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Federico Jiménez Losantos

Rajoy se entrega al separatismo vasco y Sánchez se arrastra ante el catalán

El problema de Rajoy es que el separatismo catalán está tan fuera de control que, violentando su naturaleza, tiene que hacer como que hace algo.

Mariano Rajoy y Pedro Sánchez, reunidos en el Congreso | EFE

El grado de obscenidad que está alcanzando la entrega del presunto Gobierno del antiguo PP en la todavía llamada España sólo es comparable a la sucesión de disparates perpetrados por Pedro Sánchez en esta última semana. Uno de los frutos del pacto Rajoy-Urkullu está siendo la silenciosa entrega de Navarra al separatismo vasco, símbolo de la cual ha sido la discreta absolución de Uxúe Barcos en un caso de corrupción descarado que debería haber acarreado su condena y dimisión. Pero ella es la fragata que patrulla las aguas de la ribera norte del Ebro, frontera meridional del lebensraum nacionalista, así que, por supuesto, dentro de la indiscutible independencia del Poder Judicial (para inclinarse ante los poderosos, sean de pistola o de BOE) la señora Barcos ha sido absuelta de cobrar a la vez en dos sitios. ¿No es la bilocación una de las características del foralismo?

Gracias, pues, a ese Urkullu que Soraya ha puesto como ejemplo al separatismo catalán, la flota anexionista de Pamplona seguirá surcando las aguas del Ebro y las fuerzas euskaldunizadoras, tan desatadas en Navarra como las catalanizadoras en Baleares y la Comunidad Valenciana, seguirán acercando las tierras, troceando la soberanía y disolviendo la ciudadanía. Al fondo del pacto, para cuando toque, quizás este mismo Otoño, queda la famosa Disposición Transitoria que permite la anexión de una comunidad a otra, y que, como las "nacionalidades y regiones", forman parte del peaje nacionalista en la redacción de la Constitución de 1978. Si el separatismo catalán se lo permite, el Gobierno de Madrid demostraría que, con un poco, sólo un poco, de buenas maneras, el separatismo puede conseguirlo todo. Y que sólo las malas maneras de Cocomocho impiden al Gobierno rendirse lo que quisiera. Es verdad que del árbol de las malas maneras de la ETA caen las nueces del PNV, pero eso es pasado. El Presente se llama Presupuesto, y ante él se olvida el pasado, se humilla el presente y se hipoteca el futuro.

Rajoy se desdice y Montoro se acuerda del FLA

El problema de Rajoy es que el separatismo catalán está tan fuera de control que, violentando su naturaleza, tiene que hacer como que hace algo. No menos de cinco años lleva diciéndonos que de ninguna manera podrían alterarse los flujos de dinero de todos los españoles hacia una Cataluña que lleva desde 2012 quebrada y secuestrada por los separatistas. Según los medios rajoyistas no se podían cerrar los hospitales, había que tratar a los catalanes como a los demás españoles, un problema de liquidez regional arruinaría la imagen global de la economía española… y los tres latiguillos clásicos: "no va a pasar nada", "se va a cumplir la Ley", y "el Gobierno sigue apostando por la moderación y el soborno, glups, o sea, el diálogo."

¿Qué ha pasado para que ahora anuncie el Ministerio de Hacienda que está dispuesto a cortar los fondos del FLA si la Generalidad destina un solo euro al referéndum del 1-0? ¿Es que ha destinado un solo euro a nada que no sea promover la destrucción del Estado, atacar a la nación española y vulnerar minuciosamente todo el ordenamiento legal? ¿No gastó nada en el referéndum anterior, pese a la prohibición del Constitucional? Cuando algunos –muy pocos- decíamos que el Gobierno debía cortar el FLA, porque incurría deliberadamente en el delito de auxilio a la rebelión, nos ponía verdes el rajoyato mediático, en versión pepera o podemita, porque en eso coincidían Atresmedia, la Sexta, Mediaset, La Cuatro y TVE. ¿Qué está pasando para que, de pronto, cambien de opinión Rajoy y Montoro?

