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Pablo Planas

Sánchez vende España por una botella de ratafía

El racista que amenaza con querellas a quienes le llamen racista ha salido entusiasmado de una reunión con uno que le llamó racista.

Pedro Sánchez y el golpista Quim Torra | Moncloa

Euforia en Moncloa tras la reunión de Pedro Sánchez con el racista Torra. "El señor Torra no es más que un racista al frente de la presidencia de la Generalidad. De ahí que nosotros dijésemos, y yo en particular, que el señor Torra no es ni más ni menos que el Le Pen de la política española", aseguraba Sánchez el pasado 21 de mayo, a diez días de convertirse en presidente del Gobierno con el voto a favor del grupo del Le Pen español, entre otros.

De entonces acá, el racista se ha convertido en todo un presidente, según la cuenta de Twitter "La Moncloa", que después del encuentro emitía un trino en catalán cuya traducción es la siguiente: "Más de dos horas de reunión, cordial y correcta, entre los dos presidentes. Este es un primer paso. Ahora hay que recorrer el camino juntos". En la foto adjunta aparecen Sánchez, Torra, el jefe de protocolo de la Generalidad y dos fotógrafos, por lo que los presidentes deben de ser Sánchez y Torra.

Que Torra sea el presidente de la Generalidad no se lo cree ni él, razón por la que ha emprendido su valoración del encuentro con Sánchez con la gaita recurrente de que el presidente de la Generalidad es Puigdemont y sólo Puigdemont. Sánchez, en cambio, sí que se cree presidente. Vive donde el presidente, como un presidente, y hace cosas de presidente. Por ejemplo, no da ruedas de prensa. Prefiere el antedicho Twitter. A través de su cuenta "Pedro Sánchez", no confundir con "La Moncloa", ha evacuado una reflexión presidencial en catalán. Traducción: "Una crisis política requiere una solución política. Esta reunión es un punto de arranque constructivo para la normalización de las relaciones". Tal texto es el pie de foto de una imagen cenital de Torra y Sánchez subiendo unas escaleras.

De las declaraciones de Torra y la vicepresidenta Carmen Calvo cabría deducir que el encuentro ha sido un fracaso absoluto. La autodeterminación no cabe en la Constitución, sostiene Calvo; la autodeterminación es el único camino, refuta Torra. O sea, lo mismo que en las reuniones de Rajoy con Mas y Puigdemont. Pues no. Resulta que Sánchez y Torra se han caído más que bien y su segunda cita (la primera fue en los Juegos Mediterráneos de Tarragona) alumbra grandes oportunidades al decir de unos y otros.

El mismo racista que amenaza con querellas a quienes le llamen racista ha salido entusiasmado de una reunión con uno que le llamó racista. A su vez, el que llamó racista al racista le atribuye su misma condición presidencial al tipo que además de racista ha insultado al Jefe del Estado. ¿Raro? Y más allá. El ambiente está tan distendido que Calvo ha subrayado que "Estado" y "Generalitat" negocian la presencia del primero en terreno del segundo para las fotos del primer aniversario de los atentados de las Ramblas y Cambrils. Inquirido Torra al respecto ha dicho que sí, pero que el Rey no está invitado.

El secretario del fugado Puigdemont se ha vuelto a Barcelona más feliz que una perdiz. Sánchez, el otro "presidente", le ha enseñado todos los aposentos y rincones ocultos del complejo Moncloa. Torra le ha regalado una frasca de ratafía, un libro sobre el Valle de Arán y otro con mapas de Cataluña, para que no se pierda. Sánchez a su vez le ha regalado España, a tenor del entusiasmo mostrado por el "president" tras la "cumbre bilateral". ¿Dos presidentes?

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