En manos de Iceta
O el PSOE se libra de Sánchez y de la tutela del PSC o los españoles nos libramos de los socialistas.
Lo que está pasando sucede porque Sánchez quiere. O, mejor dicho, porque Iceta, que es dueño del alma de Sánchez, lo desea. Fue el PSC el que devolvió a Sánchez a la Secretaría General del PSOE. Fueron los socialistas catalanes quienes forzaron al Gobierno a hacer cuanto en su mano estuviera para que la sentencia no apreciara rebelión y se conformara con sedición. Además, fue el PSOE el que, en sucesivas reformas, hizo que la redacción del Código Penal en estos asuntos fuera tan vaga que se pudiera, en caso de algún desafío separatista, pastelear lo que hubiera menester. Fue el PSC el que se rebeló contra el Constitucional y el que ahora en la Diputación de Barcelona ha votado contra el Supremo. Cuando Sánchez aceptó que hubiera un mediador en el falso conflicto entre Cataluña y España, lo hizo por exigencia del PSC. No es casualidad que Sánchez hiciera a dos militantes del PSC presidentes del Congreso y del Senado. Sánchez sólo quiere una cosa: ser presidente del Gobierno cueste lo que cueste. Para poder serlo, tiene que ser primero secretario general del PSOE. Y quien le dio el cargo y lo mantiene en él es Iceta. Así que Sánchez hace lo que Iceta diga.
Vaya usted a saber qué salió en las encuestas inmediatamente posteriores a la convocatoria de nuevas elecciones para que este PSOE vendido al nacionalismo catalán eligiera como lema "Ahora España". Sin embargo, es obvio que Sánchez no piensa hacer nada en su defensa, ni ahora ni nunca. Sí necesita, para cortar la sangría de votos que padece, aparentar que hace algo. Por eso ha convocado a los líderes de los partidos de ámbito nacional, para fingir que quiere recabar su apoyo a cualquier medida que sea necesario tomar. Es una impostura. Lo revela el que haya incluido a Podemos en la ronda. Lo ha hecho porque sabe que Iglesias, partidario de la violencia como instrumento de cambio político, no aprobará nada que vaya contra los desórdenes públicos desatados por sus correligionarios de extrema izquierda. No obstante, no hay que engañarse: en esto, Iglesias no es más que un pretexto para justificar la obediencia a las órdenes de Iceta, que son las de no hacer nada.
Es deplorable que, a cambio de sinecuras, cargos, momios, prebendas y subvenciones, los dirigentes socialistas del resto de España estén dispuestos a dejarse dirigir vía persona interpuesta por uno que, con independencia de cuán socialista sea, es nacionalista catalán y, cuando menos, no está dispuesto a hacer nada para evitar que nuestra nación se rompa. Iceta resulta patético cuando baila en público el "Don’t Stop Me Now" de Queen, pero no es ningún imbécil y sabe muy bien lo que quiere. Y tiene agarrado por salva sea la parte a quien hoy por hoy tiene la obligación de impedir que lo consiga. Mientras esto siga siendo así, las cosas no pueden más que empeorar. O el PSOE se libra de Sánchez y de la tutela del PSC o los españoles nos libramos de los socialistas. Si no ocurre alguna de esas dos cosas, el futuro no puede ser más que negro.
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