Felipe VI no puede fiarse de Pedro Sánchez
El Rey está solo. El presidente del Gobierno ha sido uno de los principales actores de la operación de acoso y derribo contra la Corona.
Pudiera dar la impresión de que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, salió este martes en defensa de la Corona, pero creer tal cosa sería caer de bruces en el error ante un personaje que ha dado sobradas muestras de su predilección por decir una cosa y hacer la contraria. Estamos ante el hombre que jamás iba a pactar con separatistas vascos y catalanes y al que Podemos le quitaba el sueño, de modo que cualquier elogio de la Monarquía por su parte debe ser interpretado con fuertes dosis de prevención.
Que Sánchez se ratifique en el pacto constitucional no es más que pura palabrería por parte de quien se ha distinguido por sus indisimulados intentos de suplantar al Monarca en el plano institucional, lo que le ha llevado a hacer el ridículo en no pocas situaciones. El ego de Sánchez es de tal dimensión que se cree el jefe del Estado, y actúa en consecuencia. El presidente del Gobierno no es un aliado de la Corona ni un amigo de Felipe VI, como ha querido dar a entender incluso en su lamentable libro Manual de resistencia, sino alguien que no se detiene ante nada ni ante nadie con tal de detentar el poder. Sus pactos son la prueba de su falta de escrúpulos.
Para ser creíble en su defensa de la Monarquía debería empezar por prescindir de los elementos de Podemos en su Gobierno, ministros que se han lanzado sin disimulo a la cacería de Don Felipe cuando hace tan solo seis meses prometían cumplir fielmente las obligaciones del cargo "con lealtad al Rey". Tampoco estaría de más que parara los pies a personajes como Torra, inhabilitado por desobediencia pero que sigue al frente de la Generalidad hasta que el Supremo tenga a bien resolver su recurso. Un individuo que en sus delirios es capaz de llamar "corrupto" a Juan Carlos I mientras calla en el caso de los Pujol y se resiste a que la Generalidad se persone en el caso del 3%. Un tipo que ha calificado la marcha de España del rey emérito de "fuga", cuando ni siquiera está imputado, a diferencia de su patrocinador, el prófugo Puigdemont.
Felipe VI está solo. Pedro Sánchez ha sido uno de los principales actores de la operación de acoso y derribo, continuación del golpe de Estado que comenzó en Cataluña y prosigue con un Gobierno sustentado por los golpistas de ERC y los exetarras de Bildu. Los podemitas ni siquiera disimulan su propósito de abatir la Corona y conducir España y a los españoles a un enfrentamiento de imprevisibles consecuencias, mientras destrozan la economía y destruyen la concordia en medio de unas crisis sanitaria, económica y social a la que se debe añadir ahora la constitucional.
Lo dejó muy claro el ministro de Justicia, Juan Carlos Campo, cuando deslizó en el Congreso que estábamos en una crisis constituyente. A la vista está, y de manera cada vez más descarnada.
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