En este combate nos lo jugamos todo
Hay que pasar del boxeo de sombra al intercambio de golpes; hasta ahora, el aspirante ha eludido el cuerpo a cuerpo.
La oposición se ve permanentemente condenada a actuar a la defensiva. Esto es resultado de aceptar un marco de referencia impuesto por la izquierda, que va eligiendo a su conveniencia de qué se habla, en qué términos y con qué urgencias.
La falta de iniciativa y capacidad propositiva del PP son proverbiales. Con un Gobierno negado para la gestión pero encantado en el papel de prestidigitador, Casado y los suyos no sólo no consiguen marcar la agenda, sino que se ven obligados a la agotadora incomodidad de ser fiscalizados por sus respuestas y contorsiones, ante las iniciativas trampa que les llueven diariamente desde Moncloa. Estando en la oposición, el líder popular se ve a menudo más apremiado y cuestionado que el presidente de un Gobierno nefasto.
Sugiero que Casado se fije en los buenos boxeadores para el combate de su vida. Uno en el que los ciudadanos españoles hemos apostado todos nuestros ahorros.
En cualquier combate, el buen competidor debe planear una estrategia. Puede ser el acoso permanente. O el contraataque feroz. Quizá sea reservar fuerzas y cansar al contrario. O plantear una red de trampas en las que el adversario caiga.
Pero siempre hay que forzar una disputa en los términos que mejor le convengan a uno, desarrollarla en el terreno más ventajoso para las propias condiciones y en los tiempos más beneficiosos a nuestros intereses. Como el buen ajedrecista juega con varias jugadas de anticipación, el boxeador tiene el combate en la cabeza y elige distancia, estilo e intensidad.
Pues bien, hoy por hoy, da la impresión de que el marrullero Sánchez está ganando el combate a un aspirante, sobre el papel, mucho mejor. Es cierto que Casado le ha tenido contra las cuerdas durante momentos importantes de la pelea (la verdad, más por los errores del incumbent que por aciertos del aspirante). Pero el presidente se ha recuperado y comienza a usar sus malas artes habituales: las refriegas estériles, el agarrarse al contrario y alguna marrullería celebrada por los incondicionales y permitida por un árbitro casero.
En el fragor de la disputa, las indicaciones del entrenador dan perspectiva al púgil. El equipo de Casado le debe avisar de que los asaltos van corriendo y de que si no pasa a la ofensiva y continúa aceptando el tipo de pelea que le propone Sánchez, lo normal es que el combate caiga del lado del poseedor del título. De paso, alguien debe recordarle en el receso la dura realidad de que quizá esta sea su última oportunidad de pelear por el cinturón.
Un boxeador no necesita facciones ni mensajes contradictorios. Lo que Casado debería oír de su esquina es que no se deje atrapar contra las cuerdas y ataque desde el centro del cuadrilátero. Es hora de que Sánchez se vea forzado a responder a las propuestas de Casado. Entre los asistentes observan atentamente los que decidirán en la UE si –y cómo– nos prestan el dinero del rescate. Ante ellos, Sánchez necesita legitimidad para contestar a los retos que le plantee la oposición. Si la elude cobardemente, perderá cualquier credibilidad de campeón.
A estas alturas de la pelea, Casado tiene que saber con qué retar a su contrincante. Sin esperar a que Sánchez vuelva a marcar la agenda. Sin aguardar a la próxima renovación del estado de alarma. Exigencias precisas para que la oposición no rompa la baraja. Demandas que, si no se ven satisfechas, acarreen la amenaza de que el PP anuncie a la UE que no apoyará ningún plan que negocie el actual Gobierno.
Directo y al mentón.
Medidas en sectores clave para los próximos 15-60 días que se han de exigir al presidente:
Transparecia y gobernanza
– Salida de los ministros directamente responsables de la mala gestión de la crisis: Carmen Calvo, Pablo Iglesias, Salvador Illa y Yolanda Díaz.
– Puesta en conocimiento de la opinión pública de los equipos de expertos que en este periodo han venido asesorando al Gobierno.
– Información completa sobre los contratos de suministro suscritos en este periodo y depuración de irregularidades.
– Reducción del número de ministerios a 10, desapareciendo aquellos duplicados o absolutamente no prioritarios en estos momentos.
– Reversión del acceso de Iglesias al CNI.
– Destitución del director del CIS y sustitución del mismo por un equipo técnico de acuerdo con la oposición.
– Destitución de la presidenta de RTVE y nombramiento de un equipo de gestión profesional conformado por consenso.
Economía, apoyo a empresas y gasto
– Eliminación de retenciones del IRPF y pagos a cuenta del Impuesto de Sociedades a empleados por cuenta ajena en el sector privado, autónomos y pymes.
– Exención de cuota a todos los autónomos.
– Eliminación de trabas en los ERTE y extensión de su duración.
– Plan de reducción del gasto estatal y autonómico, que incluya la congelación de contrataciones en el sector público, la reducción de las retribuciones de los cargos electos y de los salarios del funcionariado como contribución al esfuerzo colectivo.
– Liquidación inmediata de la deuda comercial de las Administraciones Públicas con las empresas.
Preparación del sistema de salud pública
– Incremento de sueldos en el sector sanitario.
– Acopio y disponibilidad de los millones de test necesarios para la reapertura. Testeo completo del personal en actividades esenciales.
– Con ello, y con los datos acumulados durante la tragedia, elaboración de análisis de calidad homologables a nivel internacional para apoyar y controlar la reapertura siguiendo criterios científicos.
– Dotación de equipos de protección a todos los hospitales, centros de salud y residencias de mayores.
– Ejecución de un plan de adquisición del equipamiento médico necesario para un posible rebrote.
Hoy por hoy, no hay un candidato al título más creíble que Pablo Casado. En él están depositadas las esperanzas de los españoles. Nadie puede negar capacidad retórica al líder de la oposición. Sus discursos, como el entrenamiento frente al saco, tienen visos de contundencia. Pero hay que pasar del boxeo de sombra al intercambio de golpes; hasta ahora, el aspirante ha eludido el cuerpo a cuerpo. Él sabe que su lugar en la posteridad y el cinturón de campeón no le van a caer en el regazo. En estos asaltos que quedan, tendrá que ganárselo.
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