Supongo que la carta abierta de la editora de Opinión del New York Times Bari Weiss mediante la cual presenta su dimisión y explica las razones por las que ha tomado tan drástica decisión es la que muchos periodistas habrían querido y quisieran escribir, aunque no se atrevieron ni se atreven todavía a hacerlo.
Siento una enorme admiración por la obra periodística y sus protagonistas, los periodistas. No sólo porque desde los 18 años ejerzo el periodismo por contratación y el independiente, además porque considero que, al igual que muchos escritores que han sido mis maestros literarios, también aprendí de ellos a aprehender del periodismo con la finalidad de enriquecer el cuerpo narrativo de la obra literaria. Uno de ellos es el más grande de América, José Martí. Los otros: Guillermo Cabrera Infante y Mario Vargas Llosa, principalmente.
Mis héroes fueron en una época los periodistas independientes cubanos, vietnamitas, iraníes, mexicanos y chinos. A esa lista he ido agregando nombres en la medida en que las libertades se han ido coartando también en Occidente. Me refiero a Francia y las diversas plataformas digitales alternativas, y también a España.
Mis nuevos héroes del periodismo son Vicente Vallés y, ahora, Bari Weiss. El extremismo de la izquierda es ya insostenible, y cuando ostenta el poder de inmediato asume la censura como barrera primordial y férrea al pensamiento libre. "El miedo devora el alma", como en aquel clásico, eso lo sabemos los que hemos vivido en países totalitarios y hemos ejercido la tarea de informar, criticar, cuestionar, exponer.
La carta de Bari Weiss –no hace falta que lo diga– es de lo más valiente que leí en los últimos tiempos. Por consiguiente, no ha tardado nada el New York Times en responderle mediante un artículo firmado por Edmund Lee , en lo que considero y considerarán los que conocen el lenguaje interno de los medios de comunicación no sólo una bajeza, además una advertencia de que su caso no será dejado de la mano, sino que continuará más allá del periódico mismo. Entiéndase: será difícil para la editora hallar trabajo en otro sitio donde domine la izquierda, con su ideología creída de exclusiva y sobre todo excluyente.
Hace unos días un lector me envió un vídeo con una entrevista del periodista cubano Juan Manuel Cao, en su programa El Espejo, en la que el periodista y escritor entrevistaba a un invitado simpatizante de Trump y a una empresaria y analista demócrata que se autocalifica de centro. La señora (al parecer colombiana de origen), después de armar su lloriqueo de que si ella era una madre entregada y demás, se exaltó y respondió de forma muy inquietante al otro interlocutor, que la había llamado "izquierdista". Aquel epíteto lo tomó ella como un verdadero insulto, poco más que una mala palabra. Añadió muy molesta que ella era una empresaria capitalista de centro. Sí, pero de qué centro, fue lo que debió preguntar Cao, y no lo hizo. De centroderecha obviamente no, mas seguro que de centroizquierda sí.
A esta gente que llama fascista con una facilidad apabullante a cualquiera que no piense como ellos y que están destrozando el idioma transformándolo en una especie de mojón inclusivo tampoco se le puede llamar por lo que son: ignorantes. Menos mal que el entrevistado cubano le aclaró que izquierdista se decía a la gente que pensaba como ella, así como derechista a los que pensaban como él. Yo añadiría, lo que debió hacer Cao, que también existe el término centrista. Que de ninguna manera se trata de una afrenta, sino de la sencilla corrección del idioma español.
La evidente parálisis de Cao no me sorprendió, los periodistas necesitan conservar sus trabajos y sus sueldos. Aunque estoy segura de que saben que su trabajo es precisamente el de establecer la verdad por encima de enjuiciamientos y de los sosos y lamentables melodramas que utiliza la izquierda con la intención de desestabilizar al contrario.
Si todos los periodistas escribieran la misma carta que Bari Weiss; si todos los que tuvieran la entereza de hacerlo y el valor de asumir los cuatro mandamientos del Manifiesto del Periodismo Libre tal como lo definió Albert Camus, "lucidité, refus, ironie et obstination, lo llevaran a cabo, otro gallo cantaría. Y volveríamos por fin a despertar con un canto a la verdad.
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