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Federico Jiménez Losantos

El Encuestazo, el Partido Ce Ese y Marisoraya de Godó

Desde el maldito día en que Rajoy quiso que se votara en Cataluña antes de juzgar a los golpistas, lo que ve cualquiera es una ola de opinión a favor de Ciudadanos.

Íñigo Méndez de Vigo y Soraya Sáenz de Santamaría | EFE

Aunque estemos a sólo tres días de saber si la fantasmada separatista catalana se concreta en holograma, avatar, piscofonía o cara de cocomocho, el asunto político que trae de cabeza a todos los partidos políticos no es qué hará el fantasmón de Bruselas sino cómo digerir el encuestazo de El País, que probablemente este domingo corroborará el ABC, y que coloca a Ciudadanos como primera fuerza si ahora hubiera elecciones generales, con cuatro puntos de ventaja sobre el PP, cinco sobre el PSOE y doce sobre Podemos.

Por supuesto, una encuesta es la temperatura de un estado de opinión pública en un momento determinado, y puede decirse que ya otras veces ha sido más favorecido en las encuestas que en las urnas el partido de Rivera y Arrimadas. Y cabe hablar ya de los dos líderes de Ciudadanos porque ha sido la excelente campaña de Arrimadas, contra toda clase de canalladas, la que ha marcado el despegue espectacular de su partido. Rivera es el líder, pero a la que llaman "mala puta" es a Inés. Démosle el mérito que tiene.

Lo nuevo en las encuestas

Lo malo del encuestazo del viernes es que corrobora la tendencia de todas las encuestas desde hace dos meses. Cataluña ha supuesto el cambio del "voto útil" de centro-derecha del PP a Ciudadanos, y eso no es un hecho aislado sino la pieza más llamativa de un cambio de tendencia más profundo, marcado por el desafío separatista. Todos se han puesto a hacer cábalas sobre la capacidad que tendría Ciudadanos para elegir socio de gobierno -o gobernar en solitario con independientes de izquierda y derecha, que, a mi juicio, es lo que convendría- pero casi nadie se ha fijado en que lo que marca el encuestazo, anunciado por El Español y corroborado por ABC, es un clarísimo giro a la derecha del electorado.

La clave es la crisis nacional, por la que ha salido la gente a la calle con sus banderas y dando vivas al Rey. Y ante esa crisis que ni el PSOE -pese al certero análisis de Guerra sobre el fenómeno de las banderas- ni, por supuesto, Podemos, contemplan siquiera como problema, salvo para agravarla, el único partido que ofrece esperanza es Ciudadanos. Porque, y esto es lo nuevo, el PP no tiene credibilidad como obstáculo al separatismo.

La izquierda no tiene remedio, al menos mientras en el PSOE siga con la murga del federalismo y la plurinacionalidad, que apenas esconde su plan, que es el del PSC, de desmantelar la soberanía nacional española con los separatistas catalanes y vascos. Lo de Podemos es peor, porque se le ve como una fuerza separatista más, con un liderazgo central cada vez más débil y una dependencia, a la larga insostenible, de grupos separatistas. La vuelta de Iglesias tras hibernar estas Navidades ha confirmado que no es capaz de reconocer lo que le pasa: que nadie lo ve como un líder nacional. Es la única noticia buena para un PSOE condenado a morir de federalismo, cuando lo que la opinión pública pide, cada vez con más fuerza, es unidad.

La crisis del PP es, sin embargo, la más honda y más desconcertante. Por supuesto, Rajoy no ha dejado de bajar en los últimos cuatro años, pero le pasa como a Iglesias, que se niega a reconocer lo que le pasa: que no lo quiere la gente y que gobierna con la respiración asistida de Ciudadanos. Hace dos años que lo anunció Aznar, y lo echaron con cajas destempladas de politburó rajoyano: el PP no es propietario de los votos de la derecha y si sigue actuando como si lo fuera, acabará perdiendo su clásica y sólida hegemonía. Esa opinión consta en la hemeroteca. Ahora, en las encuestas.

