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Antonio Robles

Visibilizar la impostura

Parece que los partidos constitucionalistas comienzan a actuar ante la propaganda del nacionalismo contra España.

Parece que los partidos constitucionalistas comienzan a actuar ante la propaganda del nacionalismo contra España. Incluso designan cabezas de listas a las europeas especializadas en esa función. Dudo, sin embargo, que hayan tomado conciencia cabal del tiempo perdido, de la extensión de la infección, y del daño enquistado. Y lo dudo porque aún no han tomado conciencia de que el antídoto lo tienen en casa, y sólo en contadas ocasiones lo aplican. Y no por proyectos diseñados, sino por carambolas provocadas por los propios excesos de la incalificable personalidad de algunos de sus representantes.

Como lo ocurrido el miércoles en el Parlamento de Cataluña con la líder de la oposición, Inés Arrimadas, por atreverse a denunciar la ley del embudo nacionalista, marinado con algunos descalificativos xenófobos del inefable presidente de la Generalidad. El intento de callarla por parte del vicepresidente del Parlamento, Josep Costa, fue tan esperpéntico que la sola existencia de las imágenes retrata el sectarismo, la impunidad y la impostura con que se pasean por Europa como representantes de la democracia.

Inés Arrimadas estuvo ágil, desenfadada y, cuando convino, escandalizada. Nada que no haya hecho antes. La novedad vino por parte de su compañero de filas, José María Espejo-Saavedra, al perderles el respeto debido desde la propia vicepresidencia segunda del Parlamento.

Hay que perderles el respeto para no nos lo perdamos a nosotros mismos. Como hizo él sin miramientos ante el abuso flagrante de quien presidía la Mesa: "Le pido orden yo a usted, porque está actuando arbitrariamente", le contestó airado cuando le llamó al orden por salir en defensa de la neutralidad institucional.

Aquella escena de insubordinación ante tamaña arbitrariedad ha ayudado a visibilizar una vez más la naturaleza sectaria de este nacionalismo cada día más totalitario. Insubordinarse, no contra la ley, sino contra quienes abusan de ella. Es el mejor tributo que podemos hacer para mostrar al mundo el gran engaño. Hay que obligarles a salir de la madriguera, desnudar sus intenciones, dejar al descubierto la perversión de su lenguaje. Dentro de unos años se estudiará en las universidades de todo el mundo la mayor y más eficaz conspiración de propaganda que vio nunca el mundo. Lenin se aprovechó de la novedad y de la electricidad, Joseph Goebbels de su mente perversa y el terror, pero el nacionalismo catalán sólo de la mentira, el acoso emocional y la perversión del lenguaje.

He repetido una y mil veces que el mal no es de ahora, que viene de lejos. Yo mismo hube de sufrir la misma descarada interrupción en 2009 por el entonces presidente del Parlamento, Ernest Benach, por calificar de racismo cultural algunas disposiciones de la Llei d'Educació de Catalunya (LEC) en su trámite final de aprobación. Aún no había comenzado el procés, pero la intendencia, la doctrina y la intoxicación ya estaban consolidadas. No haber previsto las consecuencias, ni tomar decisiones de Estado entonces, lo estamos pagando caro ahora. El miércoles, Inés Arrimadas y José María Espejo mostraron la impostura perdiéndoles el respeto debido. Incluso el resto de partidos constitucionalistas mostraron su rechazo. Algo hemos avanzado, en 2009 no lo hicieron. Es la línea que sigue Cayetana Álvarez de Toledo desde que llegó a Barcelona a encabezar la candidatura del PP. Su personalidad e inteligencia está haciendo una labor pedagógica imprescindible para desenmascarar el lenguaje tramposo de estos farsantes totalitarios. Ese es el camino, hacer visible la impostura. La gente no es tonta, sólo le hace falta contrastar información y propaganda.

PD: Los pesimistas de profesión han de reparar en la virulencia de una enfermedad. Si no te mata, comienza a remitir tras su máxima expresión. El mal era inconsciencia y silencio. Hoy toda España empieza a ver la impostura. Pero Pedro Sánchez colabora con ella. Está en tu mano, y en tu voto, acabar con ella y con quien la ampara.

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