Arrimadas y Albiol, desaparecidos
Mucho facha suelto, parece: eso es lo que debieron de pensar la jefa de la oposición en Cataluña y el cabecilla del PPC.
Sociedad Civil Catalana (SCC) es a la Assemblea Nacional Catalana (ANC) lo que el Mirandés al Barça. Está SCC a años luz en presupuestos, medios y sustentos de la ANC, cuyo único parangón en términos volumétricos y de guarismos sería la FET y de las JONS en la posguerra. Son tantísimos los socios que dicen que tiene la entidad, que el Barça será más un club, pero no deja de ser una cosa despreciable al lado de la imponente ANC, cuya tradicional quedada del Onze de Setembre amenaza cada año con desviar el eje del planeta, de tantos millones de cívicos, pacíficos y festivos ciudadanos que congrega. Una cosa de no creer, como la Feria de Abril de Barcelona o las carreras de autos en Montmeló.
Frente a semejante mastodonte, cuya presencia mediática es abrumadora, SCC viene a ser un pequeño y clandestino hatajo de hormigas disidentes y disolventes, desertoras de la marabunta, que es la ANC, y en trance de ser aplastadas por la suela del zapato de Junqueras. Las diferencias entre SCC y la ANC son abismales, pero a veces ocurre que a Goliat se le va la pinza y se come una pedrada en toda la closca.
Este pasado domingo, sin ir más lejos, los formícidos contrarios a la república catalana salieron del hormiguero a pasear la oriflama roja y gualda. Por primera vez en la historia, la Guardia Urbana de Barcelona tachó cientos para poner miles de manifestantes en número de seis y mil quinientos.
Ese es el dato oficial, la cifra más alta de raros refractarios al proceso concentrados en una misma rave matinal por el centro de Barcelona, que no es territorio comanche sino de los siguientes, los apaches chiricahuas. Poca broma. Si la Guardia Urbana (los "pitufos" en la jerga de Colau y colegas) dice que seis mil quinientos, por lo menos había diez mil "fascistas", según la definición del portavoz adjunto de ERC en el Congreso y páginas centrales de Vanity Fair Gabriel Rufián.
Mucho facha suelto parece, y eso es lo que debieron de pensar la jefa de la oposición en Cataluña, Inés Arrimadas, presidenta del grupo parlamentario autonómico de Ciudadanos, y el coordinador general del PP catalán, jefe de la bancada regional y presidente territorial in pectore del partido, Xavier García Albiol. Mientras miles de personas enarbolaban banderas de España en la plaza de Sant Jaume, que es como soltarse el pelo en la Plaza Jomeini de Teherán, ambos dos estaban en ineludibles compromisos a fin y efecto de demostrar que no tienen nada que ver con SCC, qué ordinariez; a diferencia de Cocomocho, Cocoliso, Junqueras, el Astuto, Garganté y TV3 respecto a la ANC.
Arrimadas estuvo por la mañana en Cádiz, de portavoz naranja, y por la tarde en Barna, nada menos que en el Gran Teatro del Liceo, donde se representaba una escogida selección de canciones de carnaval de las chirigotas de la misma Cádiz, que hay que ver lo pequeño que es el mundo y hasta dónde han llegado los cuchufleteros y el templo de la ópera. Albiol, por su parte, en el apasionante derbi de la canasta entre el Joventut de Badalona y el Barcelona de la Ciudad Condal. En el pabellón coincidió con Pablo Iglesias y Artur Mas, que dan su apoyo al equipo verdinegro en trance de desaparecer. Igual que España en Cataluña. Albiol se disculpó y dijo que cualquier forofo sabe de qué estamos hablando. Arrimadas no dijo nada.
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