La lista definitiva de la gente que no es de La Gente
Ya es hora de terminar con la confusión, de aclararnos todos, es el momento de dejar las cosas claras y de evitar las confusiones.
Ya es hora de terminar con la confusión, de aclararnos todos, es el momento de dejar las cosas claras y de evitar las confusiones. Lo necesitamos los periodistas, porque esto es un sinvivir y un no poder ni entenderse; pero también es preciso para el común de la ciudadanía, que tiene el derecho a decidir, y nunca mejor dicho, si es o no parte de la La Gente.
Así que, en un esfuerzo sin precedentes, les vamos a ofrecer el listado completo y definitivo de la gente que, de una forma rotunda y sin remedio, no puede ni debe ser considerada parte de La Gente. Vamos allá:
Los ricos, siempre que no sean titiriteros –es decir, gente de la cultura– o dirigentes de Podemos, que si son ricos no es por maldad, sino por las miajas con las que este sistema injusto y corrupto les recompensa por su infinito talento.
Los que se benefician de corrupciones y corruptelas, a menos que sean dirigentes de Podemos que han sido justamente pagados por sus extraordinarias colaboraciones con universidades españolas o gobiernos extranjeros.
Los taurinos, sin excepciones.
Los que no pagan la Seguridad Social a sus trabajadores, excepto que se trate de bienintencionados dirigentes de Podemos que se descuidaron o algo así.
Los que se hayan beneficiado del dinero sucio de las cajas de ahorros, excluyendo el caso de los dirigentes de Podemos que hayan tenido la mala suerte de tener un padre corrupto o los que, seguro que sintiéndose poco menos que obligados, aceptaron una beca de Blesa –¡de Blesa!– para irse a no aprender inglés.
Los de derechas, sin excepciones.
Los que van en coche, menos los dirigentes de Podemos que en su afán de servir a los ciudadanos de sus ayuntamientos se suben a los coches oficiales para estar todo el día de acá para allá resolviendo los problemas de las ciudades, impidiendo desahucios y dando de comer a niños famélicos.
Los que invierten en lo que deciden libremente pero deciden libremente comprarse un casoplón de un millón de euros, siempre que no se trate de dirigentes de Podemos azotados por la desgracia, o simpatizantes del partido en los medios, que se ve que compraban pisos para no tener el dinero en el banco.
Los católicos, sin excepciones.
Los que se lucran con la educación, ese derecho-sagrado-de-todos, excepto en el improbable caso de que algunos dirigentes de Podemos decidan compartir su infinita sabiduría por el módico precio de 2.800 euros.
Y, por supuesto, todo aquel que en cada momento concreto el líder supremo decida que ya no es o, más aún, que en realidad nunca ha sido parte de La Gente. Es decir, cualquier día de estos… Errejón.
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