Verano y actividad humana
Es un dato que durante el periodo estival se producen más muertes violentas (homicidios, suicidios), más accidentes, más atentados, más borracheras.
Teóricamente el verano se hizo para las bicicletas, la siesta, las largas vacaciones, descansar, desconectar. En la práctica funciona como un estímulo para redoblar la actividad humana, y no solo la de los ladrones o los fabricantes de helados. Es un dato que durante el periodo estival se producen más muertes violentas (homicidios, suicidios), más accidentes, más atentados, más borracheras. A lo largo de los siglos muchas grandes batallas, revueltas y golpes de Estado se dieron en los meses de verano. Puede que influya el hecho de que los días veraniegos son más largos, parece que hay más tiempo para todo.
También es verdad que actualmente, en todos los ramos de la actividad productiva, las decisiones vitales y organizativas se dejan para septiembre. No otra cosa es el ritmo del curso escolar que a todos nos condiciona. Da la impresión de que el año concluye en agosto y empieza en septiembre, como así ha sido también para muchos productos del campo. Las fiestas populares de agosto y septiembre, desde la Asunción hasta San Miguel, aparecen como símbolo de ese ritmo.
Cierto es que las vacaciones del estío, antaño un privilegio de la clase propietaria o rentista, son hoy un derecho general. No es menos verdad que el modo principal de aprovecharlas consiste en viajar, mas no a un lugar fijo, como antaño, sino de aquí para allá en un movimiento espasmódico, a veces frenético. No es de extrañar que los sindicatos de transportistas aprovechen los veranos para plantear sus huelgas; es cuando más daño hacen a los usuarios.
El símbolo del viajero impenitente es la maleta con ruedas. No deja de ser curioso que el invento de la rueda haya tardado más de cuatro mil años en aplicarse a los bultos de mano. La razón es que en otros tiempos se disponía de esclavos y luego criados y maleteros. Además, ahora el equipaje es más liviano, aparte de que los trayectos son más de ida y vuelta, más largos y mucho más baratos.
Por encima de todo, el verano actual es el momento preferido para reforzar los vínculos de amistad a través de los movimientos para verse con las personas del círculo íntimo. Lo cual exige a veces más desplazamientos. Claro que, como a todos les da por viajar, hay que hacer jeribeques para coincidir en un lugar de reunión. Si no es posible, se recurre al contacto telefónico o equivalente. Otro dato incontrovertible es que en los meses veraniegos se producen más noviazgos, más bodas y más divorcios.
Frente a la idea de que el verano se hizo para descansar, al menos en España es el momento en que se hace más ruido. Esa es la esencia de la fiesta privada o popular, a poder bien entrada la noche, que "mañana no hay que madrugar".
Se dice que "este verano hace más calor que nunca". Es una conjetura que se repite año tras año. Funciona como una especie de justificación para hacer pocos esfuerzos productivos. Comentar el tiempo atmosférico que hace o la salud o enfermedad que uno tiene son temas de conversación muy socorridos.
Sea cual fuere la época del año, los medios informativos tienen que seguir dando noticias; es lo suyo. Dado que de junio a septiembre decae mucho la actividad política, e incluso la deportiva, los telediarios o equivalentes resaltan los desastres y desgracias. Esa selección informativa refuerza la sensación de que la gente anda más alocada. Por mi humilde parte debo decir que en los meses estivales concentro las lecturas y escrituras, solo que no lo considero un verdadero trabajo, pues no traba. Además, ya se sabe que una golondrina no hace verano, más que nada porque las golondrinas llegan realmente en primavera.
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