Ganar un debate y tener razón
En TVE he visto ganar sobradamente a Albert Rivera, aunque quizá encontraría mil frases suyas que desmentirían las mejores que pronunció en el plató.
La gran pregunta es si un debate electoral sirve para algo a la hora de decidir el voto, o sea, si la herramienta es más de consumo interno entre políticos y periodistas o informa de veras al ciudadano en unas elecciones como estas, las más reñidas –y trascendentes– de la democracia.
En mi opinión, tienen la misma utilidad que las encuestas: poca. Y la prueba está en que los partidos reaccionan de igual manera: todos han ganado claramente al oponente, y eso que ahora son cuatro más uno, porque no olvidemos que una de las grandes noticias de este debate es que falta un partido, Vox, que sin duda será decisivo en el Parlamento resultante de las urnas del 28 de abril. Sin embargo, el fenómeno de los debates existe y tiende a medirse en términos futbolísticos y hasta pugilísticos.
Ganar y tener razón no es lo mismo porque se mide la capacidad de combate a las ideas ajenas, los recursos inmediatos ante un ataque expreso o velado, la gestión del tiempo propio y la picardía en el robo del tiempo ajeno. Esas son las reglas comúnmente aceptadas. ¿Gana votos el que gana un debate? Insisto en mi incredulidad.
Pero en TVE he visto ganar sobradamente a Albert Rivera, aunque quizá encontraría mil frases suyas que desmentirían las mejores que pronunció en el plató. Pero Rivera fue el único que salió a combatir cuerpo a cuerpo, midiendo al enemigo de cerca, tendiendo la mano a Casado y sacudiéndola si se confiaba, reprochando el chalé a Iglesias, la tesis a Sánchez y la corrupción a todos, aunque bien pudo ahorrase la foto de Rato, al menos esa del cogotazo, porque aquello fue una violación flagrante de varios derechos. El de Ciudadanos planteó el debate justo en los términos en los que se miden los puntos. Y esa es la clave en una competición de estas características, aunque queda campaña suficiente para que alguien le haga enfrentarse a sus contradicciones. Si puede.
Me ha sorprendido muy negativamente la guardia baja de Casado mientras Sánchez le espetaba un "no es no" patético… ¡con lo fácil que habría sido recordar el caso Eguiguren, socialista condenado por malos tratos! Creo que el error más grave del candidato popular ha sido guardar la memoria de Rajoy, síntoma preocupante de hipotecas vigentes. Si Casado venció en las primarias, tendría que ser por algo. Pero el Pablo Casado espontáneo que ganó la presidencia del PP no ha estado en el plató del mutilado debate de TVE. ¿Por qué rescatar la herencia del PP pudiendo hacerlo con la del PSOE, que se la sabe muy bien? Cada frase de Sánchez, Rivera e Iglesias habría tenido una respuesta inmediata de Casado en una sesión de control al Gobierno o en un debate sobre el estado de la nación. Seguro. Quizá en el partido de vuelta, en casa de Sánchez, decida ser él mismo y apartar de un manotazo el teleprompter de campaña.
Pablo Iglesias se arrugó tanto como el ejemplar de la Constitución que llevó como misal. Un hombre así, en camisa y con ese librito ajado no puede vivir, con servicio, en un chalé con lago. Pues sí, es el del casoplón de Galapagar. No hay más preguntas, señoría. Sin embargo, por mucho peso que haya perdido, hay mensajes que su parroquia agradecerá, y el presidente en funciones de moción de censura se empeñó en ayudarle a no ser el perdedor absoluto de la noche.
El peor contrincante ha sido, en mi opinión, Pedro Sánchez, más postizo que nunca. Como en casi todo, sigue pareciendo un niño jugando a ser político, disfrutando del avioncito y poniendo los pies encima de la mesa. Ahora también modula la voz en varios registros según el sentimiento que quiera expresar y él mismo, que se oye, se gusta y se repite. Pero lo ha hecho fatal y ha recibido estopa desde Filesa hasta los ERE, pasando por Torra y Otegui. Él sólo tenía que decir "derecha" cuatro veces por minuto. Y eso es todo lo que ha hecho. Pues sí, derecha… ¿Y? Cuando Rivera le preguntó si dimitiría en el caso de que Chaves y Griñán sean condenados le respondió que en Ciudadanos hubo un pucherazo y se agarró al clavito con la barbilla en alto tratando de sorprenderse él mismo de su enorme creatividad. "¡Qué bueno, presidente. Le has dejao sonao!", le dirían los palmeros en Ferraz.
Pero, si no me equivoco, nadie ha mencionado la anormalidad de que faltara en el plató Santiago Abascal. El sentido común dice que el panorama andaluz es posible en Madrid y eso significa que, guste o no, los votos a Vox serán decisivos. Si TVE quiere disfrazarse de legalista, que lo haga y se prenda un lazo, si quedan colores, pero una televisión privada debería apostar por reflejar la realidad. Antes de sucumbir a mi ingenuidad, reprocharé a los candidatos de PP y Ciudadanos que no hayan querido mostrar queja alguna. El debate ha sido incompleto, otra prueba de que no ayuda a decidir el voto. Pero habrá que seguir el partido de vuelta. Por si acaso.
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