Sánchez, Bildu y Vox
Sánchez hereda gustoso al hombre de paz que disparaba y que ahora hasta puede contribuir a la estabilidad socialista en La Moncloa.
Dice Isabel Celaá: "Todos los partidos con escaños son legales y legítimos". Lo dice pero no lo cree. Y a mí me pasa lo mismo pero por distinta razón.
Sobre Vox, partido con escaños, dice Celaá:
"Vox es una fuerza de ultraderecha que pensamos que no debería estar en las instituciones. Por lo tanto aspiro y confío en que las relaciones entre las fuerzas políticas vayan por otros derroteros y se pueda acomodar un buen gobierno para Andalucía".
La portavoz en funciones se expresó así cuando el partido de Santiago Abascal irrumpió en Andalucía con doce escaños, supongo que gracias a los votos en unas elecciones legales y legítimas. Poco antes, Pablo Iglesias ya había lanzado desde la casa de servicio de su villa la famosa "alerta antifascista".
Carmen Calvo, vicepresidenta en funciones, no se quedó atrás:
"A las mujeres de este país nos van a devolver al armario del franquismo (…) A este Gobierno le preocupa Vox, un partido con un ideario anticonstitucional (…) En Londres, París o Berlín se habría cerrado el paso a la ultraderecha con cordura democrática".
Lo del armario no está mal tirado, pues estaba lleno de socialistas escondidos en aquella época. Pero, al caso: Bildu, partido fundado por Arnaldo Otegi, no debería tener escaños porque emana de la banda terrorista ETA aunque, lógicamente, no aparezcan las siglas en sus estatutos. Lo malo es que en España nunca pasa nada porque, en determinados casos, basta con una fórmula –que encima se pervierte– para ser considerado parte del sistema aunque se sepa a ciencia cierta que ese partido en cuestión quiere dinamitarlo tan literalmente como lo intentó durante medio siglo. Ni siquiera lo ocultan. En su "oferta política", documento publicado en su web, EH-Bildu dice:
Euskal Herria es una nación.
Euskal Herria tiene que decidir libremente su futuro.
Euskal Herria, un sujeto a construir entre todos y todas para todas y todos.
Euskal Herria necesita de todos los instrumentos políticos y económicos.
Defendemos el derecho a decidir y la territorialidad del pueblo vasco basándonos en los parámetros de las bases democráticas y el realismo político y respetando la pluralidad.
Euskal Herria en Europa. Apostamos por la Europa de los Pueblos.
Y, por supuesto, define esa "territorialidad del pueblo vasco": "Araba, Bizcaia, Gipuzkoa y Nafarroa". Sin entrar ya en que Bildu es el brazo político de una banda terrorista, ¿este no es un "ideario anticonstitucional"? ¿Debería estar este partido en las instituciones? Pues es lo que denuncian Celaá y Calvo –y casi todo el PSOE– de Vox.
Los partidos de ETA fueron una vez ilegales, cosa de la que ahora se avergüenza Isabel Celaá cuando trata de huir de las preguntas de Ketty Garat. "Hubo un tiempo en que… pero ahora no, ahora todos los partidos son legales". Gran conquista democrática esa de omitir el deber de persecución del delito. Puedes matar mil veces y después ocupar un escaño… si sirve para que mi partido gobierne. Participar en un golpe de Estado tampoco está mal visto. No sé qué harían en Londres, París o Berlín –Carmen Calvo pixie– pero no me extrañaría nada que la propia Celaá propusiera una reforma de la Ley de Partidos a la medida de la desaparición de Vox, formación de la que dice –que no se olvide ni ella– "que no debería estar en las instituciones".
Pedro Sánchez se quejó el jueves de que la derecha está pactando en secreto, de que el PP esté viéndose a escondidas con Vox y que nadie conozca el contenido de los acuerdos. Dice de Ciudadanos: "Pacta con el PP acuerdos que no se dan a conocer a la ciudadanía, algo que me parece gravísimo y me hace temer lo peor".
¿Le va a pedir Sánchez a la oposición las actas de esas reuniones tan secretas? Porque hay otras mucho más interesantes: las de ETA con Zapatero, con un gobierno del PSOE, las que reflejan hasta qué punto el PSOE dobló la rodilla con muertos encima de la mesa. Las que nos mostraron cómo se evita una operación policial desde el Gobierno o cómo se pide perdón por usar mal la terminología acordada con la banda. Aquellas actas son hoy la crónica de la vergüenza pasada y por llegar. Basta leer la información que publica Miguel Ángel Pérez para horrorizarse con las intenciones que ya entonces contempló el Gobierno de Zapatero sobre Navarra. Se lo cuenta a la juez francesa Laurence Le Vert un etarra, Carlos Yurrebaso, que tenía línea telefónica directa de salvoconducto con el entonces director general de la Policía, Víctor García Hidalgo. Han pasado muchos años y hoy Navarra se negocia sin complejos con una ETA que tiene escaños, legal y legítima a ojos del PSOE.
Tanto hincó el PSOE la rodilla que ahí sigue desde entonces, hundida en el barro, artrósica, casi inválida, pidiendo turno ahora para arrastrase hasta La Moncloa. Y Sánchez hereda gustoso al hombre de paz que disparaba y que ahora hasta puede contribuir a la estabilidad socialista en La Moncloa. Eso sí que es "gravísimo" y hace "temer lo peor".
Y creo que aquí es donde PP, Ciudadanos y Vox pueden y deben mostrar menos fisuras. Es en esto donde PP y Ciudadanos están obligados a tender un cordón defensivo en torno a Vox contra los que tratan no ya de equipararlo a Bildu sino de despeñarlo a favor de Bildu. El partido del torturador contra el partido del torturado. Y es ahora cuando Vox debe sacar lo mejor de sí para denunciar la infamia de forma coral, sin adornos ni cuota de pantalla. Hay vidas rotas, décadas de miedo y la historia de una democracia desagarrada en cada uno de los casi mil asesinatos y en cada una de las traiciones a su memoria. No ha tardado en verlo y expresarlo Pablo Casado al decir que en Vox "está Ortega Lara y no Josu Ternera". Buen resumen, rotunda evidencia que espero que Twitter no malogre en ninguno de los tres partidos. Con esto no se puede jugar.
Sánchez y sus portavoces insisten en cargar la responsabilidad de sus pactos sobre PP y Ciudadanos. De modo que si el PSOE accede al poder gracias a formaciones políticas antidemocráticas será porque el centro derecha no ha acudido en su auxilio con la abstención en la investidura, como si una ley obligara sin remedio a Pedro Sánchez a ser presidente del Gobierno. No cabe mayor burla.
Si el PSOE está dispuesto a entrar de lleno en la colaboración con el delito, que lo haga sin compañía constitucionalista y quede retratado definitivamente. Si no, que vuelva a convocar elecciones. El Rey le ha encargado formar gobierno, no cargarse España.
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