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Pedro de Tena

Los españoles de segunda y el futuro

Sólo disponemos del voto para cambiar el destino que se nos ha impuesto, pero...

Lo que ha quedado más que claro tras el esperpento sufrido desde el pasado jueves por todos los ciudadanos de la nación española es que hay españoles de segunda y españoles de primera. de primera son, desde 1978, no nos engañemos, los que forman parte de los partidos políticos separatistas, con sus brazos armados y menos armados, que dominan el País Vasco y Cataluña. Llevan camino, además, de apropiarse de las Islas Baleares y de Valencia, tal vez de Galicia. También son de primera las élites de los partidos políticos habituales, desde el PSOE a Podemos, con sus mareas sindicales y mediáticas, que necesitan el presupuesto púbico, nuestro dinero, para hacer y deshacer sus proyectos de poder. Súmense a ellos las cúpulas de las grandes empresas que controlan los medios de vida básicos, desde el empleo a la energía y al dinero, desde los ladrillos al asfalto, desde la tierra y las materias primas a los medicamentos, desde la información a… y añádanse los líderes y sucedáneos de la Universidad, de la Justicia y de la Iglesia Católica. No pretendo, como es lógico, hacer una enumeración exhaustiva.

Luego estamos los españoles de segunda, muchísimos más y, presuntamente, muchísimo mejores (si bien no es meritorio no robar o matar o lo que sea porque no se pueda). españoles de segunda, que nacimos cuando todo estaba repartido y que hemos tenido que trabajar y pelear por hacernos un hueco en la vida, vivimos en todas las tierras de España, incluso en el País Vasco y en Cataluña, donde, aunque no lo parece, somos la mayoría pero estamos sometidos a la imposición separatista consentida por el Estado y abandonados por un Estado que debía defendernos. Tenemos, legítimamente, diferentes ideas acerca de que hacer con el dinero de nuestros impuestos para afrontar los retos del futuro. Hemos tenido la suerte de no vivir ninguna guerra, de haber vivido con cierta libertad y mucho mejor que nuestros padres. Hemos votado a diferentes partidos por razones ideológicas, o familiares o sentimentales, o por ignorancia o porque sí. Pero todos nos sentimos parte de la nación española, queremos mejorar y mejorarla para hijos y nietos y deseamos sentirnos dignos de su historia y de su porvenir en la historia mundial que nos toca vivir. Sólo disponemos del voto para cambiar el destino que se nos ha impuesto, pero...

Somos la mayoría nacional pero somos una mayoría desorganizada sobre la que se abalanzan, como buitres, todos los manipuladores de la Historia, de los hechos, de las doctrinas, de los datos, de las estadísticas y de lo que haga falta para orientar nuestras emociones y sentimientos hacia sus ansias de poder. Nos dividen y vencen. Necesitamos una organización –no simplemente un partido–, a cuyo frente haya personas de referencia por su valía y por su honestidad, por su eficiencia, por su sensibilidad y por su respeto hacia esta mayoría que somos los españoles de segunda. Desde Mayor Oreja a Rosa Díez, desde Nicolás Redondo a Mikel Buesa, desde Albert Rivera a Antonio Escohotado, desde Federico Jiménez antos a Carlos Herrera, desde Vargas Llosa a Arturo Pérez Reverte, desde Alberto Núñez Feijoó a José María Fidalgo , desde Santi Abascal a Cayetana Álvarez de Toledo y a Inés Arrimadas, y un etcétera larguísimo… cabrían, cabríamos cómoda y tolerantemente en ella y desde ellas, podríamos salvar la nación y salvarnos con ella.

Cuando desperté, Pedro Sánchez, el Tenebroso, aún no había convocado elecciones y yo seguía atenazado por una camisa de fuerza.

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