No hay peor ciego que el que no quiere ver

Pero si la reacción ante el palizón de Cataluña fue nula, ante el encuestazo ha sido patética. El portavoz del Gobierno se refirió al socio que le permite a él infatuarse y piafar bellacamente cada viernes como "el partido Ce Ese", recordando a Urdaci y su "Cecé Oó" y, sobre todo al hoy desahuciado Floriano, que les llamó en catalufo bellotero "Chutatans". Hace falta ser oceánicamente tonto, con síntomas de falta de riego cerebral, para decir eso el mismo día en que Rafael Hernando, el que bailoteaba con Irene Montero para divertir a Wyoming, se queja de que "el partido Ce Ese" no les presta algún diputado para formar grupo parlamentario en Cataluña. ¿Una orden mendicante se muestra despectiva? ¿Habrá majadería mayor?

Cualquier partido grande tiene rachas buenas y malas, lo que no se puede permitir es la costumbre de negarse a ver lo que está a la vista. Y desde el maldito día en que Rajoy quiso que se votara en Cataluña antes de juzgar a los golpistas, lo que ve cualquiera es una ola de opinión a favor de Ciudadanos. Y la mejor forma de convivir con ella no es combatirla, sino acompañarla. Claro que Rajoy es el que se burló de Rivera después de que éste le hiciera Presidente diciendo que un líder del PP "no se le encuentra en las cafeterías". A este paso, se le va a encontrar en la cola del INEM.

Vuelve la Virreineta del diálogo

Y en vez de amigarse con Ciudadanos, la Moncloa prefiere volver a amancebarse con Godó y el famoso "catalanismo moderado", el de Millo y compañía. Unos días después de las elecciones catalanas, tras cosechar el peor resultado de cualquier partido nacional en unas elecciones regionales o nacionales, el Gobierno del PP habilitó la entrega de nueve millones de euros a la red de medios de comunicación en catalán que conforman la estructura básica del golpe de Estado separatista: 7 millones para el grupo Godó y otras empresas de menor envergadura en prensa escrita, radio y televisión, y 2 millones para los medios de internet, que han sido y son la avanzadilla más violentamente antiespañola del golpismo separatista

La excusa de Moncloa para derramar una lluvia de oro sobre unos medios incapaces de valerse por sí mismos y concebidos para la ruptura con España desde tiempos de Artur Mas, es que si ayudaban a Godó y no a los digitales "podrían acusarlos de prevaricación en los tribunales". Que es donde están los jefes políticos de esa barahúnda de medios adoctrinadores y manipuladores cuyo único fin es destruir el Orden Constitucional. Moncloa prefiere que le acusen de ayuda a la rebelión que ser criticada por Juliana.

Cospedal ha asegurado a su entorno que cuando en la Pascual Militar denunció la campaña de noticias falsas y manipulaciones putinescas contra España a cuenta del desafío separatista no sabía que estaba haciendo el más espantoso de los ridículos porque su íntima enemiga Soraya había decidido seguir financiando la mayor máquina de mentir de Europa, creada por la Generalidad y alimentada con dinero de todos los españoles para insultar a España, burlarse de la Constitución, ciscarse en la Ley y ser una de las pocas empresas que no tienen que salir de Cataluña para sobrevivir. El 'partido Pe Pe' asegura su solvencia financiera. Ninguno de los medios de papel o internet en España recibimos esa ayuda (ni la pedimos), pero de ser en catalán y separatistas ganaríamos mucho dinero, directamente extraído de los bolsillos de los ciudadanos, y , como diría Guerra, ¡Tó p’ar Gorpe!

Otra: pocos días después de tener que devolver las tallas de Sijena, el consejero de Cultura de la Generalidad Méndez de Vigo recurrió ante la Justicia el cumplimiento de la orden judicial por el ministro de Cultura… Méndez de Vigo. El argumento es sorayino... "Si no lo hacemos, podrían acusarnos de prevaricación", los que podrían acusarles son los acusados de delitos tan graves como los de rebelión, sedición y malversación de fondos, por urdir y perpetrar el Golpe de Estado desde la Generalidad y con fondos del FLA (tres millones halló la policía) pero a los miembros y las 'miembras' del Gobierno y la 'Gobierna' del 'Pe Pe' y de la 'Pa Pa', les preocupa más qué dirá Juliana que Llarena "Marisoraya quiere dialogar" -se reirá Godó- "Y yo le sigo y le cobro la corriente…" Hasta que se los lleve a todos la riada.

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