Colabora
Zoé Valdés

El minuto da la clave

La clave está en ese minuto de silencio, que tanto daño les hace. Un minuto de silencio que los derrumba, que los aplasta, que los desintegra.

La clave de todo la da ese minuto de silencio. El desprecio, la falta de respeto ante la despedida de una persona que durante 24 años hizo por la política mucho más de lo que harán ellos en toda su vida. La clave la da la huida de ese instante, porque ellos saben que no podrán enfrentar la evidencia de que no llegarán a ser jamás lo que ella fue.

La fuga hacia el ruido y el barullo los definen. Todo lo que enmarca la renuncia a ese minuto de silencio es rencor puro.

Pablo Iglesias y sus secuaces de Podemos se largaron airados del hemiciclo, rehusaron presenciar y respetar un minuto de silencio dedicado a la política y exalcaldesa de Valencia Rita Barberá, esa víctima de Pedro Sánchez, su metafórica muerta.

Sin embargo, Pablo Iglesias no reparó en cantar las glorias del criminal argentino Che Guevara, Twitter mediante, en el pasado mes de octubre, cuando se cumplió un aniversario más del merecido ajusticiamiento en Bolivia.

Tampoco puso reparos Iglesias en colmar de elogios al caudillo venezolano Hugo Chávez, marioneta del castrismo, cuando un cáncer fulminante se lo llevó en la golilla.

Pablo Iglesias, que ahora afirma que no puede guardar un minuto de silencio por el fallecimiento de Rita Barberá, acusada de corrupción por mil euros o algo así, le debe mucho a Hugo Chávez, como también le debe una enormidad a Maduro, y no necesaria y precisamente a niveles ideológicos.

¿Cómo se le llama al financiamiento de un partido político por un régimen caudillista extranjero?

Vamos, Pablo Iglesias, enderézate los desniveles de los colmillos, y límpiate el sarro, que apesta. Todo lo que sale de tu boca apesta, tus palabras apestan, tus gestos apestan. Tu falta de respeto a un mero minuto de silencio hiede. Esa es la marca de identidad de toda esta gentuza de Podemos: hieden.

Iglesias podrá vestir de esmoquin para figurar en la portada de una revistilla de modas, pero sus sobacos fermentados estropean la fina camisa, su sucio ombligo mancha. Su imagen agrede.

Hieden el hedor de la inquina. Porque su divisa es la abominación. Mientras más repulsión y tirria sienten mejor se desenvuelven en una época donde se mata y se destruye con acusaciones, mientras todos roban. Todos, absolutamente todos roban. Lo que sucede es que los que roban amparados bajo la ideología marxista y el totalitarismo de izquierdas son reconocidos y remunerados por los millonarios miedos de prensa, o por los caudillos y tiranos bien mirados.

Da pena ese minuto de ruido en contra. Un minuto de aversión profunda en contra de la vida de una mujer. En contra de una persona, repudiada últimamente por muchos, y de la que seguramente debieron aprender, y hasta adularon en el pasado.

Da vergüenza ajena la arrogancia de estos enemigos de la raza humana.

Les reitero, la clave está en ese minuto de silencio, que tanto daño les hace. Un minuto de silencio que los derrumba, que los aplasta, que los desintegra.

Temas

Ver los comentarios Ocultar los comentarios

Portada

Suscríbete a nuestro boletín diario