Lo que Europa puede y debe hacer por Venezuela
El papel de Europa debe ser el de acompañar, facilitar y, sobre todo, proteger a la última institución con legitimidad democrática que queda en Venezuela: su Asamblea Nacional.
Apenas cuatro horas después de que Juan Guaidó se juramentara como presidente encargado de Venezuela en virtud de lo dispuesto en su Constitución, la alta representante y vicepresidenta de la Unión Europea, Federica Mogherini, emitió un comunicado sobre la nueva situación. Cierto, en él no se decía expresamente "reconocemos a Guaidó como presidente interino de Venezuela", algo que para entonces ya habían hecho numerosos países (sobre todo americanos, desde Canadá hasta Paraguay) y que posteriormente harían otros más. Se ha criticado mucho esta supuesta falta de reconocimiento europeo, y, por extensión, la del Gobierno de España. Yo creo que las críticas no son del todo justas.
Llevo semanas reclamando que la UE y sus Estados miembros reconozcan a la Asamblea como único depositario de legitimidad democrática en Venezuela, y a Juan Guaidó como presidente encargado. Lo he dicho por todos los cauces parlamentarios parlamentarios a mi alcance, en los medios de comunicación y en las redes sociales. Sí, desde luego que me habría gustado una posición más firme y clara. Pero no se puede decir que el comunicado de Mogherini sea equidistante, ni mucho menos.
Empieza recordando que los venezolanos se han manifestado masivamente por la democracia y que su voz no puede ser ignorada. Pide un proceso político que termine en unas elecciones presidenciales creíbles, que es justo lo que pide la oposición y el papel que corresponde a Guaidó como presidente interino. Reconoce la legitimidad democrática de la Asamblea y exige que los derechos, la seguridad y la libertad de los diputados sean respetados. Advierte de que considerará inaceptable el uso de la violencia y la fuerza represiva. Y llama a la restauración de la democracia y del Estado de Derecho en Venezuela; es decir: constata una vez más de forma explícita que el régimen de Maduro es antidemocrático.
Más allá de lo que no dice, a mí me parece un comunicado solvente en lo que sí dice, pero esto no tiene mucha importancia. Tiene mucha más que se lo haya parecido a Juan Guaidó, que lo ha agradecido y valorado públicamente en Twitter. Él ha entendido que la UE está de su parte y que está haciendo todo lo que es posible hacer en este momento. ¿Querríamos mayor agilidad y todavía más claridad? ¿Nos gustaría que la UE hubiera sido la primera y que hubiera empezado diciendo que reconoce a Guaidó como presidente? Sí, a mí me gustaría, pero es buen momento para recordar que la UE no es un Estado, y por tanto no tiene la posibilidad de actuar como uno. Las decisiones se tienen que tomar por consenso de los (todavía) 28 Estados miembros. Teniendo esto en cuenta, me parece que el mensaje de la alta representante es un logro apreciable. Espero que en los próximos días se pueda ir algunos pasos más allá. Yo trabajaré para que así sea y me gustaría que también lo hiciera el Gobierno de España. No sé si será así, pero me parece un error exigir a Sánchez que tome una posición por su cuenta y al margen de los otros 27 Gobiernos.
Si deseamos un rumbo nuevo para la UE que la dote de mayor capacidad en política exterior, de seguridad y de defensa (que están muy relacionadas), debemos defender una reforma de la UE hacia una mayor integración. Esta es mi posición, y parece que también la del eje franco-alemán. Dotarnos de un Ejército europeo y eliminar la regla de la unanimidad en ámbitos clave nos haría más influyentes.
En las elecciones del próximo mes de mayo, los ciudadanos podrán votar por partidos europeístas que defienden estas posiciones. Pero ahora es el momento de Venezuela, y Europa puede y debe desempeñar un papel crucial. Hasta ahora, creo que ha habido una voluntad clara de apoyar a la oposición democrática. Desde el Parlamento Europeo hemos aprobado innumerables resoluciones e incluso les hemos concedido el Premio Sájarov. Tanto el presidente de la Eurocámara, Antonio Tajani, como el del Consejo, Donald Tusk, se han manifestado con gran claridad. Mogherini y Juncker no tienen tanta libertad, pero me consta que no son equidistantes. Mis diferencias con ellos, si las hay, son puramente tácticas.
Lo importante ahora es que la UE se vuelque en proteger la integridad y los derechos de Guaidó y el resto de diputados de la Asamblea Nacional. No sólo tienen la legitimidad, sino que su estrategia es impecablemente democrática: son ellos los que reclaman el cumplimiento de la Constitución bolivariana, la Constitución de Chávez, la misma que Maduro se ha saltado sistemáticamente desde que la oposición ganó las elecciones legislativas de 2016. La transición que buscan Guaidó y la mayoría opositora no busca una ruptura del orden legal, sino que se plantea ir de la ley a la ley. Con el mismo espíritu con que Torcuato Fernández Miranda diseñó la Constitución española por encargo del rey Juan Carlos, y con el que Adolfo Suárez la activó para poner fin al franquismo. Si hay violencia en el proceso, desde luego no será porque la oposición la haya buscado. El papel de Europa debe ser el de acompañar, facilitar y, sobre todo, proteger a la última institución con legitimidad democrática que queda en Venezuela: su Asamblea Nacional.
Beatriz Becerra, vicepresidenta de la Subcomisión de Derechos Humanos en el Parlamento Europeo y eurodiputada del Grupo de la Alianza de Liberales y Demócratas por Europa (ALDE). Es autora de Eres liberal y no lo sabes (Deusto).
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