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José García Domínguez

La aldea de los millonarios oprimiditos

Diríase se que la estelada es asunto particular de pijos y de ricos. Amén de los preceptivos tontos útiles de Madrid, claro.

El Ayuntamiento de Matadepera | Wikipedia/CC/Kippelboy

Con ninguna sorpresa y merced a la Agencia Tributaria, acuso recibo de que la muy recóndita, discreta y catalanísima población de Matadepera ha asumido el liderazgo de los municipios más ricos de España. Pese a topónimo tan disuasorio, resulta que la renta media de los matadeperanos, que supongo les dirán así, ronda los 218.000 euros por barba. Cifra más bien sideral a la que acaso no sea ajeno el hecho de que Manuel Lao, el de las tragaperras, vendiera el año pasado la sociedad matriz de su imperio por 2.500 millones a un tercero. Ya saben, lo de la estadística del pollo. Pero, al margen de esa eventual distorsión puntual, el pueblín de Matadepera ya contaba con una renta per cápita altísima antes de que Lao decidiera empadronarse allí; en concreto, rozaba los 60.000 euros en 2018. Asunto, el de lo muy bien que les va la vida a los de Matadepera, que no tendría interés mayor si no fuese por la nada baladí casualidad de que ese municipio resulta formar parte de los que cuentan con mayorías independentistas aplastantes entre sus concejales.

En concreto, el bucólico rinconcito rural poblado por nuestros millonarios domésticos cuenta con 12 regidores separatistas sobre un total de 13. La partida de Puigdemont, 8; Esquerra, 3; y los niños y niñas rebeldes de la CUP, 1. Ni un solo socialista, tampoco nadie de lo de la Colau. Normal, sobre todo, si se repara en que, según pericias demoscópicas realizadas por la propia Generalitat, apenas un exiguo 22% de los ciudadanos de Cataluña que se perciben a sí mismos como miembros de las clases menos pudientes se identifica con la causa separatista. Más normal todavía si se vincula ese dato con otro en extremo revelador. Pues, según la misma encuesta oficial de la Administración catalana, tan solo el 33% de los catalanes que carecen de un empleo remunerado barrunta que su situación personal mejoraría en algo tras romper con el resto de España. Añádase a ello, en fin, que un aplastante 86% de los encuestados locales de lengua materna castellana se proclama contrario a la independencia. Diríase se que la estelada es asunto particular de pijos y de ricos. Amén de los preceptivos tontos útiles de Madrid, claro.

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