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Ha nacido la Resistencia

Sánchez continuará su política destructiva, lo que implica que es la hora de resistir y resistirse. Y ni la ligereza de Ciudadanos ni un PP en trance de acabar como UCD van a ser oposición.

Santiago Abascal, presidente de Vox | EFE

En las elecciones del año 2016, el GEES pedía un escaño para Santiago Abascal: no pedíamos más que una voz en el Congreso que defendiese determinados principios y valores. Una resistencia que demostrase a los españoles que se podía hacer una política sobre una bases distintas. Hasta tal punto determinadas ideas estaban arrinconadas por el mainstream político-mediático, que sólo pedíamos una voz. Hoy, ese mismo Abascal que vimos en las fotos hablando a calles desiertas subido en una banqueta encabeza un grupo de 24 diputados y cerca de millón y medio de votos. En cuestión de meses ha pasado a convertirse en la peor pesadilla del Partido Popular, en el peor de enemigo del bloque socialista-podemita y en el terror del independentismo vasco y catalán. Y ahora, no en la calle o las RRSS, sino desde el Hemiciclo.

El error más importante y común a la hora de interpretar el fenómeno de Vox ha sido el de que es un voto de enfado: hasta ese punto los expertos, analistas y periodistas ignoran la realidad. La idea de que Vox era sólo la expresión del enfado de un sector del PP por Rajoy ha sido suicida. Ha hundido a Casado, y con él al PP. Ni con todos los votantes de Vox tapándose las narices y confiando en bloque en el PP hubiesen llegado los populares a unos tristes 90 escaños. Los votantes escapan del PP hacia cualquier partido que pueda ofrecer algo más, o simplemente algo. La campaña del voto útil ha destrozado al PP, ahora con 65 diputados, y ni siquiera el haber sacado a pasear a un Aznar moribundo, como el Cid, ha conseguido frenar el descalabro de Génova. Primero dejaron las ideas, después los programas. Y ahora los votantes.

El descalabro del PP contrasta con el éxito de Ciudadanos y Vox. El voto de Vox es un voto meritorio en dos sentidos. Primero en positivo; y, segundo, a largo plazo. Respecto a lo primero, Abascal ha abierto la puerta a la ilusión: se ha visto en los mítines, en los discursos, en la actitud del partido. Si ha habido un mensaje positivo en esta campaña ha sido el de Vox: respecto a España y respecto a las libertades; respecto a la cultura es una alternativa aún poco concreta, pero clara y rotunda. Esos 24 diputados pueden estar lejos de lo que algunos soñaban, pero ¿qué más puede querer un partido recién llegado a la arena política?

Respecto a lo segundo, los 24 diputados de Vox muestran que el partido de Abascal ha llegado para asentarse, con peso, en el Congreso. Lo más difícil, Vox ya lo ha conseguido: llegar desde abajo, con todos en contra, para ocupar un puesto en la bancada de los diputados. Vox tiene cuatro años para demostrar que hace las cosas de manera distinta y eliminar la imagen satánica que los medios han dado de él. De ser así, en próximos comicios no puede sino subir.

Además de diputados, en estas elecciones Vox ha ganado tres activos, que en una noche electoral pasan desapercibidos, aunque no debieran. En primer lugar, un grupo parlamentario que va a llevar al Congreso la voz de la España viva: nunca, jamás ningún partido ha elevado al Congreso los grandes temas de Vox, que tiene una legislatura por delante. El Grupo Parlamentario de Vox es lo suficientemente numeroso como para ser tenido en cuenta; el liderazgo y la personalidad de Abascal lo van a convertir en referencia indiscutible esta legislatura. Y, lo que es más importante, Vox está en condiciones de mostrar a los españoles que es posible una alternativa nacional, popular y constitucional en un Congreso de los Diputados con una izquierda radicalizada y una derecha que es light o está desconcertada.

En segundo lugar, Vox tiene unas bases jóvenes y motivadas. A Vox se le han puesto todas las trabas, desde la asistencia a debates hasta permisos para celebrar actos. Ni así han podido frenar a líderes, militantes y colaboradores, que se han extendido como una mancha de aceite por pueblos y barrios de toda España. Todo ello con una media de edad extremadamente joven. La base juvenil, la estructura muy fogueada y unos militantes fieles son una garantía de futuro. Basta comparar a Vox con otros partidos para constatar la ventaja competitiva: los partidos que no son viejos son adictos al presupuesto o al mimo de las televisiones. Los militantes de Vox son los espartanos de la política española.

En tercer lugar, y lo más importante: Vox tiene una base social y política sólida. Los votantes del partido de Abascal han sido vilipendiados de todas las formas posibles en los últimos meses: se les ha llamado borrachos, machistas, fascistas, incultos, atrasados. Se les ha pegado a la salida de mítines, se les ha señalado en televisión. Y sin embargo han aguantado la presión como héroes. A diferencia del votante de Podemos en su día, mimado por los medios, el de Vox ha sido insultado y amenazado de todas las formas posibles: una base social construida bajo esta presión es una base sólida para el medio y largo plazo. Con que Abascal la cuide y la mime, no puede sino ampliarse en el futuro.

Con una presencia notable en el Congreso de los Diputados, con un partido joven y motivado, y con un electorado fiel, Vox está en disposición de ganar peso en la derecha española. El PP ha perdido ni más ni menos que 65 diputados, y nadie se cree en serio que pueda recuperarse; es un partido envejecido, esclerotizado; y su electorado ha sido tan maltratado que ha huido en masa a Vox y a Ciudadanos, y quienes quedan sólo votan por miedo. Ciudadanos ha pegado una subida impresionante: pero si alguien cree que la ligereza ideológica de Rivera y su tacticismo pueden ser resistencia al frentepopulismo, está muy equivocado.

Quedan por delante meses de elecciones, de negociaciones y de inestabilidad institucional y política: Sánchez continuará su política destructiva, lo que implica que es la hora de resistir y resistirse. Y ni la ligereza de Ciudadanos ni un PP en trance de acabar como UCD van a ser oposición. En estas circunstancias, Vox es una garantía, porque es la única formación en la derecha que atesora una mezcla de diputados, partido, militancia e ideas claras para España. Necesario todo para resistir.

En términos políticos, ha nacido Vox. Ha nacido la Resistencia.

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