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EDITORIAL

Madrid, mucho mejor sin aídos ni pajines

Se da la bochornosa paradoja de que se tache de machista a un Gobierno presidido por una mujer; pero, claro, Ayuso no es Irene Montero.

Uno de los aciertos de Isabel Díaz Ayuso e Ignacio Aguado a la hora de diseñar el Gobierno de la Comunidad de Madrid ha sido el de no someterse a la ridícula, tóxica y misógina dictadura de género. Ayuso y Aguado no prestaron atención a si sus elegidos eran hombres o mujeres, ni a su condición sexual ni a si eran hinchas del Real Madrid o del Atlético, por citar tres factores que no tienen absolutamente nada que ver con la capacidad para gestionar la cosa pública.

Por supuesto, el buen tino de los gobernantes autonómicos madrileños ha sido considerado una escandalosa afrenta por parte de una izquierda desquiciada y reaccionaria empeñada en que el sexo marque indefectiblemente el desempeño de un individuo. El caso es progresar...

Así, se da la bochornosa paradoja de que se tache de machista a un Gobierno presidido por una mujer; pero, claro, Isabel Díaz Ayuso no es Tania Sánchez ni Irene Montero, sino una mujer muy celosa de su independencia a la que no ha aupado ninguna pareja sentimental en su partido, ese PP tan machista que fue el primero en poner a mujeres al frente de instituciones tan importantes como, precisamente, la Comunidad de Madrid. Por lo tanto, con ella no hay que proceder con las formidables precauciones que se exigen cuando se habla de políticas de izquierdas si no se quiere cometer un crimen de leso machismo.

El vicepresidente de Ayuso, Ignacio Aguado, ha sido en las últimas horas acremente criticado porque en una entrevista ha tenido la decencia de declararse enemigo de las cuotas de género y puesto a las inolvidables Bibiana Aído y Leire Pajín como clamorosos ejemplos de ministros indignos de desempeñar tan altas responsabilidades; de mujeres que accedieron al Gobierno por el mero hecho de serlo.

Aguado tiene toda la razón, tanto en el fondo de la cuestión como en los ejemplos. En efecto, aquellas dos socialistas tremendamente ignorantes e incompetentes formaron parte del infame Gobierno Zapatero porque eran jóvenes y mujeres, tal y como denunció en su día su correligionario Joaquín Leguina. Su paso por el Gobierno y su trayectoria posterior –empotradas en organismos internacionales a los que jamás habrían accedido por méritos propios– son harto elocuentes al respecto.

La izquierda política y mediática puede ponerse a funcionar a pleno rendimiento y poner todo perdido de agitprop de la peor especie, pero ni tan formidable maquinaria orwelliana podrá convertir a esas dos ministras calamitosas del nefasto Zapatero en modelos de referencia.

No, por mucho que se empeñen, lo que ha dicho Aguado es cierto: Madrid está mucho mejor sin aídos y sin pajines.

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