El Presidente y el estudiante
Una de las grandes batallas culturales que tiene emprendida Macron es para mantener la excelencia del sistema educativo francés.
Si uno empieza por permitirse un asesinato pronto no le da importancia a robar, del robo pasa a la bebida y a la inobservancia del día del Señor, y se acaba por faltar a la buena educación y por dejar las cosas para el día siguiente.
Un joven estudiante francés debe de llevar encima no sé cuántos crímenes de acuerdo a la célebre advertencia de Thomas de Quincey. Porque no se le ocurrió otra cosa que llamar la atención de Emmanuel Macron en un acto oficial espetándole "¿Qué pasa, Manu?". Macron le reprendió:
Estás en una ceremonia oficial, así que te comportas como debe ser. Puedes hacer el imbécil pero hoy hay que cantar La Marsellesa y el Canto de los Partisanos [himno de la Resistencia francesa durante la ocupación alemana]. Me llamas "señor presidente de la República" o "señor", ¿vale?
La referencia a La Marsellesa fue porque el joven había cantado previamente la Internacional. Y no es lo mismo celebrar en París la Revolución francesa que la Revolución bolchevique, al general De Gaulle en su defensa de una Francia invadida por los nazis que a Lenin mientras hunde la incipiente democracia liberal rusa con la bota comunista.
Mientras el Presidente reprendía al estudiante, en Francia acababa de hacerse el examen de Filosofía consistente en desarrollar durante varias horas un ensayo sobre alguno de los siguientes temas:
¿Es el deseo un signo de nuestra propia imperfección?
¿Es definitiva la verdad?
¿La cultura nos hace más humanos?
El sistema educativo francés es extraordinariamente elitista en el sentido ilustrado: respeto al conocimiento y al docente como "trascendencia laica". Los institutos y las universidades son consideradas templos del conocimiento. En España hay pocos centros que ofrezcan la posibilidad de hacer la Selectividad francesa. Y es una gran experiencia educativa. Eso sí, hay que trabajar como bestias. Por parte de profesores y alumnos. Abstenerse enemigos de la excelencia educativa y amigos del igualitarismo a la baja.
Sin embargo, el examen de Filosofía en la Selectividad española es estrictamente memorístico en la peor acepción del mismo. Los profesores de la asignatura, que tanto protestamos y nos movilizamos cuando recortan horas a la asignatura, no hemos sido capaces de que el examen sobre historia de la filosofía esté a la altura del compromiso con la creatividad y el rigor que nos gusta presumir tiene nuestra materia.
Parecía creer el estudiante francés que Emmanuel Macron es un youtuber, uno de esos jóvenes que cuentan con millones de seguidores que les ven jugar a videojuegos o decir "cosas graciosas" en Youtube. Uno de ellos acaba de mudarse a Andorra para pagar menos impuestos ya que, según dice, España le ha dado muy poco como muestra que él apenas pisase un instituto. No hace falta que jure esto último, le creemos. Sin embargo, parece que su brillante asesor fiscal y financiero sí que ha disfrutado del sistema educativo español y lo ha aprovechado muy bien.
Una de las grandes batallas culturales que tiene emprendida Macron, además de luchar contra el proteccionismo de Trump o la xenofobia de los populistas italianos, es para mantener la excelencia del sistema educativo francés. Los estudiantes de izquierda se atrincheraron en algunas universidades en protesta por las nuevas normas de acceso a los estudios superiores, que Macron quiere que sean más exigentes. No dudó en emplear a las fuerzas del orden para que desalojasen a los estudiantes que habían sustituido los apuntes y los libros por los "cócteles molotov". Recordemos que de Pol Pot a Abimael Guzmán pasando por ideólogos de ETA como Álvarez Santacristina, la Sorbona y otras facultades de Filosofía han sido una cantera de terroristas con ínfulas filosóficas. La educación elitista francesa tiene ese reverso tenebroso: el deslizamiento hacia la retórica hueca y el extremismo violento que tienen en Jean Paul Sartre a su más eximio representante.
Mientras, en España, una de las últimas medidas del Gobierno de Rajoy, antes de que el expresidente recuperase su puesto como registrador de la propiedad, fue bajar la nota necesaria para conseguir una beca universitaria del 5,5 al 5. España quizás no sea un país de profundos pensadores y dinámicos empresarios, pero quién los necesita si destacamos en youtubers y registradores.
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