El Valencia es otra cosa
Marcelino es un psicólogo más que un técnico y las dos cosas se le dan de maravilla.
Cuando el pasado mes de mayo, Marcelino cogió a un equipo en ruinas, sabía qué le esperaba. Le tocaba ser paciente, armarse de valor y afrontar una situación desesperada. El Valencia se estancaba en mitad de la tabla, más cerca de abajo que de arriba y el asturiano aceptaba el reto de que nada fuera igual que en los últimos años.
Pero el verano se fue torciendo. Se le prometían fichajes que no llegaban, se hacían cosas que a Marcelino no le gustaban, se iban jugadores, venían pocos (sólo el portero Neto y la confirmación de que Zaza se queda un año más). Pasaba julio y mitad de agosto y el técnico empezaba a perder la paciencia. Un toque de atención en público bastó para que se empezara a reaccionar. Y vinieron, casi al empezar la temporada, Murillo, Kondogbia y Gabriel Paulista, pero se marchó Cancelo.
Y con este revoltijo Marcelino trabajó todo el verano casi en silencio. Se refugió en lo que siempre le gustó. Hablar con la plantilla mucho, conocer a los jugadores de frente, responder a sus inquietudes. Es un psicólogo más que un técnico y las dos cosas se le dan de maravilla.
Tras la primera victoria ante Las Palmas —primera vez en cinco años que empezaban ganando en Liga—, el equipo se quitó de encima esa losa de comenzar mal un año. Mestalla no pitó en el primer partido de temporada y eso era ya un logro. Los ánimos estaban cambiados, algo pasaba en Valencia. Y, al contrario que en el resto de situaciones cuando algo es extraño, esta vez era para bien.
Este domingo en el Bernabéu hemos visto la constatación de que algo funciona, por fin, en Valencia. Es muy pronto pero ya hay de por medio una visita a un templo como el de la Castellana. Ya hay un encuentro difícil, casi imposible de afrontar viendo el rendimiento blanco los últimos meses. Y el Valencia salió airoso. Tanto que estuvo a punto de ganar, también de perder es cierto, pero la sensación de compromiso fue excelente.
Con un planteamiento táctico sobrio, el equipo levantino tuvo arrestos para superar el primer gol de Asensio, tuvo valentía para ir arriba. Empató el partido, aguantó bien en la segunda parte y cuando tuvo una, acertó. Era el partido soñado, sabiendo sufrir, con un poco de suerte, básica en envites de este estilo. Asensio empató para el Madrid pero el Valencia, lejos de echarse atrás, esperó y tuvo una clara para, incluso, ganar el partido. Sólo la poca habilidad de Zaza lo impidió.
Tenemos buena noticia en la Liga. Esperamos que se confirme a lo largo de las jornadas. La que viene, sin ir más lejos, visita Mestalla el Atlético del Cholo. Esa será otra historia. De pasar con nota el examen empezaremos a pensar en este Valencia como animador de la Liga. Nos venía haciendo falta algo así y sólo con un poco de seriedad, la que impone Marcelino, se ha logrado. Será otra historia que le pidan demasiado pronto resultados o juego bonito. Que conociendo a la afición de Mestalla no me extrañaría.
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