Haz lo que digo, no lo que hago
Esa falsa equidistancia que practica Meritxell Batet me lleva a juzgarla por lo que hace, no por lo que dice.
El discurso de la nueva presidenta del Congreso de los Diputados, la socialista catalana del PSC Meritxell Batet, fue escrupulosamente medido en función de las circunstancias políticas que atormentan hoy a España.
Por no pecar, ni siquiera dio coartada al separatismo: "Ninguno de nosotros individualmente, ni ninguno de nuestros partidos por sí sólo, representa en exclusiva a España, ni a ninguno de sus territorios, ni a la voluntad de toda la ciudadanía". Aunque el rapapolvo se lo llevaron directamente los defensores de la unidad de España, sin hacerlo explícito, facturó en la bronca a cada una de las comunidades autónomas ("ni a ninguno de sus territorios"). E insistió en la evidencia: "Cada uno de nosotros somos del pueblo, pero ninguno somos el pueblo" (el, artículo determinado, se apropia indebidamente de una universalidad que no le pertenece). "Siempre y en todas partes hay un otro legítimo y distinto, al que sólo podemos exigir el respeto a la ley".
No obstante, tras esta última apelación a la ley, y después de haber sentado que nadie representa en exclusiva al pueblo, ningún nacionalista puede obviar la evidencia de que la apropiación en exclusiva que han hecho de Cataluña ha sido usurpación, manipulación y, en el caso del incumplimiento de la ley, un golpe institucional contra el Estado de Derecho y la democracia. Por si no había quedado claro, poco después remacha: "El camino es la ley, la razón y el trabajo".
Si el discurso no hubiera estado precedido por su incumplimiento, antes incluso de ser pronunciado, tendría sentido la oda al discurso de inauguración de la XIII legislatura, pero esa falsa equidistancia que practica Maritxell Batet me lleva a juzgarla por lo que hace, no por lo que dice. Vuelvan a ver el vídeo, y fíjense en la rotundidad y rapidez con que afirmó nada más acabado el turno de juramentos: "Todas las fórmulas de acatamiento han sido respetuosas con el artículo 4 del reglamento y con la jurisprudencia del Tribunal Constitucional". Excusatio non petita, accusatio manifesta.
Era evidente que no, y si ofrecía alguna duda por la imposibilidad de saber exactamente lo que juraban a causa del pataleo contra algunas fórmulas de acatamiento de la Constitución, su deber como responsable de la Cámara hubiera sido hacerlas repetir o que se las dieran por escrito para evitar el filibusterismo y dejar constancia. Si hubiera cumplido la ley, como dijo segundos después en su discurso, no hubiera admitido que el político procesado por rebelión en prisión preventiva Oriol Junqueras jurase como "preso político", ni que Josep Rull, Jordi Turull y Jordi Sànchez enturbiaran el imperativo legal con una legalidad ilegal paralela: "Por lealtad al mandato democrático del 1 de octubre y al pueblo de Cataluña". Vicio de consentimiento, como mínimo. Dio la sensación de que la decisión estaba tomada de antemano.
Es una lástima que discurso tan provechoso haya sido tan condescendiente con el nacionalismo. Se atrevió a recordar a partidos como Vox que España no es patrimonio de nadie, pero no nombró a Cataluña para recordárselo también a los nacionalistas. Exigió respeto a la ley, pero ella se lo disculpa a los nacionalistas: "Si hay más de dos millones de personas en Cataluña que no reconocen como suyo ese marco constitucional, pretender imponerlo no nos va a conducir a ninguna solución". Defendió en el Congreso junto a los separatistas el derecho a decidir, pero se olvidó de incluir en su discurso inaugural que la soberanía de la nación española reside en todo el pueblo español. Nos dio lecciones morales sobre el respeto al otro, pero ella sostiene que "la inmersión es el mejor de los modelos de enseñanza", modelo que excluye al otro, que permite estudiar en la lengua materna a los niños catalanohablante, pero se lo impide a los niños de lengua española. Apela al cumplimiento del Estado de Derecho, pero sostiene que "sería mejor que no hubiera presos políticos". Y con esa coherencia se resiste, filibusterismo en mano de nuevo, para retrasar la decisión de quitar la condición de diputados a los presos preventivos.
Todo cuadra. Sello de la factoría catalanista del PSC.
PS. El lamento de los burgueses oprimidos. Y a votar.
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