo la política antes de Calvo, aunque no se saliera del franquismo precisamente gracias a ellos. Y de eso, o del 82 no hace 20 años sino el doble.

José Luis Ábalos, siempre más pragmático, le recomienda a González que se cuide de los elogios de los que "trataron de llevarle a la cárcel". Caramba, qué curiosa memoria la de Ábalos. De pronto ha olvidado a qué partido pertenecía Mikel Zubimendi, el que soltó una bolsa de cal viva sobre el escaño del socialista Ramón Jáuregui en el parlamento vasco. Si le quedara muy lejos a Ábalos aquel 1995, tiene mucho más cercano el recordatorio que trajo Pablo Iglesias de ese mismo episodio en el Congreso de los Diputados. Fue el 2 de marzo de 2016: "Su problema es que le han prohibido pactar con nosotros. Lo dijo Felipe González, el que tiene el pasado manchado de cal viva". Entonces se quejaba, ahora es vicepresidente y se sienta con Ábalos en el Consejo de Ministros. Visto así, los que quisieron llevar a la cárcel a González no lo elogian, pactan con Sánchez y están en el Gobierno.

Dura poco la alegría de coincidir con Felipe González en cuestiones nacionales; se esmera más con Venezuela. Siempre pasa lo mismo: no hay otro PSOE que el que está en el poder y las sucesiones lo van empeorando. Hubo otros socialistas, eso sí. Pero la tradición de callarlos a tiempo acabó con la especie. 

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