Evidentemente, lo que está pasando es que don Pantuflo y sus Zapatillas han tenido que reconocer que la purga dentro del golpismo catalán para asegurar el referéndum ha demostrado lo que ellos se han negado a ver: que ya no hay soborno que valga, ni el penal a los Pujol ni el civil a los Godó. Y que la nueva generación de mindundis separatistas no tiene demasiado que perder en Andorra. Si acaso, la costumbre de cobrar todos los meses.

Dice Rivera que hace dos años Montoro aseguró que cortaría el FLA si la Generalidad gastaba el dinero en actividades ilegales, tipo referéndum. La prueba de que no lo ha hecho, es que desempolva esa amenaza. ¿Pero va en serio? Tan en serio como Junqueras y Cocomocho, o sea, muy en serio. Cuando echan al jefe de los Mozos de Escuadra y ponen a a un tío que se ha burlado de todos los españoles diciendo que se van porque les damos pena, la cosa va en serio. No tanto como para intervenir la autonomía y procesar al sujeto, que es lo que haría cualquier Gobierno digno de ese nombre, pero sí para constatar que ni la entrega de Navarra puede asegurar la paz de la pantufla en Cataluña, el hacer como que no pasa nada cuando pasa de todo.

Naturalmente, si las zapatillitas del Gobierno no fueran la emanación pantuflesca del inquilino monclovita, la evidencia de que llevan cinco años metiéndonos la mano en el bolsillo para meter la pata en Cataluña, debería suponer la expulsión del Poder de la pandilla de inútiles que urdieron y han jaleado la táctica de Rajoy de no hacer nada y dejar que el enemigo se desgaste solo. Ya se ha desgastado, ¿y qué? Seguirá desgastándose, o sea, haciendo lo que mejor hace, que es desgastar a España. ¿O es que el ilegal referéndum y la ilegal ocupación de espacios públicos aprovechando las vacaciones estudiantiles y la llamada de la selva de JxSí y la CUP, no va a suponer desgaste para España? Una Barcelona en aparente rebelión, para lo que bastan cuatro gatos, como en el 15M, ¿no va a atraer a las televisiones del todo el mundo, empezando por las telesorayas? Por supuesto que sí. ¿Y qué tiene previsto ante esto el Gobierno, que dice que lo tiene previsto todo? Absolutamente nada. Y la prueba es que ahora se acuerda del FLA.

Sánchez puede venir y Rajoy puede dimitir

Como todo lo susceptible de empeorar suele hacerlo, el desastre del PP en el Gobierno es superado por la calamidad del PSOE en la Oposición. Con Podemos abiertamente alineado con los separatistas, su rival Pedro Sánchez ha ofrecido esta semana tres ocurrencias fantásticas: una es la de hacer una quita en la deuda de Cataluña, premiando así la deslealtad; otra, proclamar de rodillas ante Urkullu la existencia de la nación vasca, ante la que ese escombro llamado España deberá abdicar de su soberanía; y la tercera, anunciar ante el florido socialismo balear, apéndice de Junqueras más que de Iceta, que el futuro es el del reconocimiento de las naciones que vienen padeciendo el cerril centralismo español, esa cosa lastimosa del PP. ¡Llegan las rebajas de Verano del PSOE! ¡Naciones para el nene y la nena!

Pero si alguien cree que Rajoy ya no tiene más remedio que actuar, olvida una lección no muy lejana de la Historia de España. Lo más fácil del mundo para el cobarde es huir, y eso en política se llama dimitir. ¿Por qué, si Rajoy no ha hecho nada contra el separatismo catalán para no tener que usar la fuerza contra el golpismo, se vestirá de legionario y no de cabra o carnero? Hay una larga tradición de dimisiones para esquivar responsabilidades. En 1939, al culminar huyendo la guerra civil que habían provocado, dimitieron todos: de Azaña a Negrín, pasando por Martínez Barrio, o sea, del Jefe del Estado al Presidente del Gobierno pasando por el Presidente de las Cortes. Se quedó el pobre Besteiro, en la cárcel. ¿Por qué va Rajoy a sacar fuerzas de flaqueza y no a flaquear, sin más? Más cerca que de Besteiro yo lo veo de Casares Quiroga, aquel gallego Presidente del Gobierno en Julio del 36, al que le dijeron "¡Se ha levantado el ejército en África!" Y contestó: "Pues yo me voy a acostar".

Y, como dicen de los toros mansos sin fuerza, se acostó.

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