Ganan los golpistas y los etarras
Pedro está dispuesto a hablar, dialogar y negociar con Torra y a acoger al 'exiliado' procesado Puigdemont. Pinta bien para el pastelero loco.
Los golpistas catalanes están más divididos que nunca. Puigdemont y Junqueras siguen sin hablarse; la exconsejera Clara Ponsatí, fugada en Escocia, asombra a la concurrencia al declarar que su capacidad para hacer el ridículo por Cataluña tiene un límite; el exconsejero de Cultura Lluís Puig, escondido en Bruselas, se queja de que las entidades separatistas sólo se acuerdan de los presos y han olvidado a los "exiliados" y la nueva jefa de la Assemblea Nacional Catalana (ANC), Elisenda Paluzie, censura que los que proclamaron la república prefirieron presentarse ante el juez o huir antes que defender la independencia.
Paciencia. El Gobierno catalán es una broma. Los consejeros de Puigdemont van por un lado y los de ERC, a su bola. Torra empieza a emitir señales de misil extraviado. Se ha ido a Washington para decir que Cataluña será en breve una nación más en el concierto de las naciones. Quiere repetir el 1-O y su oferta para la reunión con Sánchez es un referéndum de autodeterminación. Será difícil hasta para un personaje tan dúctil y flexible como el nuevo presidente llegar a acuerdos con una peña que para empezar a hablar quiere la cabeza de Felipe VI en una bandeja. Es lo que les ha prometido Pablo Iglesias, el embajador de Sánchez en Cataluña.
En la región gobierna la peor versión del peor populismo. Cómo será la cosa que el impresentable Matteo Salvini, ministro italiano del Interior, ya no quiere que se le relacione con el separatismo catalán, cuando hasta hace dos días se hacía fotos con la estelada. Torra es un racista declarado, un supremacista de manual al frente de un Gobierno formado por testaferros de presos y fugitivos, un pavo que ha dicho que rompe relaciones con el jefe del Estado hasta que no pida perdón por la actuación de una Policía democrática ante un golpe de Estado contra la democracia, el mismo sujeto que plantea un referéndum acordado para echar de Cataluña a los migrantes españoles.
A pesar de todas las actuaciones y declaraciones de semejante individuo, que no representa ni a la mitad de los catalanes, el hombre de las gafas de sol y las manos determinantes, el mismo que no tiene miedo a los helicópteros, ese bello y humanitario Pedro está dispuesto a hablar, dialogar y negociar con Torra y a acoger al exiliado procesado Puigdemont. Pinta bien para el pastelero loco. El Frankfurter Allgemeine aboga por su extradición a España ahora que gobiernan los partidarios de indultar a los golpistas y a los etarras que mandan en Cataluña y las Vascongadas.
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