Por qué no te callas, Zapatero
Zapatero sigue con Maduro el mismo esquema que aplicó a ETA, y Rajoy, aunque Maduro le llame "fascista", recomienda a Exteriores apoyar los planes de Zapatero.
Ante el mayúsculo escándalo mediático por los sucesos de Venezuela resulta muy recomendable leer el artículo de Xavier Reyes Matheus en Libertad Digital. Y lo es porque en Libertad Digital, siempre en soledad, llevamos muchos años llamando al régimen bolivariano de Venezuela por su nombre: golpista. Ahora, por lo grosero del Tribunal Supremo de Justicia al suspender las funciones de la Asamblea Nacional, resulta que aparece un cierto consenso que no existía con Leopoldo López en prisión –ahí sigue–, con los supermercados vacíos, con las denuncias de hambre entre la población, las palizas, la represión o la detención ilegal –vulgo secuestro– allá por 2009 del entonces eurodiputado Luis Herrero por parte de la DISIP, por poner sólo algunos ejemplos posteriores al punto de partida que señala Reyes Matheus.
Pero José Luis Rodríguez Zapatero frenó al Rey Juan Carlos cuando por fin se arrancó con aquel ¡Por qué no te callas! que representó a medio mundo. Era tarde, sí, pero nos habríamos ahorrado todos los años siguientes de sufrimiento y represión. Al final, por cosas de la campechanía y la diplomacia mal ejercida, el real cabreo perdió fuelle y quedó en lo de siempre: en nada, en pelillos a la mar y en visita del 'Gorila Rojo' a España con regalo de una camiseta estampada con esa frase que debió ser frontispicio de la política exterior europea con Venezuela.
Aquel era el mismo Zapatero que calificó de "accidente" el atentado mortal de ETA en la T-4 de Barajas que costó la vida a Carlos Alonso Palate y Diego Armando Estacio. Es el Zapatero que hoy califica de "momento de dificultad" el golpe de Estado lanzado desde el golpismo instaurado en el poder de Venezuela.
Es, de hecho, el Zapatero que desgastó la palabra "diálogo" con ETA mientras ETA seguía matando. Mariano Rajoy lo denunció con coraje pero después hizo como el rey Juan Carlos: olvidarlo y perpetuar el plan criticado, como si fuera indiscutiblemente vinculante. Ahora Zapatero sigue con Maduro el mismo esquema que aplicó a ETA, y Mariano Rajoy, aunque Nicolás Maduro le llame "corrupto" y "fascista", recomienda a Exteriores apoyar los planes dialogantes de Zapatero. Pero, ¿por qué? ¿Qué ata al presidente del Gobierno de España a unos planes del más inepto de los gobernantes que ha pisado jamás La Moncloa? ¿Por qué no se vincula Rajoy a la denuncia de Aznar y Felipe González en vez permitir al ministro Alfonso Dastis titubear ante la enésima materialización de la dictadura de Nicolás Maduro? El titular de Exteriores, en unas declaraciones recientes no escondió la estrategia: "Una de las primeras cosas que me dijo el presidente fue que había que acompañar y apoyar a Zapatero. Que en todo lo que me pidiera, le apoyase".
Teníamos razón antaño. Por lo mismo, también acabaremos teniendo razón al advertir, desde el primer segundo de aquel 15-M, de que Podemos –asesores y admiradores del chavismo– no era una broma. Pedir la prohibición de la Coca Cola en el Congreso y el Senado no es la última travesura mediática de unos novatos: si estuvieran en el poder lo harían sin dudar, y no sólo en las Cámaras. Como siempre, la "anécdota" de la Coca Cola nos llevaría a la categoría: libertad de prensa, expropiaciones, leyes especiales, inutilidad –ya expresada– del Parlamento… hasta toparnos con ese chavismo golpista que se denuncia ahora tras 18 años en ejercicio. Actuar como se debe con Venezuela sería además, todo un avance para que Podemos pusiera sus barbas en remojo… si es que se pretendiera, que no es el caso, otro sinsentido que no acaba de comprender el gabinete Rajoy por muchos cálculos electorales que le hayan susurrado.
Zapatero sigue siendo el origen de casi todos los problemas de España, del PSOE y del PP. Ahora también lo es de los que padecen los venezolanos. De momento, Aznar ya ha pedido a Rajoy que le retire esa inexplicable condición de embajador sin credencial en Venezuela, que le diga de una vez: ¡Por qué no te callas! Si el divorcio ideológico entre el presidente y su mentor sigue nublando la vista de la diplomacia española, podría ser Felipe González el que reviviera, con un cambio de protagonistas, aquel momento memorable del entonces Rey Juan Carlos que Zapatero quiso frenar. Al paso que vamos, lo mismo hasta lo entona Cebrián antes que el Gobierno.
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