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Agapito Maestre

Gana Rajoy, gana el pueblo

La política es siempre la política menos mala. Rajoy, hoy  por hoy, es el político menos malo de España.

La política es siempre la política menos mala. Rajoy, hoy por hoy, es el político menos malo de España. Ha triunfado. Ha gestionado y coordinado la crisis política de este país con inteligencia y sabiduría. Puede que nos cueste moralmente recocerlo, pero no se trata de ética ni de gustos personales sino de ciencia política. De sabiduría maquiavélica. Rajoy es el único tipo que ha sabido adaptarse a la nueva situación y, posiblemente, conseguirá romperle la columna vertebral a Podemos, porque este partido está desesperado ante la lógica política de carácter realista, o sea de genuina política, que está imponiendo Rajoy en el Parlamento español.

Por lo tanto, empecemos el capítulo de recuentos de las obviedades para situarnos en el nuevo Gobierno que comienza el próximo lunes. Reconozcamos, cuanto antes, ciertas evidencias para seguir diciendo, o sea, prediciendo el futuro inmediato de España. Repitamos con humildad: primero, y fundamental, Rajoy es el único ganador de esta crisis de referencias políticas que es, sin duda alguna, una crisis tan real y palpable como una crisis social o económica. Sin olvidarnos que Rajoy ha dejado intactas todas la grandes leyes que habían sido aprobadas en los gobiernos de Rodríguez Zapatero, prácticamente todo el programa del PSOE y Ciudadanos ha sido asumido, deglutido y casi digerido por el PP. Han sido llevadas a cabo todas las propuestas socialdemócratas que exigían, por un lado, la crisis económica mundial y, por otro lado, la Unión Europea. Seguirá, pues, la misma política durante esta legislatura. ¿Qué significado político inmediato tendrá esa apropiación por parte del PP de las medidas socialdemócratas de los grupos de la oposición? Está a la vista. Es evidente: Rajoy ha dejado, sin duda alguna, al PSOE y Ciudadanos sin suelo. Tendrán que hacerlo muy bien estos dos partidos en la nueva legislatura para recuperar el terreno perdido.

Segundo, reconozcamos que Rajoy, antes de echar su discurso de investidura, ya había ganado su batalla política. Rajoy antes de entrar en el Congreso de los Diputados para ser investido presidente del Gobierno ya había ganado la votación. Podemos buscarle un quinto pie al gato, pero es obvia también la conclusión política de esa batalla ganada antes de entrar en la discusión parlamentaria. Rajoy ha resuelto una crisis importante de la historia de España actual. Ha resuelto, antes de empezar a correr la legislatura, las crisis e incertidumbre de saber quién manda en España. Los españoles, incluidos quienes quieren dinamitar la democracia desde el Parlamento, tienen una referencia política clara y distinta. Todos sabemos ya quién manda. Rajoy ha sabido convertir sus debilidades en éxitos.

Aunque de modo indirecto, está colaborando a ese triunfo la actitud obtusa y casi desesperada de Podemos. Plantear a estas alturas el debate de democracia parlamentaria o democracia asamblearia es ridículo. Lo tiene ganado el PP; y, además, se adornara con las plumas del demócrata radical, porque le permitirá manifestarse en las calles y en las cercanías del Congreso, dando una imagen de condescendencia y tolerancia hacia los intolerantes que muy pocos gobiernos de Europa estarían dispuestos a conceder a quienes tienen, desde el punto de vista de la defensa de la democracia, un discurso y una praxis tan pedestre. ¿Quién es el inteligente de Podemos que cree que van a engañar a los millones de votantes del PP, PSOE y Ciudadanos llamando "mafiosos" a los representantes que ellos han votado el 26 de junio? Comprendo la desesperación de Podemos. Este partido es apenas nada en la conquista del poder por mecanismos democráticos, o sea, parlamentarios. Ni tienen inteligencia ni paciencia para hacer política a través de las instituciones que nos hemos dado los españoles en estos últimos cuarenta años. Por lo tanto, y esta no es una conclusión menor de lo que está sucediendo en el debate de investidura, Podemos no será la fuerza que lidere la Oposición, sino más bien la gasolina que le dé energía al PP en general, y a Rajoy en particular.

Rajoy ha jugado como nadie en este último año, incluso sigue jugando con un silencio sepulcral sobre quiénes serán sus ministros, a la lógica política como lógica democrática. Lo otro, lo de Podemos, es un juego de tigres de papel. Hoy por hoy, la lógica democrática, esa que suma millones de votos del PSOE, Ciudadanos y PP, está venciendo a la lógica "revolucionaria" o totalitaria que "cree que se puede sin límites ser lo que no se es". Son torpes los de Podemos para enterarse dónde viven. Les cuesta reconocer que esto es Europa y, más concretamente, estamos situados todavía en la Europa rica. Sí, sí, amigos, España, a pesar de todo, es uno de los países con más renta per cápita de Occidente. La gente, y esto ya es de nota para que lo entiendan las lumbreras de Podemos, no quiere revolución sino pagar la luz a finales de mes. Esa creencia, o sea, una idea compartida, como diría Ortega y Gasset, por la mayoría de los españoles empezó a consolidarse en España a partir de los años cincuenta del siglo pasado… Pero eso ya es otra historia. Una historia de ideas y de cultura política que jamás entenderá quien confunde la Guerra Civil con el franquismo.

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