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Pablo Planas

Los enemigos de la Corona

Los auténticos enemigos de la Corona son el presidente del Gobierno, sus ministros y los medios del ‘establishment'.

Don Felipe y, en segundo plano, Pedro Sánchez | EFE

El Gobierno socialcomunista y no digamos ya los separatistas se han pasado de rosca en su ataque a la Corona. Las peripecias financieras de Juan Carlos de Borbón y las revelaciones de su examiga Corinna Larsen eran munición de primera en la cacería contra la Monarquía. Las bajas pasiones, el desamor, el despecho, el chantaje y la pura decadencia formaban un auténtico cóctel molotov. Con ese material se podían destruir los cimientos del Estado, la Monarquía parlamentaria sobre la que se construyó la Transición entre el franquismo y una democracia plena, operación política que fue uno de los acontecimientos históricos más felices y admirados del último cuarto del pasado siglo.

Sin embargo, tan grande ha sido la codicia, y tantas las prisas y los nervios, que el viento está empezando a virar. Y no sólo por el hecho de que los negocios del emeritus también acarreaban beneficios para las empresas españolas, a diferencia de lo que ocurre con los pelotazos de los políticos. Que personajes como Irene Montero, Torra, Puigdemont, Jordi Cuixart o Pere Aragonès se hayan lanzado a los tobillos de Juan Carlos y del Jefe del Estado es del todo contraproducente para la causa republicana. El rey emérito estaba metido hasta el cuello en arenas movedizas. Los antecitados se han puesto a chapotear en la charca y lo único que van a conseguir si siguen así es salvar in extremis el crédito del exmonarca.

Dice Irene Montero que "es difícil separar la corrupción de los Borbones de la institución". Tras esas declaraciones debería ser inmediatamente fulminada como ministra de Igualdad porque no se trata de los Borbones sino de un Borbón y a una ministra del Reino de España lo mínimo que se le podría exigir es que conociera y respetara el derecho a la presunción de inocencia. ¿Pero qué va a conocer Irene Montero nada? Además, si es difícil separar la corrupción de la institución, que hable con su pareja para ver cómo se puede separar el caso Dina de sus cargos como ministra y vicepresidente. Y no hace ni siete meses que prometieron lealtad al Rey...

Después está lo de Torra, quien no ha tenido reparo en encargar a su abogado Boye, condenado por su participación en el secuestro de Emiliano Revilla, que estudie poner una denuncia contra Juan Carlos por corrupción porque dice el gran inhabilitado que la corrupción hay que perseguirla venga de donde venga. Y lo asegura un tipo que no ha dicho ni pío sobre el tres por ciento o el saqueo de Cataluña a cargo del clan Pujol. Claro que Torra tiene justificación. Es tal su incompetencia e inutilidad a la hora de gestionar el rebrote del coronavirus que cualquier cosa le vale de cortina de humo. Recuérdese que este sujeto preside un Gobierno lleno de consejeros que se hartaron de decir que en un hipotético Estado catalán habría menos muertos por la pandemia. Sí, seguro. No hay más que ver lo bien que lo están haciendo con los rebrotes.

Luego viene Puigdemont, el prófugo, alias ‘Cocomocho’, quien tira por elevación y no se conforma con meterse con Juan Carlos sino que va a por Felipe VI, a quien llama "golpista". Sí, "golpista", han leído bien. Un individuo reclamado por la Justicia por dar un golpe de Estado llama "golpista" al Rey que contribuyó de manera sustantiva a desactivar dicho golpe de Estado. A Puigdemont se suma Jordi Cuixart, el presidente de la organización separatista Òmnium/Odium, condenado a nueve años de cárcel, quien pide que se registre la Zarzuela con el argumento de que la Policía ha entrado dos veces con orden judicial en la sede de su entidad, cuyo objetivo es sembrar el odio. Un fenómeno el Gandhi catalán.

Falta ERC, cuya aportación viene de la mano de Pere Aragonès, becario de Oriol Junqueras y vicepresidente del Gobierno regional de Cataluña. El hombre está en la fase de hacer méritos, razón por la que no tuvo mejor ocurrencia que calificar a los Borbones de "organización criminal". Pero Pere, por favor, eso es lo que el juez De la Mata imputa a los Pujol, de los que ni tú ni nadie de tu partido habéis tenido el valor de decir media palabra. Porque insultar al Rey en España es gratis, pero meterse con los Pujol en Cataluña, no.

A diferencia de los catalanes, los separatistas vascos se muestran mucho más prudentes. Saben a ciencia cierta que cualquier pronunciamiento por su parte en contra del Rey o de su padre no ayuda a los republicanos de España, el "país vecino". De ahí que se muerdan la lengua. Queda otra vez demostrado que son más listos que los separatistas catalanes, especialistas en tirar la piedra y enseñar la mano.

Pero estos no son los peores enemigos del Rey. Todo lo contrario. Cada vez que abren la boca en contra de la Monarquía pierde fuelle la operación para sustituirla por una república presidida por Zapatero, Sánchez o incluso Iglesias. Los auténticos enemigos de la Corona son el presidente del Gobierno, sus ministros y los medios del establishment que callan, miran para otro lado y dejan que comunistas y separatistas afilen la guillotina y quemen retratos del Rey sin que intervenga la Fiscalía, a diferencia de lo que ocurre con las prácticas de tiro con otros caretos.

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