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Fray Josepho y Monsieur de Sans-Foy

Más grabaciones de Villarejo

Desde el entorno de Monsieur de Sans-Foy y de Fray Josepho se nos informa de que no van a hacer declaraciones por el momento.

EFE

Nuestros poetas también se reunieron con el comisario Villarejo. Y aquí está la transcripción literal de las cintas. Desde el entorno de Monsieur de Sans-Foy y de Fray Josepho se nos informa de que no van a hacer declaraciones por el momento, e insisten en que es intolerable que unas conversaciones privadas se difundan por sabe Dios qué turbios intereses.

FRAY JOSEPHO, AL DESNUDO
por Monsieur de Sans-Foy

–¡Josepho! ¿Cómo van esos achaques?
–Tirando, comisario Villarejo.
Por falta de marisco, no me quejo...

–Ya dijo Baltasar que no te atraques:
alterna con paella de conejo.

–¿Conejo, Villarejo? ¡No haré tal!
¡Repugna a mi conciencia clerical!
Mas, vamos con las cuitas del oficio,
porque tu discreción profesional
me anima a sincerarme cual novicio.

–Sincérate, Josepho: desembucha.
Sobre la discreción del que te escucha,
¡ya sabes que yo soy un mausoleo!
–Ya sé que eres inmune al cotilleo.
Por eso me he quitado la capucha.

Sucede, mi querido Villarejo,
que Rouco, el cardenal, está ya viejo...
y mi nominación al obispado,
es algo que ya doy por descontado.
Por eso necesito tu consejo:

la mitra no está mal,
mas... ¡tengo que llegar a cardenal!
Lo grave del asunto
está en que no contratan personal
hasta que haya un difunto...

–Te sigo, pero en esto soy profano.
¿Qué puedo hacer por ti en el Vaticano?
–Pues qué sé yo... Un pasillo, una escalera...
La fámula se pasa con la cera...
Un sitio donde falla el pasamano...

(Es cuando Villarejo va al retrete,
para cambiar la cinta del cassette).

LAS PREFERENCIAS DE SANFUÁ
por Fray Josepho

–De veras, que, Sanfuá, mi buen amigo,
me alegra haber comido aquí contigo.

–Y yo también contigo, Villarejo.
¿Me invitas?
–Sí, te invito. –Pues me dejo.

–Jaja, qué cuco eres y qué pillo:
escondes un caimán en el bolsillo.

–Yo pagaré las copas, comisario,
para eso sí me llega mi salario.

Dos gintónics, chaval. (–¡Van en camino!)
Y ponles sus rodajas de pepino.

–Qué jodío, Sanfuá, puto gabacho,
¿qué bebemos, gintónics o gazpacho?

–Bueno, ¿chinchín? –Chinchín. ¿Y qué te cuentas?
–Pues nada, todo bien. –¿Sí? ¡No me mientas!

–Te digo la verdad. –¿Seguro, tío?
¿Y en asuntos de amor? ¿Tienes un lío?

–¿Un lío? No, no tengo. –¿Y te apetece?
Un tipo como tú se lo merece.

–¿De qué hablamos? –Hablamos de mujeres.
–¿Mujeres? –Jovencitas. –¡Cómo eres!

–Te las aporto yo, sin compromiso,
y por supuesto gratis, ya te aviso.

–Es que no sé. –Sanfuá, no seas pacato:
solo es "aquí te pillo, aquí te mato".

–Te lo agradezco, Villarejo, amigo.
pero eso, de verdad, no va conmigo.

–Ah, ¿que chiquitas no? ¡Pues un efebo!
¡Dame tu dirección, que te lo llevo!

–No, Villarejo, menos todavía.
–¿Un efebo tampoco? ¿Y una orgía?

Mira que te la monto en un pispás,
con diez chorbas y chorbos, o con más.

–Es que no soy de orgías. –¿No? –Palabra.
–¿Pues qué quieres entonces? –Una cabra.

(Y aquí llega a su fin la grabación:
¡maldita batería del aifón!).

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