Carmena fundió las arcas públicas madrileñas
He aquí la enésima prueba de lo letal que es la izquierda para la prosperidad de una sociedad.
Manuela Carmena y su equipo de Gobierno llegaron a presumir de que estaban por encima de la media nacional en lo que a reducción de la deuda se refiere. Los neocomunistas se cuidaban mucho de señalar que el mérito de ninguna de las maneras era suyo, sino de Ana Botella y de las obligaciones en tal sentido impuestas a todos los ayuntamientos de España por el Gabinete Rajoy; obligaciones que Carmena y su banda consideraban poco menos que un atentado contra la democracia...
Los concejales de Carmena blasonaban, sí, de una austeridad que era producto de una imposición del enemigo y, aun peor, de su tremenda incompetencia, materializada en la falta de ejecución de las inversiones previstas.
Pero es que hasta ese pretendido éxito, proclamado a los cuatro vientos por una prensa izquierdista de la misma catadura moral que ese descalificable Gobierno municipal que los madrileños han repudiado a las primeras de cambio, era mera apariencia, una fenomenal mentira, como está constatando con espanto el equipo de José Luis Martínez Almeida.
Y es que los primeros datos apuntan a que los podemitas han dejado un agujero de más de 400 millones de euros en el Ayuntamiento de la capital, a lo que hay que sumar un descenso brutal, del 70%, en el superávit anual de las cuentas municipales. Esos más 400 millones representan el 10% del presupuesto total del Ayuntamiento y, por descontado, revientan los límites marcados por la regla de gasto, que ya sentenció Carmena con la expansión presupuestaria que pergeñó, sin vergüenza, para este año electoral. La desviación casi duplica la que perpetró el anterior concejal comunista de Hacienda, el pésimo Carlos Sánchez Matom un tipo del que finalmente ni siquiera la propia Carmena quería oír hablar.
Para colmo, el equipo de la llorada Carmena –qué bochorno de izquierda mediática e intelectual– aumentó el déficit en 103 millones de euros en este último año para comprar votos y garantizarse la reelección, lo que terminó por descabalgar unas cuentas públicas ruinosas que obligarán a adoptar importantes recortes de aquí a final de año.
Todo esto no es más que la enésima prueba de lo letal que es la izquierda para la prosperidad de una sociedad. De ahí la imperiosa necesidad de llegar a acuerdos en la mayor cantidad de instituciones para impedirle que haga los destrozos que suele. Instituciones como los Gobiernos regionales de Madrid y Murcia, sin ir más lejos...
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